Restringirse Al Hablar
Enviado por miguelinhom7 • 22 de Agosto de 2012 • 2.515 Palabras (11 Páginas) • 543 Visitas
RESTRINGIRSE AL HABLAR
Restricción: Intención mental con la que se limita, desvirtúa evasivamente o niega el sentido expreso de lo que se dice, sin llegar a mentir.
Hay muchos que podrían ser realmente útiles en la mano de Dios y podrían ser vasos poderosos para el Señor; sin embargo, ellos fracasan y su utilidad para Dios es anulada, o muy limitada, debido principalmente a su falta de restricción al hablar. Debemos recordar que las palabras dichas descuidadamente son a menudo la válvula de escape de nuestro poder.
Jacobo 3:11 dice que una fuente no puede echar “lo dulce y lo amargo” al mismo tiempo. Un obrero del Señor debe emitir agua dulce y viva; debe ser uno que transmite la palabra de Dios. Un balde o cubeta de agua no se puede usar para llevar agua potable y a la vez para vaciar aguas negras. Si usamos un recipiente para echar aguas negras y a la vez para traer agua potable, sería muy nocivo para la salud e incluso un peligro para la vida. De igual manera, si hemos consagrado nuestros labios para hablar la palabra de Dios.
Si nuestra boca ha hablado una vez la palabra de Dios, debemos comprender que ya no tenemos el derecho de decir cualquier cosa al volver a abrir nuestra boca. Nuestra boca fue santificada y ha sido separada. Una vez que algo ha sido consagrado a Dios, se convierte para siempre en una posesión de Dios; nunca podremos quitarle a Él lo que ya le hemos dado. Si se lo quitamos llegaremos a ser como la mula de Balaam; ya no seremos el profeta de Dios. Debemos ver que hay una estrecha relación entre la palabra de Dios y nuestra palabra. Nuestra boca ha sido separada; le pertenece a Dios y sólo puede ser usada para hablar la palabra de Dios.
REFLEXION:
Una pareja de jóvenes llevaban varios años de casados y al no llegar los hijos tan deseados por ellos, compraron un cachorro pastor alemán y lo amaron como si fuera su propio hijo. El tiempo pasó y el perro siempre fue muy fiel, incluso salvó a la pareja de ser atacada por ladrones .Luego de siete años llegó el regalo tan ansiado UN HIJO. Obviamente las atenciones al perro disminuyeron, el perro se notó relegado y comenzó a mostrarse celoso del bebé, ya no era el perro fiel y cariñoso que solía ser. Un día la pareja dejó al bebé durmiendo en su cuna y bajaron a cenar, al volver vieron con estupor a su perro en la puerta de la habitación del bebé, con el hocico ensangrentado moviendo la cola. Sin dudarlo el padre busco el arma y sin titubear le disparó.
Cuando entró en la habitación del bebé lo vio plácidamente dormido y en el suelo
una serpiente muerta.
Hay varios puntos relacionados con el hábito de hablar que debemos tomar en cuenta.
• Primero, debemos notar delante de Dios la clase de hablar que nos gusta escuchar. La clase de hablar que escuchamos determina la clase de personas que somos. Muchas personas no se atreven a contarnos ciertas cosas porque saben que no somos como ellos y que no nos interesaremos en lo que nos digan. Pero si tales personas nos cuentan con entusiasmo ciertos asuntos, lo hacen porque saben que somos de su misma clase y que sus comentarios tendrán cierto efecto sobre nosotros.
• Segundo, debemos observar la clase de comentarios que generalmente creemos, pues aquello a lo que damos crédito revela nuestra propia manera de ser. Cierta clase de persona tiende a creer cierto tipo de historias. Prestamos oído a cosas inadecuadas y creemos a la ligera tales conversaciones debido a nuestra ceguera por no estar en la luz de Dios. Tan pronto como tenemos menos luz, o carecemos por completo de la luz de Dios, caeremos en la posición de creer cosas equivocadas. Aquello a lo que prestamos oídos pone de manifiesto nuestra condición enferma. Muchas personas creen a otros, aun antes de saber nada de ellos. Después cuando oyen algo, los escuchan con gusto, creyendo ingenuamente en sus palabras. Las cosas que oyen pueden ser increíbles y absurdas; no obstante, quedan convencidos de que tales historias son ciertas. Así que, lo que creemos delata la clase de persona que somos.
• Tercero, además de escuchar y creer, también tenemos que considerar el asunto de contarles a otros lo que oímos. Esto es similar en naturaleza a los primeros dos puntos. Si escuchamos y aceptamos ciertos comentarios y nos disponemos a comunicárselos a otros, esto pone en evidencia la clase de persona que somos, pues si nos identificamos con tal información, esto muestra que nos encontramos en tinieblas, y no sólo eso, sino que también, al contarlo a otros, los arrastramos juntamente con nosotros, haciéndolos iguales a nosotros. Todo el ser de uno se involucra con las palabras que uno habla. Cuando escuchamos, otros hablan; cuando creemos, recibimos las palabras de otros, y al pasar a otros esas palabras, todo nuestro ser está involucrado en esas palabras. A mucha gente se les escapa todo el poder porque les encanta hablar y transmitir esas palabras a otros, lo que causa que ya no sean aptos para ser ministros apropiados de la palabra de Dios.
• En cuarto lugar, están las palabras inexactas. Algunos son muy inexactos en lo que dicen. Dicen una cosa primero y al siguiente minuto dicen otra cosa muy distinta. Tales personas son de “doble lengua” (1 Ti. 3:8), o doblez, no pueden servir como diáconos, pues le dicen una cosa a una persona y otra cosa muy diferente a otra. Dicen algo frente a una persona y a sus espaldas dicen lo contrario. Tal clase de personas son inútiles en la obra de Dios. Hermanos y hermanas, si no somos capaces de refrenar nuestra lengua, ¿cómo podremos ejercer control sobre nosotros mismos y cómo podremos servir al Señor? Antes de servir al Señor adecuadamente, uno debe ser capaz de refrenar sus palabras y de golpear su cuerpo. Tenemos un miembro terrible en nuestro cuerpo: nuestra lengua, la cual siempre nos causa problemas. La inexactitud en lo que decimos, tener una lengua doble, y titubear en nuestras declaraciones, son indicios de que nuestro carácter es débil. Aquellos que tienen tales hábitos no tienen posición ni poder delante de Dios. Titubean de un lado al otro porque son despreocupados e inseguros. Tal comportamiento manifiesta una debilidad extrema en el carácter. En la obra del Señor, las palabras inexactas son un asunto muy serio y debemos eliminarlas.
• Quinto, hay personas que intencionalmente son de doble lengua, es decir, que cuentan todo inexactamente. Algunos hacen esto por ignorancia, pero otros lo hacen conscientemente, con doble intención; esto es aún más serio, estos son peores que los primeros. Estos dicen una cosa y al siguiente momento dicen otra. Para ellos “si” y “no” significa más o menos lo mismo. No tienen un sentir de lo correcto o incorrecto, sino que están completamente en tinieblas. Si
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