Rasgos de Jesús Resucitado
Enviado por Itzama • 24 de Mayo de 2012 • Monografía • 1.881 Palabras (8 Páginas) • 329 Visitas
Rasgos de Jesús Resucitado:
I. La transformación en general CUERPO-GLORIOSO RS/CUERPO:
1. Si la salvación se revela en el cuerpo, el cuerpo resucitado tiene
que ser completamente distinto del cuerpo de esta existencia
histórico-temporal. En realidad hay entre ambas formas de existencia
una diferencia esencial. La resurrección no es la recuperación del
cuerpo abandonado por el alma ni la continuación de la vida anterior,
sino el principio de una vida nueva. El resucitado no es devuelto a
ninguno de los estados de su existencia histórico-temporal, sino que la
resurrección implica una transformación. El error de los ilustrados
saduceos consistía en que no podían imaginar la resurrección más que
como la restauración de la vida corporal interrumpida por la muerte.
Cristo les dice que el cuerpo resucitado y el cuerpo histórico existen de
maneras distintas. San Pablo llama locas a tales ideas, también difundidas en Corinto. Como la semilla es arrojada a la tierra y debe morir, para que de ella
nazca la planta, el cuerpo debe pasar también por la muerte, para
poder sobrevivir en la existencia nueva. El punto de comparación es la
transformación, que es la categoría apropiada para entender el cuerpo
resucitado.
La transformación no resulta de un proceso evolutivo orgánico; es
obrada por Dios (I Cor. 15, 38; 52; 57). Es gracia (II Cor. 1, 9; Col. 1,
4).
2. La idea de la transformación nos sale al paso en la liturgia. Está
también a la base del prefacio de difuntos, cuando dice que la meta
definitiva del hombre sólo se alcanza en la resurrección de los muertos.
"En verdad es digno y justo, equitativo y saludable darte gracias
siempre y en todas partes, Señor, Santo Padre, Omnipotente, Eterno
Dios: Por Cristo nuestro Señor. En el nos brilla la esperanza de una
bienaventurada resurrección. Aunque nos contrista nuestra suerte
mortal cierta, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad. Pues
a tus fieles, Señor, no les puede ser quitada la vida, sino transformada.
Cuando este albergue de su peregrinación por la tierra se convierta en
polvo, les estará preparado una eterna morada en el cielo."
3. Ser resucitado no significa, por tanto, continuar sin fin la existencia
terrena e histórica. Tal idea estaría en directa contradicción con la
revelación de la resurrección de los muertos. Con su inagotable fuerza
creadora Dios resucitará a los hombres con otro cuerpo distinto del de
la experiencia e imposible de describir con los medios de nuestro
conocimiento empírico. Entre la existencia terrena y la existencia
resucitada hay, sin duda, una relación, pero a la vez se extiende entre
ambas formas de existencia un abismo imposible de traspasar con las
fuerzas humanas. El camino de una a otra pasa por la muerte y por la
transformación condicionada por la muerte y obrada por Dios. Sin esta
transformación nadie puede ser partícipe de la existencia resucitada.
Pero la transformación es totalmente acción de Dios. Es un milagro
incomprensible. La comparación del apóstol con la transformación de
la semilla no puede, según eso, ser exagerada. Simboliza la alteridad
del cuerpo resucitado frente al cuerpo histórico, pero no puede explicar
la razón de la transformación del cuerpo terreno en un cuerpo celestial.
Mientras que la transformación de la semilla se mantiene en el marco
de sus leyes inmanentes, la transformación del cuerpo histórico en
suprahistórico no puede ser explicada por la acción de leyes naturales.
Para ello se necesita más bien una intervención graciosa del misterioso
poder divino.
3.
1.Cualidades del cuerpo glorioso ;
Sobre el modo de ser del cuerpo transformado poco nos dice la
Escritura. En definitiva, es un misterio incomprensible. En la Escritura
es comparado el cuerpo resucitado al cuerpo glorioso de Cristo, que
es el prototipo y modelo de la futura transfiguración. El futuro cuerpo
resucitado ya no estará esclavizado a las leyes del espacio y del
tiempo, aunque -como el cuerpo de Cristo- quedará unido de algún
modo al espacio y al tiempo.
1. En particular San Pablo, en la epístola a los Corintios enumera las
siguientes propiedades del cuerpo resucitado: está dotado de
perennidad, fuerza y gloria, mientras que al cuerpo histórico-temporal
inhieren la caducidad, debilidad y deshonor.
La perennidad es a los ojos del Apóstol un bien extraordinariamente
grande. La caducidad es signo del pecado y la creación fue sometida a
ella por culpa del pecado (Rom. 8, 20). El cuerpo resucitado está
sustraído a todas las leyes de la caducidad. Por ser imperecedero e
inmortal en la vida del cielo no es necesario el matrimonio, como antes
vimos. Los resucitados serán iguales que los ángeles, dotados de vida
inmortal (Lc. 20, 36; cfr. Apoc. 7, 16; 21, 4). Por eso tampoco habrá ya
entre ellos angustia de morir. Todo lo que impide y amenaza la vida,
desaparecerá. Los resucitados "ya no tendrán hambre, ni tendrán ya
sed, ni caerá sobre ellos el sol, ni ardor alguno" (/Ap/07/16). Como
ejemplos de plagas que pueden torturar al hombre en la historia,
enumera San Juan las que más atormentaron al pueblo de Israel
mientras atravesaba el desierto. Los abrasadores rayos del sol caían
como flechas. Al mediodía se desencadenaba la corrupción como un
demonio y el siroco consumía todas las fuerzas (cfr. Eclo. 43, 4, Ps.
121 [120], 6; Ps. 91 [90], 5-6). Estas tribulaciones son símbolos de los
dolores que tendrá que soportar el pueblo de Dios del NT mientras
dure su peregrinación por el desierto de la vida terrena. A los
resucitados ya no les podrán atacar. Pues el Cordero que está delante
del trono, "los apacentará y los guiará a las fuentes de aguas de vida,
y Dios enjugará
...