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El Poder Del Evangelio


Enviado por   •  25 de Octubre de 2014  •  1.290 Palabras (6 Páginas)  •  184 Visitas

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El poder del Evangelio

Romanos 1:16

INTRODUCCIÓN:

En el libro de los Hechos vemos el avance del evangelio de una forma extraordinaria: Todo lugar en donde se anunciaba el evangelio era tocado por el poder de Dios. Toda persona que oía el evangelio era quebrantada por la presencia de Dios. Todos los enfermos a quienes se les anunciaba el evangelio eran sanados por el poder de Dios.

Eran tiempos en donde predicar y oír el evangelio convertían una ocasión ordinaria, en un evento extraordinario: la gente se convertía, los enfermos eran sanados, la opresión del diablo era abolida; la iglesia causaba un impacto tremendo en donde quiera que se paraba a anunciar el evangelio.

¿Cómo podía el anuncio del mensaje de un Jesús crucificado trasformar de manera tan notable la vida de aquellos que le atendían? No había duda, ¡Jesús había resucitado! Y el poder del Padre que resucitó a Jesucristo, era el poder que saturaba, que bendecía, que adornaba y daba vida al anuncio de la buenas nuevas de salvación en Jesucristo. Cristo vive y su evangelio está lleno de la vida que solo produce el poder de Dios. El oír el evangelio era un encuentro con el Cristo del evangelio.

Si nos preguntamos en esta mañana cómo hicieron los cristianos primitivos para anunciar el evangelio con tal vehemencia, pasión, entrega y eficacia encontraríamos las siguientes causas:

I. ERAN CREYENTES SATURADOS DEL ESPÍRITU SANTO.

Los primeros cristianos resplandecían con la presencia del Espíritu Santo en sus vidas. Hechos 2:4, nos dice: “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo”; esto también lo confirma en Hechos 4:31, “...y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios”; podemos ahora mismo enumerar la larga lista de creyentes y experiencias en el libro de los Hechos, en donde todos los cristianos eran saturados por la llenura del Espíritu Santo. Jesús les había dicho: “recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos...” (Hch. 1:8). Esta promesa no fue solo para los apóstoles, ni solamente para los pastores o líderes de ese tiempo. Esta promesa era y sigue siendo para toda iglesia que quiera predicar el evangelio, para toda iglesia que quiera ser testigo de Jesucristo, para toda iglesia que reconozca la necesidad de alcanzar al mundo entero para Cristo. La calidad y veracidad de nuestro cristianismo radica en vidas llenas del poder del Espíritu Santo.

¿Crees ser un cristiano de calidad? Tienes que dar testimonio de la llenura del Espíritu Santo en tu vida. La iglesia verdadera siempre va a predicar el evangelio, porque los creyentes verdaderos que la componen siempre están anhelando, buscando, ardiendo y llenándose de la presencia del Espíritu de Dios.

II. ERAN CREYENTES QUE ANTEPONÍAN, ANTE TODO, SU OBEDIENCIA A DIOS.

Bien podrían estar preocupados por toda la oposición que les sobrevendría y cómo la enfrentarían. Bien podrían poner como excusa que nadie querría oír el evangelio, porque eran duros de corazón. Bien podrían haber pensado, “si a Jesús no le hicieron caso, menos a nosotros...”, “si él no pudo, qué vamos a poder nosotros?”. Nunca leemos en ningún pasaje que los creyentes de la iglesia primitiva titubearan en cuanto al cumplimiento de la gran comisión. Hoy tenemos muchos creyentes que titubean, pero es por la falta de poder en sus vidas, por su mal testimonio, por su inconsistencia, porque no son obedientes a Dios.

Para los primeros cristianos, obedecer a Dios no era una opción... ¡era una prioridad! Obedecer a Dios no era cuestión de tiempo... ¡era ahora! Para ellos era tiempo de obedecer a Dios. No hay tiempo para decidir si obedecemos o no a Dios; la prioridad de todo creyente es desde un principio, obedecer a Dios.

Pedro y los apóstoles nos impresionan con su respuesta ante el Sanedrín: “Es necesario obedecer a Dios, antes que a los hombres” (Hch. 5:329). El creyente debe estar

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