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El Bien Moral


Enviado por   •  27 de Junio de 2013  •  1.971 Palabras (8 Páginas)  •  322 Visitas

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Sócrates fue el primero en pelear la batalla contra el subjetivismo, procurando hacer entender a los hombres que hay verdades objetivas, comunes a todos los hombres.

El subjetivismo es una forma de relativismo, que se caracteriza por sostener que lo “verdadero y lo falso” dependen de cada persona, de su propia manera de ver las cosas, de sentir y de entender.

Sócrates entendió que toda crisis social es producida por el hombre; y se siente llamado por la Divinidad a enseñar esto a sus ciudadanos.

Sintéticamente, su propuesta es un llamado a:

1° Reflexión del hombre sobre sí mismo: El aforismo tomado del templo de Delfos, “conócete a ti mismo”, es un llamamiento al descubrimiento de la profunda ignorancia que nos afecta. Cuando se ha reconocido esta ignorancia, es posible iniciar el camino del conocimiento de sí mismo que es, para Sócrates, la clave de la vida feliz, tanto a nivel personal como social.

2° Amor a la verdad: Reconocimiento de la propia ignorancia (“Sólo sé que no sé nada”). Es renunciar a pretender que se sabe lo que en realidad se ignora. Este amor a la verdad es:

*Aceptación de uno mismo, de lo que somos, de nuestras debilidades, limitaciones, defectos, cualidades, posibilidades.

*Reconocimiento de la verdad de las cosas, lo que son las cosas.

*De la verdad de la vida humana, lo que debe ser para ser plenamente humana.

3° Planteo ético respecto del hombre y de su vida: Aparece a raíz de la posibilidad que tiene el hombre de conducirse, de dirigirse a sí mismo, de ordenar sus actos en vista a su bien propio. También, porque es el único que puede apartarse voluntariamente de aquello que hace a su perfección y corromperse, frustrando así su destino último.

Sócrates se entendía a sí mismo como educador, elegido por Dios para enseñar a vivir; no simplemente a subsistir, sino a vivir plenamente como hombres.

Tres son los temas claves de su enseñanza moral: la felicidad, la virtud y el bien. Los tres fundados en su visión del hombre, a quien ha descubierto como el único de los seres de este mundo que puede vivir como los dioses, puesto que está dotado de consciencia y es capaz de libertad.

El bien del hombre, su felicidad, es inalcanzable sin autodisciplina pues, sin dominio de sí no hay libertad.

Esto lleva a Sócrates a concluir que la virtud sea el bien más útil de todos y el que primeramente se debe buscar, ya que sin ella no puede haber felicidad.

Platón desarrolló un pensamiento nuevo, distinto, que se conoce como “Platonismo”. Sostiene que el hombre es su alma, explicando que las almas preexisten a su unión con el cuerpo y se ejercitan en la contemplación de las ideas. Hay en ella tres partes: la razón, el ánimo y la concupiscencia, cada una de las cuales busca su propio bien.

Platón entiende que cada parte del alma debe tener una virtud propia. Él es el primero que descubre y enuncia las cuatro virtudes cardinales como son:

*La frónesis, virtud propia de la razón, a la que dispone realmente para el obrar.

*La fortaleza, que enardece el apetito irascible y lo bien dispone a buscar los bienes arduos.

*La templanza, que modera el apetito concupiscible en su deseo de los bienes deleitables.

*La justicia, que es la virtud general, la que establece la armonía entre las otras tres.

Para él, sólo el filósofo (el hombre que se define como “amante de la sabiduría”) conoce el secreto de la felicidad en esta vida, pues “es feliz el que, amando el Bien, lo hace suyo por el conocimiento” y por el amor.

Aristóteles, acepta como hecho indiscutible el que todo hombre quiere ser feliz; este es el punto de partida de la Ética y lo que hace de ésta una ciencia del fin. Es el primer gran sistematizador de la Ética, a la que llamaba filosofía de las cosas humanas, comprendiendo bajo esta denominación la Ética individual y social. Sus más importantes obras son: Gran Ética, Ética a Nicómaco, Ética a Eudemo y Política.

Él, refuta tanto el hedonismo como el ascetismo exagerado; el primero, porque prueba que el placer no es la felicidad, sino un efecto concomitante de la misma; el que es feliz, goza.

Por otro lado, tampoco la virtud es la felicidad sino condición de la misma, no basta la sola virtud para ser feliz.

Solamente en la contemplación de Dios, encuentra Aristóteles el Sumo Bien del hombre. Porque solo puede llamarse Sumo bien, aquel que sea:

1. Perfecto, íntegro, sin mezcla de mal, suficiente, gratificante.

2. Amado por sí mismo, verdadero fin último de todas las acciones.

3. Presente, pues no basta la mera posibilidad de adquirirlo; para que la felicidad sea plena se requiere posesión actual del Sumo Bien.

4. Capaz de hacer bueno al hombre, es decir, no solo perfecto sino también perfeccionante.

5. Estable, de tal modo que una vez conseguida, su posesión sea continua.

6. Proporcionado a la potencia más elevada del hombre, esto es su inteligencia y por lo mismo, posible a todo hombre, según su capacidad, ya desde ésta vida.

La elección o la posesión de los bienes naturales, bienes del cuerpo, riquezas, amigos y otras cosas, serán buenos si nos ayudan a conocer y a contemplar a Dios. Este es nuestro fin más noble y nuestra norma más segura de conducta. Mientras que será malo todo cuanto por exceso o por defecto nos impida la contemplación y el servicio de Dios.

La Filosofía Helenístico – Romana.

En la filosofía helenisticorromana se pueden señalar dos grandes etapas; la primera, en la que prima el problema ético y el centro intelectual se mantiene; y una segunda, donde la preocupación se desplaza al ámbito religioso y el centro intelectual.

A la primera etapa corresponden cuatro escuelas: epicúrea, estoica, escéptica y ecléctrica.

A la segunda pertenecen las distintas corrientes del neoplatonismo.

Escuelas Moralistas de la Decadencia

*Epicureísmo:

Fundada por Epicuro de Samos, en Atenas, como la escuela del Jardín.

Se inscribe en la línea de la física de Demócrito y del hedonismo socrático. Tiene en común con las otras escuelas contemporáneas el reducir la filosofía a una ética, concebida como la ciencia de la felicidad.

Epicuro

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