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La Vida De San Pablo


Enviado por   •  23 de Diciembre de 2012  •  39.808 Palabras (160 Páginas)  •  724 Visitas

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La Vida de San Pablo

James Stalker

Índice:

 Capítulo 1: Lugar de Pablo en la Historia

 Capítulo 2: Su Preparación Inconsciente Para Su Obra

 Capítulo 3: Su Conversión

 Capítulo 4: Su Evangelio

 Capítulo 5: La Obra Que Aguardaba al Obrero

 Capítulo 6: Sus Viajes Misioneros

 Capítulo 7: Sus Escritos y Su Carácter

 Capítulo 8: Cuadro de Una Iglesia Paulina

 Capítulo 9: La Gran Controversia de Pablo

 Capítulo 10: El Fin

Capítulo 1

LUGAR DE PABLO EN LA HISTORIA

El hombre necesitado por el tiempo Hay algunos hombres cuya vida es imposible estudiar sin recibir la impresión de que fueron enviados al mundo expresamente para hacer una obra demandada por las exigencias de la época en que vivieron. Por ejemplo, la historia de la Reforma no puede ser leída sin admirar la disposición providencial por la que hombres tan grandes como Lutero, Zwinglio, Calvino y Knox se levantaron simultáneamente en diferentes partes de Europa con el objeto de romper el yugo del papado y publicar de nuevo el evangelio de gracia. Cuando el avivamiento evangélico, después de haber sido de bendición para Inglaterra, estuvo próximo a romper en Escocia y terminar el triste reino del Moderatismo, se levantó con Tomás Chalmers una inteligencia capaz de absorber por completo el nuevo movimiento y de bastante simpatía e influencia para difundirlo hasta en los más remotos confines de su país natal.

Ninguna vida mejor que la del Apóstol San Pablo ha producido esta impresión de que venimos hablando. El fue dado al cristianismo cuando éste se hallaba en los primeros momentos de su historia. El cristianismo, en verdad, no era débil, y ningún hombre puede ser considerado como indispensable para aquel, pues llevaba en sí mismo el vigor de una existencia inmortal y divina que no podía menos de revelarse en el curso del tiempo. Pero si reconocemos que Dios hace uso de los medios que se recomiendan aun a nuestros ojos como adaptados al fin que tiene delante, entonces debemos decir que el movimiento cristiano, en el momento en que se presentó San Pablo en la palestra, necesitaba en extremo de un hombre de extraordinarias dotes, quien, poseído de genio, lo incorporase en la historia general del mundo; y en Pablo encontró al hombre que necesitaba.

Un tipo del carácter cristiano

El cristianismo obtuvo en Pablo un tipo incomparable del carácter cristiano. En verdad, ya poseía el modelo perfecto del carácter humano en la persona de su fundador; pero él no fue como otros hombres, porque nunca tuvo que luchar con las imperfecciones del pecado; y el cristianismo necesitaba aún demostrar lo que podía hacer de la naturaleza humana imperfecta. Pablo proporcionó la oportunidad para demostrar esto. Naturalmente era de gran fuerza y alcance mental. Aun si nunca hubiera sido cristiano siempre habría sido un hombre notable. Los otros apóstoles habrían vivido y muerto en la oscuridad de Galilea si no hubieran sido elevados a un lugar prominente por el movimiento cristiano; pero el nombre de Saulo de Tarso hubiera sido recordado bajo algún carácter, aun cuando el cristianismo nunca hubiera existido. En Pablo el cristianismo tuvo la oportunidad de demostrar al mundo toda la fuerza que traía consigo. Pablo estaba convencido de esto, aunque lo expresó con perfecta modestia cuando dijo: "Por esto fui recibido a misericordia para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia para ejemplo de los que habían de creer en él para vida eterna".

Su conversión probó el poder del cristianismo para destruir las más fuertes predisposiciones y estampar su propio tipo en una gran naturaleza por una revolución tan instantánea como permanente. La personalidad de Pablo era tan fuerte y original, que de cualquier hombre se hubiera esperado, menos de él, un cambio tan completo; pero desde el momento en que tuvo contacto con Cristo quedó tan dominado por su influencia que por todo el resto de su vida su deseo dominante fue el de ser un mero eco y reflexión de Aquel para el mundo. Pero si el cristianismo demostró su fuerza por la tan completa conquista que hizo de Pablo, no demostró menos su valor en la clase de hombre que de él hizo, cuando Pablo se entregó a su influencia. Satisfizo las necesidades de una naturaleza peculiarmente hambrienta, y nunca, hasta el fin de su vida, reveló en lo más mínimo que esta satisfacción hubiese disminuido. Su constitución original estaba compuesta de materiales; finos: pero el Espíritu de Cristo, pasando a ellos, los levantó a un grado de excelencia del todo sin igual. Ni a él mismo ni a otros le fue dudoso que la influencia de Cristo le hiciera lo que él fue. El verdadero lema de su vida sería su propia frase: "y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí". En verdad, Cristo fue tan perfectamente formado en él que podemos estudiar el carácter de Cristo en el suyo; y los principiantes tal vez pueden aprender mucho más de Cristo por el estudio de la vida de Pablo que por la de Jesús. Había en Cristo mismo una concurrencia tal de todas las excelencias que impidió que su grandeza fuera vislumbrada por el principiante a la manera como por la perfección misma de las pinturas de Rafael quedan decepcionados los ojos sin educación cuando las ven. En Pablo, en cambio, unos pocos de los más grandes elementos del carácter cristiano estuvieron expuestos con tan clara determinación que ninguno puede dudar de su existencia, así como las características más prominentes de las pinturas de Rubens pueden ser apreciadas por cualquier espectador.

El pensador del cristianismo

En segundo lugar, el cristianismo obtuvo en Pablo un gran pensador. Por el momento esto era especialmente lo que necesitaba. Cristo había partido del mundo, y aquellos a quienes dejó para que le representaran eran pescadores sin instrucción, y la mayor parte sin ninguna notabilidad intelectual. En un sentido, este hecho demuestra una gloria peculiar del cristianismo, porque prueba que no debe el lugar que tiene como una de las grandes influencias del mundo a las habilidades de sus representantes humanos: no por fuerza, ni por poder, sino por el Espíritu de Dios se estableció el cristianismo en la tierra. Sin embargo, si miramos al pasado, claramente podemos ver cuan esencial era que un apóstol de educación y carácter diferentes se levantara.

Cristo una vez por todas había manifestado la gloria del Padre y había completado su obra expiatoria. Pero esto no era suficiente. Era necesario que el objeto de su venida se explicara al mundo. ¿Quién era el que había estado aquí? ¿Qué fue lo que precisamente hizo? A estas

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