LA LIBERTAD

La libertad es el poder que Dios nos ha regalado para poder actuar por nosotros mismos; quien es libre ya no actúa determinado por otro.

Dios nos ha creado como seres libres y quiere nuestra libertad para que podamos optar de corazón por el bien. Cuando mas hacemos el bien mas libre nos volvemos.

Al morir en la cruz, Cristo obtuvo la salvación de todos los hombres. Nos rescató del pecado que nos tenia sometidos a la esclavitud; Él es la Verdad, y en él nos unimos a la verdad que nos hace libres. Él nos ha dado el Espíritu Santo y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad. Gracias a la salvación que nos viene por Jesús, nuestra libertad se ha convertido en la libertad de los Hijos de Dios.

Se nos dio la libertad no para elegir indistintamente el bien o el mal, sino para elegir por nosotros mismos el bien y lo que corresponde a la verdad. La gracia de Cristo no se opone de ninguna manera a nuestra libertad. Al contrario, a medida que somos mas dóciles a los impulsos de la gracia, se acrecienta nuestra libertad intima, porque tenemos una fuerza interior que nos permite hacer verdades elecciones a favor del bien, sin estar sometidos a las presiones y coacciones del mundo exterior, ni a nuestro egoísmo y a nuestras resistencia interiores que nos encierran en nosotros mismos. El Espíritu Santo nos educa en la libertad espiritual para hacer de nosotros colaboradores de su obra en la Iglesia y en el mundo, en esto consiste la santidad.

Cristo quiere que nosotros seamos capaces de amar fraternalmente. Por eso nos da el Espíritu Santo, que nos hace libres e independientes de los poderes de este mundo, y nos fortalece para una vida de amor y de responsabilidad.

Cuanto más pecamos, mas pensamos sólo en nosotros mismos y peor podemos desarrollarnos libremente. En el pecado nos volvemos además inútiles para hacer el bien y vivir el amor.

El hombre es responsable de todo lo que hace conscientemente y por propia voluntad. No se puede hacer a nadie responsable de algo que ha hecho a la fuerza, por miedo, ignorancia, bajo la influencia de drogas o por la fuerza de malas costumbres. Dios sueña con este tipo de personas libres, que pueden asumir responsabilidad de sí mismos, de su entorno y de toda la tierra. Pero el amor misericordioso de Dios también pertenece a quienes no son libres; todos los días les brinda la posibilidad de dejarse liberar para ser libres.

El hombre está en condiciones de distinguir las acciones buenas de las malas ejercitando su inteligencia y siguiendo la voz de su conciencia. Todo hombre oye la voz de su propio corazón, voz que denominamos conciencia. Esta voz le permite juzgar el valor de lo que hace. La conciencia es el centro mas intimo y secreto del hombre, el santuario donde está solo con Dios y en el que su voz resuena. La conciencia recta, bien formada, hace al hombre- adulto o niño- capaz de distinguir lo bueno y lo malo. Ésta

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