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Los Mensajeros


Enviado por   •  30 de Julio de 2013  •  6.841 Palabras (28 Páginas)  •  259 Visitas

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FRANCISCO CÂNDIDO XAVIER

EMMANUEL

Nacer

Renacer

Apartado Postal 22 28 Caracas 1010-A - Venezuela

INSTITUTO DE DIFUSAO ESPÍRITA

Av, Otto Barreto, 1067 - Caixa Postal 110

Fone: (0195) 41-0077 - CEP 13600-970 - Araras

Estado de Sáo Paulo – Brasil

Homenaje y Gratitud a

Rolando Mario Ramacciotti

NACER Y RENACER

Lector amigo.

La indagación, en cuanto a las causas del sufrimiento humano, se hace ahora universal.

¿Por qué tamaña expansión de la violencia? ¿por qué tantos procesos de angustias, tantos

accidentes y tantas pruebas individuales y colectivas?

Entretanto, a pesar de semejantes obstáculos el progreso avanza, permaneciendo bajo la

responsabilidad de los propios hombres, la explosión o la abstención de nuevas guerras que

únicamente perjudican a los propios hombres y les dilapidan los intereses.

Reportándonos, sin embargo, al sufrimiento, será justo recordar, en este atardecer del

segundo milenio de la Era Cristiana, los conflictos crueles, las persecuciones, los siglos de

esclavitud del hombre, en la explotación y en el rebajamiento del propio hombre, la conquista

sanguinolenta de pueblos laboriosos y pacíficos, el rapiñaje sobre comunidades indefensas, la

piratería impune a lo largo de los mares, las hogueras del odio, en nombre de la fe,

eliminando vidas preciosas, el bandidaje hidalgo y los múltiples delitos que injuriaran la

dignidad humana en los diez últimos siglos, y preguntémonos cómo deberían ser los frutos de

nuestra propia sementera.

No nos referimos, no obstante, a esos registros a fin de destacar el pesimismo. Al revés de

eso, aspiramos a exaltar el Amor Infinito de Dios que nos permite nacer y renacer, tantas

veces como se hagan necesarias a nuestro propio perfeccionamiento, ya que, en sana

conciencia, deseamos construir o reconstruir nuestros propios destinos por nosotros mismos.

Conservemos la alegría de la esperanza, trabajando y sirviendo siempre.

Aceptemos las pruebas que se nos hagan necesarias al perfeccionamiento propio, sanando los

débitos que nos correspondan, asumiendo nuestra experiencia y sigamos adelante.

A fin de reflexionar, muy levemente, en los innumerables temas de la reencarnación, es que

te ofrecemos este libro para nuestros diálogos en el asunto, recordando no sólo Allan Kardec,

en la leyenda inolvidable que nos dejó: "Nacer, vivir, morir, renacer aún y progresar siempre,

tal es la ley," más igualmente Jesucristo, nuestro Divino Maestro, cuando nos aseveró,

convincentemente: - "Nadie alcanzará el Reino de Dios si no naciere de nuevo".

EMMANUEL

Uberaba, 02 de Enero de 1982.

CONTABILIDAD Y DESTINO

Observemos a un instituto bancario en sus operaciones rutinarias.

Todo cliente en dificultades en él comparece, rogando ciertos favores.

Vemos allí aquellos que por estar excesivamente comprometidos, requieren más vastos

recursos, buscando la solución de grandes cuentas en más amplio sector de servicio; los que

solicitan la reforma de los títulos que no pueden pagar en el día justo; los que suplican

moratoria adecuada a las aflicciones que atraviesan; y los que se deciden a aceptar intereses

pesados y desolladores, en la suprema tentativa de liquidar los débitos que contrajeran en

otros campos de expectativa y de acción.

Todos luchan y sufren, condicionados a las regulaciones a que se sujetan, trabajando por la

quitación que les devolverá el nombre a la respetabilidad debida.

Así, también, en la Contabilidad Divina, todos nosotros, en el balance de antiguos débitos,

imploramos esa o aquella providencia adecuada a nuestras necesidades.

Hay quien pida la prueba de la riqueza para deshacerse de pesados grilletes en los círculos de

la economía terrestre y hay quien ruegue penuria, buscando aprender como se debe actuar en

la fortuna.

Hay quien suplique enfermedades del cuerpo para valorizar la salud y hay quien solicite salud

para extender asistencia a los enfermos de los cuales se hizo deudor.

Hay quien exore mutilaciones y defectos en el campo físico para reconquistar la felicidad en

la vida imperecible y hay quien abogue para sí mismo la concesión de la armonía corporal

para la realización de tareas determinadas en beneficio de los demás.

Hay quien se proponga a recibir un cerebro claro y fuerte para servir a los ignorantes y hay

quien pida un cerebro frustrado para restaurarse, a través de la humildad y del dolor, ante su

propio destino.

Si ya tienes conciencia en cuanto a la grandeza de la Creación, confiere los talentos y las

inhibiciones que te señalan y por ellos comprenderás de qué tarea más alta la vida te incumbe

en el corto espacio de la existencia terrestre, porque facilidad y obstáculo, oro fácil y recurso

difícil, raciocinio pronto e idea tardía, son préstamos de la Providencia Divina, con tiempo

exacto para el acierto preciso en nuestro propio favor, delante de las Leyes de Dios.

JUICIO MENOR

No olvides que, antes del Juicio Mayor, que flagela el cuerpo de las civilizaciones, alterando,

muchas veces, a golpes de sangre y lágrimas, el destino de las naciones y de los pueblos,

usufructuamos todos, por la Misericordia Divina, el privilegio del Juicio Menor, a cuyas

decisiones nos exponemos todos los días.

Nos referimos al renacimiento en la vida física, con la prerrogativa de recapitular y aprender

de nuevo.

Ahí dentro, en los círculos de la reencarnación, nos encontramos, de nuevo, al frente de la

lección, en el reajuste de nuestros propios errores.

Nuestra cuna, en el Plano Físico, por eso mismo, en la mayoría de las circunstancias surge en

el campo de nuestros adversarios, para que vayamos a reencontrar en los hilos consanguíneos

a nuestros acreedores del pretérito para la cancelación de las deudas que nos ensombrecen la

conciencia.

En esa fase de trabajo, la Tierra, con el cuerpo que nos detiene, toma la manera de tribunal,

en cuyas celdas somos provisionalmente detenidos para crear atenuantes a nuestras culpas,

cuando no podamos extinguirlas del todo, al precio de abnegación y sacrificio.

Nuestros adversarios asumen las funciones de promotor que nos reprueba y nuestros

benefactores se elevan a la condición de nuestros abogados, encaminándonos al rescate

...

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