Mandamientos
Enviado por flayo • 7 de Octubre de 2013 • 551 Palabras (3 Páginas) • 379 Visitas
Sexto y Noveno Mandamientos
No cometerás actos impuros; y, no consentirás pensamientos ni deseos impuros
La Beata Jacinta Marto, dijo en 1920:“Los pecados que llevan más almas al infierno son los de la carne”. ¡Qué diría ella hoy de la televisión, del cine, y de otros sofisticados medios de inmoralidad!
Estos dos mandamientos prohíben el adulterio y todo lo que es contrario a la virtud de la castidad.
El sexto prohíbe: 1) todo acto exterior de impureza: discursos, miradas, tocamientos y otras acciones deshonestas; 2) las ocasiones que inducen a la impureza: malas compañías, entretenimientos muy libres y familiares entre personas de diferente sexo, bailes lascivos, modas indecentes, cuadros, estatuas obscenas, espectáculos, canciones; periódicos, folletines, libros, romances licenciosos y fútiles, etc.
El noveno prohíbe los pecados interiores, es decir, los pensamientos y los deseos contrarios a la pureza. Todo pecado de impureza es mortal desde que hay en él pleno consentimiento. Las consecuencias de la impureza son: las recaídas, los malos hábitos, los sacrilegios causados por la vergüenza de confesar este vicio, los escándalos y una multitud de otros pecados, como la incredulidad, el endurecimiento y la impenitencia final.
El impúdico es castigado muchas veces en esta vida con la pérdida de su honor, de sus bienes, de su salud y con muerte prematura; después de la muerte, con el fuego eterno. A este pecado, dice San Alfonso de Ligorio, deben atribuir su condenación la mayor parte de los réprobos (cf. F. X. Schouppe S.J., «Curso abreviado de religión», París-México, 1906, pp. 399-400).
El sexto mandamiento nos prohíbe toda acción, toda mirada, toda conversación contraria a la castidad, y la infidelidad en el matrimonio.
El noveno mandamiento prohíbe expresamente todo deseo contrario a la fidelidad que los cónyuges se han jurado al contraer matrimonio, y asimismo prohíbe todo pensamiento o deseo culpable de acciones prohibidas en el sexto mandamiento.
La impureza es un pecado gravísimo y abominable delante de Dios y de los hombres; rebaja al hombre a la condición de los brutos, le arrastra a otros muchos pecados y vicios, y acarrea los más terribles castigos en esta vida y en la otra.
Los pensamientos que nos vienen a la mente contra la pureza, por sí mismos no son pecados, sino tentaciones e incentivos de pecado.
Los malos pensamientos, aunque sean ineficaces, son pecado cuando culpablemente damos motivo a tenerlos, consentimos o nos exponemos a peligro próximo de consentir en ellos.
El sexto mandamiento nos ordena ser castos y modestos en las acciones, en las miradas, en nuestra conducta y en las palabras. El noveno mandamiento nos ordena que seamos castos y puros aun en lo interior, a saber: en la mente
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