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El Concilio I de Nicea es el primer Concilio Ecuménico


Enviado por   •  20 de Marzo de 2014  •  Trabajo  •  851 Palabras (4 Páginas)  •  274 Visitas

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El Concilio I de Nicea es el primer Concilio

Ecuménico, es decir, universal, en cuanto participaron

obispos de todas las regiones donde había cristianos.

Tuvo lugar cuando la Iglesia pudo disfrutar de una paz

estable y disponía de libertad para reunirse

abiertamente. Se desarrolló del 20 de mayo al 25 de

julio del año 325. En él participaron algunos obispos

que tenían en sus cuerpos las señales de los castigos

que habían sufrido por mantenerse fieles en las

persecuciones pasadas, que aún estaban muy recientes.

El emperador Constantino, que por esas fechas aún no

se había bautizado, facilitó la participación de los

Obispos, poniendo a su disposición los servicios de

postas imperiales para que hicieran el viaje, y

ofreciéndoles hospitalidad en Nicea de Bitinia, cerca

de su residencia de Nicomedia. De hecho, consideró

muy oportuna esa reunión, pues, tras haber logrado

con su victoria contra Licinio en el año 324 la

reunificación del Imperio, también deseaba ver unida a

la Iglesia, que en esos momentos estaba sacudida por

la predicación de Arrio, un sacerdote que negaba la

verdadera divinidad de Jesucristo. Desde el año 318

Arrio se había opuesto a su obispo Alejandro de

Alejandría, y fue excomulgado en un sínodo de todos

los obispos de Egipto. Arrio huyó y se fue a

Nicomedia, junto a su amigo el obispo Eusebio.

El estudio de los documentos

muestra que el emperador no influyó

en la formulación de la fe

que se hizo en el Credo.

Entre los Padres Conciliares se contaban las figuras

eclesiásticas más relevantes del momento. Estaba

Osio, obispo de Córdoba, que según parece presidió

las sesiones. Asistió también Alejandro de Alejandría,

ayudado por el entonces diácono Atanasio, Marcelo de

Ancira, Macario de Jerusalén, Leoncio de Cesarea de

Capadocia, Eustacio de Antioquía, y unos presbíteros

en representación del Obispo de Roma, que no puedo

asistir debido a su avanzada edad. Tampoco faltaron

los amigos de Arrio, como Eusebio de Cesarea,

Eusebio de Nicomedia y algunos otros. En total fueron

unos trescientos los obispos que participaron. Los

partidarios de Arrio, que contaban también con las

simpatías del emperador Constantino, pensaban que en

cuanto expusieran sus puntos de vista la asamblea les

daría la razón. Sin embargo, cuando Eusebio de

Nicomedia tomó la palabra para decir que Jesucristo

no era más que una criatura, aunque muy excelsa y

eminente, y que no era de naturaleza divina, la

inmensa mayoría de los asistentes notaron en seguida

que esa doctrina traicionaba la fe recibida de los

Apóstoles. Para evitar tan graves confusiones los

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