ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Importancia del silencio


Enviado por   •  3 de Enero de 2017  •  Apuntes  •  1.823 Palabras (8 Páginas)  •  227 Visitas

Página 1 de 8

 [pic 1]

Misericordia, PARA-CAÍDAS Vicerrectoría General Universidad Abierta y a Distancia.

RETIRO ADMINISTRATIVOS

OCTUBRE/6,7/2016                        

EL DESIERTO: Como lugar donde se puede ejercitar la ESCUCHA ATENTA. 

“Pero he aquí que yo le atraeré y le llevaré al desierto, y hablaré a su corazón”.

Oseas 2:16

Querida familia Tomasina, es el momento oportuno para la escucha atenta, de lo que Dios nos quiere decir, y de lo que nosotros mismos necesitamos decirnos, es importante notar que la raíz de la palabra hebrea para “desierto”, midbar, es daber, que significa “hablar”,  los desiertos son espacios donde se hace necesario escuchar, para poder comprender esos sonidos extraños, nuevos, y diferentes, que el desierto emite, en las noches los desiertos emiten una especie de gemido, efecto del viento, moviendo la arena en las dunas.

En nuestra vida experimentamos momentos, donde creemos que se nos ha abandonado, que ya no tenemos quien nos hable, y esa situación de desierto llega a parecernos difícil, pero debemos entender que Dios nos permite estos momentos en la vida, para escuchar lo que Él nos quiere decir y nosotros no hemos podido, o querido escuchar, ya que estamos rodeados de ruido y sonidos que nos alejan de Él, a veces le hablamos le decimos nuestras angustias, pero pocas veces dejamos que Él toque nuestro corazón con sus palabras, así que generamos un monologo y nos alejamos de la escucha atenta a lo que Dios nos quiere decir.

En el desierto se está solo, en una búsqueda interior, Jesús fue al desierto durante 40 días antes de iniciar su misión; Moisés supo cuál era su misión estando en el desierto, ahí fue que pudo escuchar a Dios; Abraham recibió la promesa de ser el padre de un pueblo tan numeroso como las estrellas, estando en el desierto; la Samaritana se entera del don de la vida eterna en un diálogo en el desierto, donde ella parte de escuchar a Jesús.  

Los desiertos de la vida son sin duda, los espacios que Dios nos permite para poder hablar a nuestro corazón, para fortalecernos ante misiones importantes, con las cuales vamos a darle un nuevo sentido a nuestra vida, o a la vida de otros.

Te invito a reflexionar, a que dispongas de un tiempo a solas con Dios, que te alejes por un momento, que entres en el silencio de tu corazón, dándote un espacio personal, para callar por un momento, y que al igual que Samuel digas “Habla Señor que tu siervo escucha”, no te quejes, no le digas nada, Él ya sabe todo lo que tu corazón alberga, te conoce desde antes de que nacieras, déjalo hablarte, simplemente calla, hoy Dios quiere que le des este tiempo para que Él pueda hablarte.    

Y ten presente que: En el silencio del desierto, Dios hablara a tu corazón.

Leer el texto bíblico.

Por tanto, cuando el Señor supo que los fariseos habían oído que El hacía y bautizaba más discípulos que Juan, salió de Judea y partió otra vez para Galilea. Y tenía que pasar por Samaria. Llegó, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la tierra que Jacob dio a su hijo José; y allí estaba el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era como la hora sexta. Una mujer de Samaria vino a sacar agua, y Jesús le dijo: Dame de beber. Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos. Entonces la mujer samaritana le dijo: ¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (Porque los judíos no tienen tratos con los samaritanos.) Respondió Jesús y le dijo: Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva. Ella le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva?, ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo del cual bebió él mismo, y sus hijos, y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna. La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga sed ni venga hasta aquí a sacarla. Él le dijo: Ve, llama a tu marido y ven acá. Respondió la mujer y le dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: "No tengo marido", porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad. La mujer le dijo: Señor, me parece que tú eres un profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme; la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a ellos es a los que busca el padre. Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad. La mujer le dijo: Sé que el Mesías viene; cuando El venga nos declarará todo. Jesús le dijo: Ese soy yo, el que habla contigo. En esto llegaron sus discípulos y se admiraron de que hablara con una mujer, pero ninguno le preguntó: ¿Qué tratas de averiguar? o: ¿Por qué hablas con ella? Entonces la mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo lo que yo he hecho. ¿No será éste el Mesías? Y salieron de la ciudad e iban a Él. Mientras tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. Pero Él les dijo: Yo tengo para comer una comida que vosotros no sabéis. Los discípulos entonces se decían entre sí: ¿Le habrá traído alguien de comer? Jesús les dijo: Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra. ¿No decís vosotros: "Todavía faltan cuatro meses, y después viene la siega"? He aquí, yo os digo: Alzad vuestros ojos y ved los campos que ya están blancos para la siega. Ya el segador recibe salario y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra se regocije juntamente con el que siega. Porque en este caso el dicho es verdadero: "Uno es el que siembra y otro el que siega." Yo os envié a segar lo que no habéis trabajado; otros han trabajado y vosotros habéis entrado en su labor. Y de aquella ciudad, muchos de los samaritanos creyeron en El por la palabra de la mujer que daba testimonio, diciendo: Él me dijo todo lo que yo he hecho. De modo que cuando los samaritanos vinieron a Él, le rogaban que se quedara con ellos; y se quedó allí dos días. Y muchos más creyeron por su palabra, y decían a la mujer: Ya no creemos por lo que tú has dicho, porque nosotros mismos le hemos oído, y sabemos que éste es en verdad el Salvador del mundo. Después de los dos días, salió de allí para Galilea. Porque Jesús mismo dio testimonio de que a un profeta no se le honra en su propia tierra. Así que cuando llegó a Galilea, los galileos le recibieron, pues habían visto todo lo que hizo en Jerusalén durante la fiesta; porque ellos también habían estado allá.

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (10 Kb) pdf (234 Kb) docx (44 Kb)
Leer 7 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com