Lecturas

Un hombre llega a las ruinas de un antiguo templo circular. Su objetivo es crear un ser humano a través del sueño e imponerlo a la realidad. Al principio el hombre sueña que está en el centro de un anfiteatro de estudiantes a los cuales les dicta lecciones. Elige un alumno y, después de darle lecciones particulares, se maravilla de las habilidades del joven. Sin embargo, un día el hombre se despierta y por muchas noches no puede dormir. Reconoce que su primer intento ha sido un fracaso y decide buscar otro método de trabajo. Después de un descanso y de observar varios ritos de purificación y adoración a los dioses, el hombre se duerme y sueña con un corazón.

Noches, días y años pasan y el hombre crea a su hijo, pedazo por pedazo, con atención mayor a cada minúsculo detalle. Finalmente el joven está completo, pero no habla y no se incorpora; solo sueña. El hombre le ruega ayuda al dios del Fuego para darle vida a su hijo y para que sea consciente. El joven se despierta como un hombre de carne y hueso y es enviado a otro templo. Solo el soñador y el dios del Fuego saben que el hijo es una creación, un hombre soñado; no es un hombre real.

Al pasar el tiempo, el soñador escucha de otros hombres que hay un hombre en otro templo que puede caminar por el fuego sin daño. El hombre sabe que este es su hijo y se preocupa de la posibilidad que él se entere que no es un ser humano, sino una proyección de otro. Se acerca de repente un gran fuego. El hombre acepta que ha llegado su momento de morir y se acerca al fuego. Pasa por las llamas sin dañarse, y en ese momento comprende que él también es una proyección, un sueño de otro.

Propósito del escritor:

Jorge Luis Borges quiso expresar con este cuento que el hombre es Dios porque crea a otros hombres, además de mostrar que existe un Dios todo poderoso que crea al hombre y éste con ayuda de este Dios crea a otros hombres.

El Difunto Yo:

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