RESUMEN DISCURSO A MIS ESTUDIANTES
Enviado por ANTONIOOTOYA • 5 de Julio de 2015 • 3.321 Palabras (14 Páginas) • 5.878 Visitas
DISCURSO A MIS ESTUDIANTES
Charles Haddon Spurgeon
En este ensayo el pastor Spurgeon, toca muchos temas que conciernen al arte de predicar y al predicador, es de admirar con cuanta precisión y seguridad del tema maneja cada asunto a tratar.
La Vigilancia que de sí Mismo Debe Tener El Ministro
El recurso humano como instrumento divino debe ser cuidado, al igual que los instrumentos de trabajo.
A respecto Spurgeon dice: Nosotros somos, en cierto sentido, nuestros propios instrumentos, y de consiguiente, debemos conservarnos en buen estado. Si me es menester predicar el Evangelio, no podré hacer uso sino de mi propia voz. y por tanto, debo educar mis órganos vocales.
No puedo pensar sino con mi propio cerebro, ni sentir sino con mi propio corazón, y en consecuencia, debo cultivar mis facultades intelectuales y emocionales. No puedo llorar y sentirme desfallecer de ternura por las almas, sino en mi propia naturaleza renovada, y por tanto, debo conservar cuidadosamente la ternura que por ellas abrigaba Cristo Jesús.
En vano me será surtir mi biblioteca, organizar sociedades, o proyectar estos o aquellos planes, si me muestro negligente en el cultivo de mí mismo; porque los libros, las agencias y los sistemas son sólo remotamente los instrumentos de mi santa vocación: mi propio espíritu, mi alma y mi cuerpo son la maquinaria que tengo más a la mano para el servicio sagrado; mis facultades espirituales y mi vida interior son mi hacha de armas y mis arreos guerreros.
Uno de Nuestros Principales Cuidados Debe Ser el que Nosotros Mismos Seamos Salvos.
Al respecto Spurgeon está en lo cierto, lo primero que una persona que anuncia o pretende anunciar las buenas nuevas de la salvación es que se asegurase que haya disfrutado de la renovación espiritual de su espíritu. Al respecto Spurgeon dice: Sea cual fuere el "llamamiento" que alguien pretenda haber recibido, si no ha sido llamado a la santidad, puede asegurarse que no lo ha sido al ministerio.
"Atavíate primero a ti mismo, y adorna después a tu hermano," dicen los rabinos. "La
mano que trata de limpiar algo," dice Gregorio, "es menester que esté limpia." Si vuestra sal no tiene sabor ¿cómo podréis sazonar con ella? La conversión es una cosa sine qua non en un ministro. Vosotros aspirantes a nuestros púlpitos, es menester que nazcáis de nuevo. Ni es la posesión de esta primera cualidad una cosa que pueda tenerse como concedida por cualquiera, porque hay una muy gran posibilidad de que nos engañemos acerca de si estamos convertidos o no.
Creedme, no es juego de niños el que os aseguréis de vuestro llamamiento y elección.
El mundo está lleno de imposturas, y abunda en seductores que explotan la presunción carnal y se agrupan en torno de los ministros con la avidez con que lo hacen los buitres en torno de los cuerpos en putrefacción. Nuestros corazones son engañosos, de manera que la verdad no se halla en la superficie, sino debe ser sacada de su más profundo interior.
Debemos examinarnos a nosotros mismos muy afanosa y profundamente, no sea que por algún motivo después de haber predicado a los demás, resulte que nos hallamos en la línea de los réprobos.
¡Cuán horrible es ser predicador del Evangelio y no estar sin embargo convertido! Que cada uno se diga en secreto desde lo más recóndito de su alma: "¡Qué cosa tan terrible será para mí el vivir ignorante del poder de la verdad que me estoy preparando a proclamar!" Un ministro inconverso envuelve en sí la más patente contradicción.
Un pastor destituido de gracia es semejante a un ciego elegido para dar clase de óptica, que filosofara acerca de la luz y la visión, Disertara sobre ese asunto, y tratara de hacer distinguir a los demás las delicadas sombras y matices de los colores del prisma, estando él sumergido en la más profunda oscuridad.
La Vocación al Ministerio Todo creyente es llamado a proclamar las buenas nuevas, pero Dios ha dotado a algunos hombres para apacentar la grey de Dios. Anota Spurgeon:
No todos son llamados al trabajo de predicar o de enseñar, a ser ancianos, o a desempeñar algún otro cargo de importancia; ni todos deben aspirar a trabajos de esa naturaleza, puesto que las dotes necesarias para ello no se han prometido en ninguna parte a todos; pero sí, deben entregarse a tan Importantes tareas, los que como el apóstol, conozcan haber "recibido este ministerio" (2 Cor.4:1). Ninguno debe meterse en el aprisco de las ovejas como pastor intruso, pues es preciso que no pierda de vista al Pastor .principal para estar pendiente de sus indicaciones y mandatos. Es decir, para que un hombre salga a la palestra como embajador de Dios, necesita recibir de lo alto su llamamiento para ello, pues si no lo hace así y se entra de rondón al sagrado ministerio, el Señor dirá de él y de otros que se hallen en su caso: "Yo no los envié, ni les mandé: y ningún provecho hicieron a este pueblo " (Jer. 23:32).
Permitidme que os lea sus palabras memorables, y que os ruegue le pidáis a Dios, mientras las escucháis, que su Santo Espíritu os dé fuerza para cumplir con todo lo que aquí se os presenta: "No dando a nadie ningún escándalo, porque el ministerio nuestro no sea vituperado: antes habiéndonos en todas 29 cosas como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias, en azotes, en cárceles, en alborotos, en trabajos, en vigilias, en ayunos, en castidad, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en Espíritu Santo, en amor no fingido, en palabra de verdad, en potencia de Dios, en armas de justicia a diestro y a siniestro, por honra y por deshonra, por infamia y por buena fama; como engañados, mas hombres de verdad; como ignorados, más conocidos; como muriendo, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos; como doloridos, mas siempre gozosos; como pobres, enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, más poseyéndolo todo."
La Oración Privada del Predicador
La oración debe ser de uso permanente en la vida del ministro ya que por ella logramos una comunión con el trono de la gracia. Decía Spurgeon: Todo lo que el curso de estudios en un colegio puede hacer por un estudiante, es cosa vasta y externa en comparación con el refinamiento espiritual y delicado obtenido mediante la comunión con Dios. Mientras el ministro en cierne está dando vueltas a la rueda de la preparación, la oración es el instrumento del gran alfarero, por medio del cual amolda la vasija. Todas nuestras bibliotecas y estudios son meras vaciedades en comparación con nuestros gabinetes de retiro. En estos crecemos, nos hacemos fuertes, prevalecemos en la oración privada.
Las oraciones que hagáis serán vuestros
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