Quien Es Dios
Enviado por Pretoriano_13 • 15 de Julio de 2013 • 2.521 Palabras (11 Páginas) • 353 Visitas
ACERCARSE A DIOS
En las cortes del antiguo Oriente, una persona solo podía acercarse al monarca según la reglamentación establecida y con su permiso. En la mayoría de los casos, los que deseaban que el monarca les concediera una audiencia se ponían en contacto con un intermediario, quien los presentaba al gobernante y respondía de sus credenciales. Entrar en el patio interior del rey persa Asuero sin una invitación significaba la muerte; sin embargo, cuando la reina Ester se presentó ante el rey a riesgo de su vida, fue favorecida con su aprobación. (Est 4:11, 16; 5:1-3.) Las acciones y palabras de los hermanos de José ilustran el cuidado que se ejercía para no ofender a un rey, pues Judá le dijo a José: “Porque es lo mismo contigo que con Faraón”. (Gé 42:6; 43:15-26; 44:14, 18.) De modo que el acceso a la presencia de un gobernante terrestre, un simple hombre imperfecto, solía ser algo muy difícil de conseguir y un privilegio inusual.
Santidad de la presencia de Dios. Aunque Pablo declaró en Atenas que Dios “no está muy lejos de cada uno de nosotros” (Hch 17:27) y en toda Su Palabra, la Biblia, se muestra que Dios es realmente accesible, el que se le acerca debe reunir ciertos requisitos y tener Su permiso o aprobación. La visión que Daniel tuvo del majestuoso tribunal celestial del “Anciano de Días” ante el que el “hijo del hombre [...] obtuvo acceso” y ‘fue presentado cerca, aun delante, de Aquel’, ilustra la dignidad, respeto y orden relacionados con la presencia del Gobernante Soberano del universo. (Da 7:9, 10, 13, 14; compárese con Jer 30:21.) Los textos de Job 1:6 y Job 2:1 indican que en determinadas ocasiones a los hijos angelicales de Dios se les invita a comparecer ante su presencia inmediata. El que Satanás estuviera entre ellos era solo por permiso divino.
El hombre también tendría que estar en comunicación con su Dios y Padre, pues fue hecho a la imagen y semejanza de su Creador, es decir, se le confirió una cierta medida de los atributos divinos, y además se le dio la responsabilidad de cuidar del planeta Tierra y la creación animal que lo habita. (Gé 1:26, 27.) Un ejemplo de esta comunicación se encuentra en Génesis 1:28-30; 2:16, 17.
Como criaturas perfectas y, por lo tanto, sin ningún sentimiento de culpabilidad ni conciencia de pecado, Adán y Eva podían acercarse a Dios para conversar con Él sin sentir la necesidad de disponer de un intercesor entre ellos y su Creador, del mismo modo que unos hijos se acercan a su padre. (Gé 1:31; 2:25.) Una vez que pecaron y se rebelaron contra Dios, perdieron esta relación con Él y se hicieron reos de la condenación a la muerte. (Gé 3:16-24.) No se dice si después del pecado intentaron acercarse de nuevo a Dios.
Mediante la fe, buenas obras y sacrificios. El relato de Caín y Abel y su modo de acercarse a Dios mediante ofrendas muestra que la fe y las buenas obras son requisitos previos para poder acercarse al Creador. Por ejemplo, a Caín se le privó de la aceptación divina hasta que ‘se dirigiera a hacer lo bueno’. (Gé 4:5-9; 1Jn 3:12; Heb 11:4.) Más tarde, en tiempo de Enós, se empezó a “invocar el nombre de Jehová”, pero parece que no fue una invocación sincera (Gé 4:26), pues el siguiente hombre de fe que se menciona después de Abel no fue Enós, sino Enoc, quien ‘andaba con Dios’, una indicación de que se acercó a Dios y de que Él le aprobó. (Gé 5:24; Heb 11:5.) La profecía de Enoc registrada en Judas 14, 15 muestra, no obstante, que este hombre de fe vivió en un tiempo de desenfrenada falta de respeto a Dios. (Véase ENÓS.)
El derrotero de Noé, justo y exento de falta entre sus contemporáneos, le permitió acercarse a Dios y ser conservado con vida. (Gé 6:9-19.) Después del Diluvio, se acercó a Dios mediante un sacrificio, como lo hiciera Abel; fue bendecido por ello y se le informó de otros requisitos necesarios para conseguir la aprobación divina, así como del pacto de Dios con toda carne que garantizaba que no se volvería a producir un diluvio global. (Gé 8:20, 21; 9:1-11.) La expresión “Jehová, el Dios de Sem” parece dar a entender que este hijo de Noé consiguió una posición de mayor favor ante Dios que sus dos hermanos. (Gé 9:26, 27.)
El sacerdocio de Melquisedec. Aunque Noé ofició en el altar en favor de su familia, hasta el tiempo de Melquisedec no se menciona específicamente a ningún “sacerdote” que ayudara a los hombres a acercarse a Dios. Abrahán reconoció su sacerdocio, pues “le dio el décimo de todo”. (Gé 14:18-20.) En Hebreos 7:1-3, 15-17, 25 se presenta a Melquisedec como un tipo profético de Cristo Jesús.
Otros patriarcas se acercan a Dios. Abrahán tuvo una relación con Dios que se destacó en especial por la fe, obediencia y modo respetuoso de acercarse a Él mediante altares y ofrendas (Gé 18:18, 19; 26:3-6; Heb 11:8-10, 17-19), por lo que se le llamó ‘amigo de Dios’. (Isa 41:8; 2Cr 20:7; Snt 2:23.) Llegó a tener una relación pactada con Él. (Gé 12:1-3, 7; 15:1, 5-21; 17:1-8.) Como señal de esta relación, se le dio la circuncisión, que durante un cierto período de tiempo fue un requisito para la aceptación divina. (Gé 17:9-14; Ro 4:11.) La posición de Abrahán le permitió hacer súplicas a favor de otras personas (Gé 20:7), aunque siempre manifestó un profundo respeto a Jehová o sus representantes. (Gé 17:3; 18:23-33.) Job, pariente lejano de Abrahán, actuó como sacerdote de su familia ofreciendo sacrificios quemados en su favor (Job 1:5); también oró por sus tres “compañeros”, y “Jehová aceptó el rostro de Job”. (Job 42:7-9.)
Isaac y Jacob, herederos de la promesa hecha a Abrahán, se acercaron a Dios invocando el “nombre de Jehová” con fe, construyendo altares y presentando ofrendas. (Heb 11:9, 20, 21; Gé 26:25; 31:54; 33:20.)
El ángel de Dios le dijo a Moisés que no se acercara a la zarza ardiente y que se quitara las sandalias porque estaba de pie en “suelo santo”. (Éx 3:5.) Como representante nombrado de Dios ante la nación de Israel, Moisés tuvo acceso especial a la presencia divina durante su vida y Jehová le habló “boca a boca”. (Nú 12:6-13; Éx 24:1, 2, 12-18; 34:30-35.) Al igual que Melquisedec, fue un tipo profético de Cristo Jesús. (Dt 18:15; Hch 3:20-23.)
Se recalca la importancia de acercarse a Dios del modo que Él aprueba. Antes de establecer el pacto de la Ley, Jehová mandó a toda la nación de Israel que se santificara durante tres días y lavara sus mantos. Se fijaron límites en derredor para el pueblo, y nadie, ni hombre ni animal, podía tocar el monte Sinaí, bajo pena de muerte. (Éx 19:10-15.) Luego, Moisés “hizo que el pueblo saliera del campamento al encuentro del Dios verdadero”, lo situó al pie de la montaña y subió para recibir las cláusulas del pacto de la Ley en medio de
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