El Cristianismo Se Funda En Un Hecho
Enviado por omairawalderrama • 27 de Noviembre de 2013 • 1.742 Palabras (7 Páginas) • 298 Visitas
El cristianismo se funda en un hecho: la figura de Jesús, su vida terrestre y, lo que es más importante, la creencia de que Jesús vive y no ha muerto, porque es Hijo de Dios. El cristianismo se funda en un hecho: la figura de Jesús, su vida terrestre y, lo que es Ésta es la nota original de la religión cristiana, pues sin excluir el judaísmo, el cristianismo es la única religión que desborda la Historia por lo trascendental de su contenido y se encarna en una persona que no solamente transmite una doctrina, sino que se presenta ella misma como la verdad y la justicia vivientes.
Es cierto que otras religiones tuvieron fundadores a los cuales sus contemporáneos pudieron ver con los ojos y tocar con las manos, pero ninguno de esos predicadores religiosos, Mahoma, Buda, Zoroastro, etc., se propuso a sí mismo como objeto de la fe de sus discípulos. Todos predicaban una doctrina que no atañía a su propia persona; eran simplemente enviados, profetas o siervos de Dios. Jesús es el Maestro que se da a sí mismo como objeto de nuestra fe; no se presenta como un personaje histórico, sino como verdadero Dios.
TESTIMONIOS SOBRE JESÚS:
El conocimiento acerca de Jesús se basa en los cuatro Evangelios. Sin embargo, algunas referencias contemporáneas de otras fuentes revelan que hay un reconocimiento de Jesús entre personas que despreciaban el cristianismo.
El más antiguo escritor romano que menciona a Cristo fue un gobernador de Asia Menor llamado Plinio, que escribió al emperador Trajano, en el año 112 d.C., y describía los enjuiciamientos a cristianos y señalaba que “acostumbraban reunirse al anochecer para recitar un himno antifonal a Cristo, como a un dios”.
Años después el historiador romano Tácito escribió que el nombre cristianos “deriva de Cristo, quien fue condenado por Poncio Pilato durante el reinado de Tiberio”.
La más desconcertante referencia no bíblica proviene del historiador judío Flavio Josefo, cuyas Antigüedades Judías incluyen el siguiente pasaje: “Por ese tiempo vivía Jesús, un hombre sabio, si es que puede llamársele un hombre, porque él era el hacedor de actos extraordinarios y maestro de los hombres que con gusto recibían la verdad. Se ganó a muchos judíos y muchos griegos. El era el Mesías.
Cuando Pilato lo sentenció a ser crucificado, aquellos que desde un principio lo habían amado no dejaron de hacerlo. Al tercer día apareció ante ellos, vivo, ya que los profetas de Dios hablan pronosticado ésta y otras maravillas acerca de él. Y la tribu de los cristianos, llamados así por Cristo, hasta nuestros días no se ha extinguido.”.
Las opiniones sobre este pasaje son muy diversas. Es tan explícito al calificar a Jesús de Mesías que muchos expertos consideran que algún escritor cristiano insertó esta y otras frases favorables a los cristianos. Otros eruditos, cristianos y judíos, concluyen que aunque el pasaje contenga algunas alteraciones y adiciones, representa esencialmente lo escrito por Flavio Josefa, que de alguna forma da testimonio del Jesús histórico.
LA CRUCIFIXIÓN:
Descubrimientos arqueológicos en Israel han arrojado luz para comprender la naturaleza del horrible suplicio de la crucifixión. Era una forma de ejecución empleada en Persia y Cartago, y que fue adoptada por los romanos poco antes del inicio de la Era Cristiana.
Se crucificaba a esclavos, ladrones y delincuentes políticos; pero muy rara vez a algún ciudadano del imperio. (Debido a esto, Pablo, que era ciudadano romano, fue muerto por decapitación.) Estas ejecuciones eran tan espantosas que los escritores se abstuvieron de describirlas y los pintores rara vez las representaron. En la tradición judía el método de ejecución más usual era la lapidación, aunque a veces se colgaba al reo de un árbol, como advertencia a otros.
Originalmente, el patíbulo era sólo un poste, pero luego se le agregó un madero transversal para formar una T o una cruz. Probablemente en el Gólgota había postes permanentes y a los ejecutados ahí, como Jesús, se les obligaba a llevar a cuestas el travesaño, que luego era insertado en una ranura del poste.
Los brazos del condenado eran atados o clavados al travesaño. Como las palmas de las manos no soportarían el peso del cuerpo al elevarse, los largos clavos de hierro utilizados por los carpinteros romanos atravesaban las muñecas del crucificado. La víctima apoyaba en un peldaño los pies que eran atados o clavados al poste.
En 1968 fue encontrado en Jerusalén el esqueleto de un joven que murió por crucifixión en el siglo y los clavos le atravesaban las muñecas, pero sólo uno se había usado para clavar los talones. La posición de la víctima es incierta, pero los eruditos opinan que era con las piernas unidas e inclinadas a un lado o posiblemente con las rodillas separadas. La víctima, torcida de esa manera y colgando como un peso muerto, apenas si podía respirar.
El dióxido de carbono se acumulaba en la sangre, y el corazón se forzaba cada vez más. Ante la inmovilidad y la falta de oxígeno, se producían violentos espasmos musculares. Debilitado por la fatiga y el hambre, el crucificado era, además, presa de las inclemencias del tiempo, de las picaduras de insectos y de las burlas y abusos físicos de los espectadores. Un paro cardiaco o la asfixia causaban la muerte. La rotura de las piernas aceleraba la muerte, porque la víctima ya no podía elevarse para llevar aire a sus pulmones.
COSTUMBRE
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