EL PROBLEMA DE LA TIMIDEZ
Enviado por Emmacc • 27 de Septiembre de 2012 • 949 Palabras (4 Páginas) • 492 Visitas
La timidez no es necesariamente un mal, sino una ocasión de valorar el denuedo que viene de Dios. El psiquiatra español Enrique Rojas, en su libro “El hombre light”, traza un certero perfil del nuevo héroe de la época “posmoderna”: es el hombre triunfador, que aspira al poder, a la fama, por encima de todo, a cualquier precio.
Este héroe –plantea Rojas– vive instalado en “la atalaya del cinismo”. Su moral –si es que se la puede llamar así– es la del pragmático: frío, sarcástico, desvergonzado.
Según los parámetros en boga en el mundo de hoy, el hombre exitoso es aquel que reúne, en su conformación sicológica, entre otros, los siguientes rasgos: audacia, desfachatez e irreverencia. Los ejecutivos más codiciados por las grandes multinacionales suelen ser profesionales jóvenes, desinhibidos y poseedores de una alta autoestima.
La educación actual coadyuva a este mismo fin: los más cotizados colegios pretenden formar al joven para “los desafíos del futuro”, un futuro marcado, claro está, por la competitividad y el éxito a toda costa.
En esta perspectiva, la timidez es un problema. Un gran problema.
¿Qué pueden hacer los jóvenes creyentes para enfrentar el competitivo mundo en que les ha tocado vivir? ¿Han de asimilarse a esos modelos para sobrevivir y no ser atropellados en el intento?
La timidez puede ser un problema para triunfar en el mundo, pero para un joven creyente no lo es. Muchos de los más fieles siervos de Dios en tiempos bíblicos, y en la historia posterior, fueron personas extraordinariamente tímidas, con unos caracteres que hoy la psicología puede etiquetar lindamente, y que, en lenguaje común, pueden denominarse, simplemente, acomplejados.
Moisés
Moisés tuvo el privilegio de criarse como hijo de la hija de Faraón, en toda la sabiduría de los egipcios (Hechos 7:21-22), pero cuarenta años más tarde, cuando Dios le habló desde la zarza ardiente, dijo: “¿Quién soy yo para que vaya a Faraón?” Y también: “¡Ay, Señor (...) soy tardo en el habla y torpe de lengua” (Éxodo 3:33; 4:10).
¿Qué es esto? ¿No es timidez, “apocamiento”? Fue necesario que Dios derribara a Moisés del alto concepto de sí mismo que había llegado a tener en la corte de Faraón (Hechos 7:25), para poderlo utilizar.
Un Moisés osado habría sido un obstáculo para Dios a la hora de seguir las complejas instrucciones que le entregó respecto del tabernáculo y de la santidad que debían observar en todas las cosas. En el servicio a Dios no cabe la iniciativa personal.
Eliseo
Eliseo fue un gran profeta de Dios. En muchos aspectos fue más grande que Elías, su antecesor, y es también un hermoso tipo de Cristo. Tenía un gran llamamiento, y el poder de Dios estaba con él de manera asombrosa. Sin embargo, a juzgar por 2 Reyes 2:17, Eliseo era un hombre muy tímido.
Jeremías
Cuando
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