Hora Santa
Enviado por rosssi • 31 de Enero de 2014 • 2.724 Palabras (11 Páginas) • 363 Visitas
HORA SANTA
1. EXPOSICIÓN
De rodillas
Canto: Bendito, bendito
Todos: Padrenuestro. Avemaría y Gloria.
Guía: Mis ovejas escuchan mi voz.
Todos: Yo las conozco y ellas me siguen, dice el Señor.
Canto: Un mandamiento nuevo nos da el Señor.
Todos: Padrenuestro. Avemaría y Gloria.
Guía: Mis ovejas escuchan mi voz.
Todos: Yo las conozco y ellas me siguen, dice el Señor.
Canto: Altísimo Señor
Todos: Padrenuestro. Avemaría y Gloria.
Guía: Mis ovejas escuchan mi voz.
Todos: Yo las conozco y ellas me siguen, dice el Señor.
Canto: Que alegría cuando me dijeron.
2. ADORACIÓN
Lector: Jesús Sacramentado, ¿cómo corresponder a tanto amor? ¿Cómo conservar en el corazón la alegría con la que colmas mi vida? ¡Ven, Espíritu Santo!, lléname de tu amor para que pueda cumplir en todo tu voluntad, viviendo el mandamiento supremo del amor. Señor sacramentado, ayúdame a seguir el camino de mi felicidad, que es el de vivir la caridad.
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Jesús sacramentado, ayúdame siempre a conocerte mejor. Ayúdame a estar cada vez más unido a tus mandamientos. Ayúdame a vivir mi vida, no para mí mismo, sino junto a ti, para los otros. Ayúdame a ser cada vez más tu amigo, a entrar en una relación de cercanía contigo que me lleva a tener buenas relaciones humanas con los demás, a pensar como tú, a hablar como Tú y, sobre todo, a amar como Tú.
Oración en silencio
3. ESCUCHAR:
Lector: del Evangelio según San Juan 15, 9-11.
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena”.
Palabra del Señor.
Lector: Señor Jesús, nos enseñaste que Dios Padre es fuente de amor. Tú y tu Padre se aman eternamente, son un solo amor, son un sol de amor que irradia luz y calor sobre la humanidad. Nuestras mentes se iluminan, nuestros corazones se encienden con ese fuego de tu amor. Como Dios Padre te ama a ti, así tú nos amas a nosotros. Gratuitamente derramas tu Espíritu de amor sobre nosotros. El se apodera de nuestras vidas y las transforma en respuestas de amor, en llamas ardientes que buscan unirse a tu luz. Tú nos amas Jesús y nosotros te amamos.
Queremos permanecer en tu amor hoy y siempre.
“Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor”. Jesús, resumiste los mandamientos en uno solo, en un mandamiento nuevo: que nos amáramos unos a otros. El don de tu amor en nosotros se hace tarea de amar, proyecto de vida entregada, exigencia de fraternidad efectiva. Enséñanos, Señor, amar como tú amas, a entregarnos como tú te entregas, a ser hermanos unos de otros como tú eres hermanos de todos.
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Anímanos con tú presencia resucitada para que nuestro amor se transforme en obras, se haga fuente de vida y de felicidad para muchos. Protégenos contra la tentación de un amor iluso, desconectado de la realidad. Fortalécenos para que nuestro amor sea fuerte, permanente, decidido y resista los embates de las corrientes del mundo: de un estilo de vida egoísta y cómodo, de la indiferencia ante las necesidades del prójimo, de un ambiente de agresividad y violencia. Danos siempre un amor como el tuyo.
Gracias por tu presencia, Señor Jesús. Gracias por tu Palabra, por tu amor que nos invade y nos llena. ¡Cómo no sentirnos alegres si nuestras vidas rebozan de tu cariño infinito! Además de tu amor, nos regalas alegría. ¡Qué felicidad la nuestra! ¡Qué privilegio el poder compartir tu amor! Jesús resucitado: aumenta nuestra fe, fortalece nuestra esperanza, cólmanos de tu amor.
Oración en silencio
4. ORACIÓN
Canto: Hoy en la oración
Lector: ¡Qué alegría la nuestra, Señor Jesús, al poder contemplarte vivo y activo en medio de nosotros! ¡De veras, eres el Señor resucitado! Alabado seas por tu presencia en el Sacramento del altar. Gloria a ti y al Eterno Padre, por ese gran regalo de amor.
Todos: Te adoramos, Señor Jesús.
Lector: Te alabamos.
Todos: Te amamos hoy y siempre, Jesús.
Lector: Te adoramos, Señor Jesús.
Todos: Te alabamos.
Lector: Te amamos entrañablemente.
Todos: Te adoramos, Jesús, hermano nuestro.
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Lector: Te glorificamos por tu inmenso amor.
Todos: Te damos gracias porque nos enseñas a amar.
Lector: Gracias, Jesús, por amarnos tanto.
Todos: Gracias por permitirnos permanecer en tu amor.
Lector: Gracias por nuestras obras de amor, que son tuyas.
Todos: Gracias por bendecirnos con tu amor y tu alegría.
Oración en silencio
5. CONTEMPLACIÓN
Lector: “En cualquier necesidad y aridez, Él es la fuente de agua viva, que nos nutre y fortalece. Él en persona carga sobre sí el pecado, el miedo y el sufrimiento y, en definitiva, nos purifica y transforma misteriosamente en vino bueno. En esos momentos de necesidad nos sentimos a veces aplastados bajo una prensa, como los racimos de uvas que son exprimidos completamente. Pero sabemos que, unidos a Cristo, nos convertimos en vino de solera. Dios sabe transformar en amor incluso las cosas difíciles y agobiantes de nuestra vida. Lo importante es que ‘permanezcamos’ en la vid, en Cristo. En esta breve perícopa, el evangelista usa la palabra ‘permanecer’ una docena de veces. Este ‘permanecer-en-Cristo’ caracteriza todo el discurso. En nuestro tiempo de inquietudes e indiferencia, en el que tanta gente pierde el rumbo y el fundamento; en el que la fidelidad del amor en el matrimonio y en la amistad es frágil y efímera; en el que desearíamos gritar, en medio de nuestras necesidades, como los discípulos de Emaús: ‘Señor, quédate con nosotros, porque anochece, porque las tinieblas nos rodean’; el Señor resucitado nos ofrece aquí un refugio, un lugar de luz, de esperanza y confianza, de paz y seguridad” (Benedicto XVI, 22 de septiembre de 2011).
Oración en silencio
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6. BENDICIÓN
De rodillas
Todos: Adoremos, pues humildes a tan grande sacramento: en vez de la antigua alianza ya es el Nuevo Testamento, no importa que no se vea, la fe nos lo está diciendo. Honor, gloria y bendiciones a Dios Padre sin principio, y las mismas alabanzas al Hijo del Él nacido
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