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La Revolución De Dios


Enviado por   •  23 de Agosto de 2011  •  3.219 Palabras (13 Páginas)  •  564 Visitas

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LA REVOLUCION DE DIOS

Nos encontramos en una realidad en que la humanidad parece acabar en destrucción y ruinas, pero nuestro futuro nos llama a descubrir la luz fuera de las tinieblas y hasta que no comprendamos estas tinieblas no estaremos seguros si vendrá el amanecer.

El mal en estos tiempos ha dominado al hombre con su carácter demoniaco, presente en cada uno de las estructuras del hombre desde la familia, pasando por el gobierno y llegando hasta la iglesia, esto hace que Dios no reine con justicia y amor en nuestras vidas porque no se lo permitimos lo que hace que actualmente nos encontremos al borde de la destrucción de nuestra civilización haciendo que el orden de nuestra civilización se convierta en un desorden que grita y clama por ayuda de Dios.

Cuando Dios haga justicia nuestros cuerpos temblaran de asombro, pero Dios no puede hacernos justicia hasta que su ira haya erradicado toda injusticia, porque mediante la ira de Dios hará llegar el día del juicio y amanecerá el día del amor y la felicidad que el hombre ha buscado.

Los cristianos estamos llamados a hacer conciencia acerca de nuestro status quo, mientras que hagamos caso omiso a este llamado estamos faltando a los planes que Dios tiene para nosotros y mientras actuemos de esta manera debemos considerar, analizar y preguntarnos si realmente somos verdaderos cristianos, por lo tanto debemos preparar a los hombre para que mediante la fe abran sus corazones a las fuerzas del mundo venidero con la luz del Espíritu Santo. La fe creara por consiguiente unidad entre todos los hermanos siempre y cuando estemos dispuestos a dedicar nuestras vidas enteras al amor, porque no hemos sido llamados para el amor de las personas sino más bien para el amor a Dios.

Debemos, con urgencia, despertar y levantarnos porque solo en este caso Jesucristo verdadera luz hará notar su presencia entre nosotros para que con su amor nos de la fuerza para realizar actos de puro amor unidos a la fe.

Por lo tanto debemos despertar al mundo de hoy para no ser juzgados por nuestra misma necedad.

Para que nuestra suplica sea escuchada nuestra meta debe ser solo una, “la llegada del reino” y “la acción de la voluntad de Dios” y orar constantemente para que su dominio se materialice ya, su amor sea revelado y así recibir a Jesús y al Espíritu Santo.

Hay que creer en la vida aquí en la tierra, una vida que debe mirar hacia el porvenir de Dios para que pueda ser sometida al futuro reino de Dios.

En el reino de Dios el hombre no tendrá la necesidad de vivir bajo normas ya que todo orden estará siendo basado en la renovación interior de cada individuo gracias al espíritu de Jesucristo.

No debemos tratar de acelerar la llegada del reino de Dios o alguna de sus partes. Es muy cierto. Los hombres no debemos ni podemos anticiparnos a lo que hará Dios. Ningún ser humano puede apresurar el reino de Dios. Pero Dios puede mandarnos un precursor de su reino: el Espíritu Santo, quien es el principio del futuro reino.

Jesús viene a perfeccionar y hacer mejores todas las cosas, cuando nosotros decidimos levantarnos de nuestras caídas y dar la espalda a nuestra vida fuera de Dios, Jesús viene a llenarnos de su amor y alegría que es el goce de la vida en su totalidad.

Debemos también estar conscientes que por más fe que nosotros podamos tener, no somos nosotros los que atraemos el reino de Dios, sino es Dios mismo quien nos invita y trae a su reino.

El sentido que tiene el reino de Dios se nos manifiesta en el sermón de la montaña que son el padre nuestro y en las palabras “entrad por la puerta estrecha” y tratar a las personas o a tu prójimo como deseamos que se nos trate, porque nosotros somos mensajeros del reino de Dios y por consiguiente debemos obedecer solo a la ley del Espíritu. La vida nueva consiste en sumergirse en el aire del Espíritu Santo y además no basta solo aceptar a Jesús como amigo en nuestros corazones, debemos también guardar sus mandamientos. Prepararse para el reino de Dios significa reconocer los signos de la época y ya vivir como si estuviéramos en el reino.

Los bienaventurados, aquellos que pueden gozar del reino, ¿Quiénes son los bienaventurados? Son aquellos que aparecen delante de Dios como mendigos, mendigándole Su Espíritu, ya que han llegado a ser pordioseros en lo material y en lo espiritual. Son aquellos que están miserablemente

pobres en bienes y en gracia. Solo son bienaventurados aquellos que la miseria y la injusticia del mundo los ha llevado a sufrir.

Dice el Nuevo Testamento que la fe no depende de signos y milagros. Jesús dice que estos deben mantenerse en secreto. Él quiere que hallemos una fe que no depende de milagros.

Lo que más importa es creer en Cristo y amar a Cristo. Porque sólo Cristo es el verdadero hombre, Él que a sí mismo se llamó el Hijo del Hombre, el Niño del Hombre.

Un reino es un sistema político, es el orden en el cual un pueblo estructura sus tareas y sus mutuas relaciones sociales, es la organización de una nación en justicia y en solidaridad. Solo Dios es soberano aunque en el mundo de hoy este reino no ha logrado tomar forma porque si así fuera no existiría ya ningún otro poder, pero cuando llegue el dominio de Dios ni siquiera el sol será necesario porque solo existirá la luz. Debemos volver a nacer para que se nos muestre el reino y cuando la gente viva como si estuviera en el reino nuestras vidas entonces será compatible con la vida de Jesucristo.

Nosotros humanos no tenemos acceso al reino de justicia. Nuestra única posibilidad es que Dios se ofrezca a nosotros.

El Reino de Dios se revela en la presencia de Jesús. Cuando la historia de los apóstoles fue escrita la llamaron Hechos de los Apóstoles porque describió lo que hicieron ellos y lo que acaeció por su intermedio. Es el relato de los mismos poderes milagrosos, hechos y acontecimientos que hubo en la vida de Jesús. Allí también lo decisivo fue la proclamación del Reino de Dios, y hubo muchos milagros y señales porque el Reino de Dios se había acercado.

La humanidad se encuentra en miseria porque los hombres están en un estado de hostilidad entre sí mismos, pero nunca ha sido así porque la cuna de la humanidad fue el paraíso, el hombre anteriormente llego a vivir en paz con Dios y consigo mismo.

Pero, ¿Qué es el paraíso? El paraíso es la paz. El secreto de la paz está en la convergencia de todas las fuerzas vitales en un solo espíritu, en su cooperación en perfecta harmonía. La paz es como un prisma que une a todos los colores del espectro en la blanca y pura luz del sol, para refractarla otra vez en los colores resplandecientes del arco iris. Esta paz revela el

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