Pedro Martínez
Enviado por vetealavrga • 21 de Abril de 2015 • Informe • 569 Palabras (3 Páginas) • 148 Visitas
Tras repartir sus bienes, entra en la Orden de San Francisco, en el convento de Nuestra Señora del Castañar (Castilla), tomando los hábitos el 22 de febrero de 1609, a los 23 años, de manos de fray Diego Ordóñez (posteriormente obispo de Salamanca) y los votos del guardián fray Pedro Martínez.
Viendo que había comenzado tarde los estudios en la facultad debió esfrozarse para compensarlo, alcanzando en breve el nivel para ser un religioso y letrado insigne, instruido en Artes y Teología, y maestro de estudiantes; ascendiendo a lector jubilado y guardián de Alcalá de Henares, en cuya universidad permaneció 17 años como su oráculo. Además ocupó los cargos de provincial de Castilla, comisario general de la Familia Cismontana, calificador del Supremo Consejo de la Inquisición y juez sinodal del Arzobispado de Toledo.
Por disconformidad con el nombramiento como padre general de fray Juan Merinero, posterior obispo de Valladolid, el rey Felipe IV lo destierra a 20 leguas de la Corte, pero recobrará el favor real de mano de la reina Isabel de Borbón, que le quería como su confesor, y que le diría al doblar la rodilla «Levantaos, Padre, de mis pies, que harto he deseado yo estar a los vuestros».
Debido a su integridad y prudencia, fray Pedro fue nombrado obispo de Coria a instancias de Felipe IV en 1644, siendo consagrado para la mitra el 11 de septiembre en el convento de las Descalzas Reales de Madrid por Diego de Arce Reynoso, obispo de Plasencia e inquisidor general.
Nombrado para la silla de Plasencia en 1648 no llega a tomar posesión del obispado, al ser trasladado ese año para fungir como arzobispo de Valencia; y, a su vez, virrey y capitán general del reino de Valencia desde el 17 de agosto de 1650, siendo relevado en tal desempeño por el duque de Montalto el 17 de agosto de 1652. Hizo servicio a la corona socorriendo y recuperando Tortosa y otras plazas.
También fue nombrado embajador ante el papa Alejandro VII en la defensa de la causa de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios, que no pudo ejercer a causa de una grave enfermedad.
Finalmente, fue promovido a arzobispo de Sevilla en 1658, cuando toma posesión de este cargo el 28 de julio contaba con 73 años de edad, ocupando la sede hasta su muerte en 1663.
Murillo le retrata en pie y de cuerpo entero en un lienzo al óleo, con hábito franciscano y la gravedad propia de su dignidad eclesiástica. El fondo es un cortinaje rojo y la figura se apoya sobre una mesa en cuyo tapete aparece su escudo de armas. La obra barroca de «Fray Pedro de Urbina» se fecha hacia 1644-1648 en atención a tal escudo, que corresponde a su época como obispo coriano a pesar de que en la inscripción figure escrito «ARZOBISPO DE SEVILLA».
Fraile franciscano, fue benefactor de la Casa Grande de San Francisco en Sevilla, en donde hizo recalar una
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