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SEMINARIO LA HISTORIA DE LA IGLESIA

JarstResumen28 de Noviembre de 2019

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CAPÍTULO 1

LA IGLESIA PENTECOSTAL

DESDE LA ASCENCIÓN DE CRISTO (33 D.C.)

HASTA LA PREDICACIÓN DE ESTEBAN (35 D.C.)

LECCIÓN 1. LA IGLESIA: EL JUDAÍSMO EN JERUSALÉN.

Jerusalén, la tierra en dónde el cristianismo dio sus primeros pasos, ha sido siempre una tierra sufrida. A través de toda la historia del Antiguo Testamento, esta estrecha faja de terreno se vio codiciada e invadida, unas veces por el Egipto, y otras por los grandes imperios que surgieron en la región de Mesopotamia y Persia. Al final Alejandro Magno se hizo dueño de palestina. El propósito de Alejandro no era conquistar el mundo, sino unir a toda la humanidad bajo una misma civilización de tonalidad marcadamente griega. El resultado de esto fue el helenismo, que tendía a combinar elementos puramente griegos con otros tomados de las diversas civilizaciones conquistadas. Pero para los judíos el helenismo no era una bendición. Puesto que parte de la ideología helenista consistía en equiparar y confundir los dioses de diversos puebles, los judíos veían en el helenismo una seria amenaza a la fe en el Dios único de Israel.

El punto culminante de esa lucha fue la rebelión de los Macabeos, el movimiento tuvo cierto éxito y los romanos les devolvieron a los descendientes de los Macabeos cierta medida de autoridad, dándole los títulos de sumo sacerdote y enarca. Herodes, nombrado rey de Judea por los romanos en el año 40 a.C., fue el último gobernante con cierta ascendencia macabea, pues su esposa era de ese linaje. Herodes hizo todo lo posible por introducir el helenismo en el país. Con ese propósito hizo construir templos en honor de Roma y de Augusto en Samaria y en Cesarea. Pero cuando se atrevió a hacer colocar un águila de oro en la entrada del Templo de los judíos se sublevaron, y Herodes tuvo que recurrir a la violencia, por esta razón las rebeliones sucedieron casi ininterrumpidamente. Jesús era niño cuando los judíos se rebelaron contra el enarca Arquelao, quien tuvo que recurrir a las tropas romanas.

Esas tropas, al mando del general Varo, destruyeron la capital de Séforis, capital de Galilea y vecina de Nazaret, y crucificaron a dos mil judíos. Es a esta rebelión que se refiere Gamaliel al decir “se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo” (Hechos 5:37). Existieron partidos religiosos tales como: El partido de los Celotes, que se oponía tenazmente al régimen romano, siguió existiendo aún después de las atrocidades de Varo, y jugó un papel importante en la gran rebelión que estalló en el año 66 d.C. Los fariseos, eran el partido del pueblo, que no gozaba de las ventajas materiales acarreadas por el régimen romano y el helenismo. Además, creían en algunas doctrinas que no encontraban apoyo en las más antiguas tradiciones de los judíos, tales como la resurrección y la existencia de los ángeles. Los saduceos, por su parte, eran el partido de la aristocracia, cuyos intereses le llevaban a colaborar con el régimen romano. Los saduceos rechazaban las doctrinas de la resurrección y de la existencia de los ángeles. Los esenios, a quienes muchos autores atribuyen los famosos “Rollos del Mar Muerto”, eran un grupo de ideas puristas que se apartaba de todo contacto con el mundo de los gentiles, a fin de mantener su pureza. Por otra parte, toda esta diversidad de tendencias, partidos y sectas no ha de eclipsar dos puntos fundamentales que todos los judíos sostenían en común: el monoteísmo ético y la esperanza escatológica. De todos estos grupos, el más apto para sobrevivir después de la destrucción de Templo era el de los fariseos. Durante los últimos siglos del advenimiento de Jesús, el número de los judíos que vivían en tierras lejanas había aumentado constantemente. Tales personas, no podían visitar el Templo sino en raras ocasiones, se veían obligadas a centrar su fe en la Ley más bien que en el Templo.

Desde sus mismos orígenes, el evangelio se injertó en la historia humana. De hecho, eso es el evangelio: las buenas nuevas de que en Jesucristo Dios se ha introducido en la historia, en pro de nuestra redención. Los autores bíblicos no dejan lugar a duda acerca de esto. En el Antiguo Testamento, buena parte del texto sagrado es de carácter histórico. También en el Nuevo Testamento encontramos el mismo interés en la historia. Lucas, después de completar su evangelio, siguió narrando la historia de la iglesia cristiana en el libro de Hechos.

Esto no lo hizo Lucas por simple curiosidad anticuaria. Lo hizo más bien por fuertes razones teológicas. En efecto, según el Nuevo Testamento la presencia de Dios entre nosotros no terminó con la ascensión de Jesús. Al contrario, el propio Jesús les prometió a sus discípulos que no les dejaría solos, sino que les enviaría a otro Consolador. Y al principio de Hechos, inmediatamente antes de la ascensión, Jesús les dice que recibirán el poder del Espíritu Santo. La venida del Espíritu Santo en el día de pentecostés marca el comienzo de la vida de la iglesia. Al contrario, la iglesia siempre ha creído que el Nuevo Testamento y la edad apostólica tienen una autoridad única. Pero lo que antecede sí quiere decir que, desde el punto de vista de la fe, la historia de la iglesia o del cristianismo es mucho más de la historia de una institución o de un movimiento cualquiera. La historia del cristianismo es la historia de los hechos del Espíritu entre los hombres y las mujeres que nos han precedido en la fe.

LECCIÓN 2. LA IGLESIA: EN EL MISTERIO DE SU FORMACIÓN.

El misterio de la formación de la iglesia correspondía a un plan determinado por Dios desde la eternidad. Su formación fue velada por el silencio, siendo desde los siglos un secreto o un misterio y puede decirse que ningún profeta del Antiguo Testamento había percibido claramente este maravilloso edificio, Pero no es sino en el Nuevo Testamento donde aparte de la revelación especial que tuvo Pablo, los hombres pueden conocer la formación, llamamiento, posición y esperanza de la iglesia. Desde entonces el secreto se ha revelado por medio de los escritos proféticos y así los heraldos del evangelio se llaman los administradores de los misterios de Dios.

LA FUNDACIÓN DE LA IGLESIA:

Se debió directamente de Dios. Desde el principio del mundo ya Dios había dicho que “enemistad pondría entre la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente” o sea, entre lo Divino y lo diabólico, marcando así la frontera entre la Iglesia y el mundo. Y es que toda la trinidad interviene en la fundación de la iglesia: El Padre, elige y llama. El hijo redime. El Espíritu Santo regenera y abre la puerta.

La iglesia cristiana en toda época ya sea pasada, presente o futura, ha consistido y consiste en los que creen en Jesús de Nazaret como el Hijo de Dios, que le aceptan como salvador personal de sus vidas, que han tenido la experiencia del nuevo nacimiento y que son sellados con el Espíritu Santo, y rinden perfecta obediencia a su Señor.

LECCIÓN 3. LA IGLESIA: EN SU FUNDAMENTO.

El fundamento de la iglesia es Jesucristo.

Jesucristo es la piedra angular (piedra de esquina) de la iglesia. Jesús mismo lo enseñó, cuando dijo: y yo también te digo, que tú eres pedro (en griego Petros), y sobre esta roca o piedra (en griego petra) edificaré mi iglesia, y las puertas del hades no prevalecerán contra ella.

Los Apóstoles declararon esta gran verdad. Pedro dijo lo que la escritura contiene: he aquí, pongo en Sion la principal piedra del Angulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en que podamos ser salvos.

Pablo escribió a los Corintos diciendo: porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cuál es Jesucristo. Cuando el Apóstol escribe la carta a los Efesios dice: edificados sobre el fundamento de los Apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. En el discurso de despedida de Pablo en Mileto dijo: por tanto, mirad por vosotros, y todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual el ganó por su propia sangre. Hechos 20:28.

Como ya hemos visto la Iglesia está fundada sobre Cristo, el cuál amó a la Iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificada en el lavamiento del agua por La Palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Efesios 5:25-27

LECCIÓN 4. LA IGLESIA EN SUS INICIOS.

La iglesia de Cristo comenzó su historia como un movimiento mundial el día de pentecostés, por al año 33 d.C. 50 días después de la resurrección de nuestro Señor o 10 días después de su ascensión. Durante el ministerio de Jesús, sus discípulos creyeron que él era el tan esperado Mesías de Israel, el Cristo. Estas dos palabras son idénticas; “Mesías”, palabra hebrea, y “Cristo”, palabra griega. Ambas significan “el ungido”.

Durante los 40 días que siguieron a la resurrección les mandó, antes de que comenzaran a predicar su evangelio, que esperasen el bautismo del Espíritu Santo. Después de recibirlos serían sus testigos por todo el mundo.

En la mañana del día de pentecostés, mientras los seguidores de Jesús (ciento veinte) estaban congregado orando, el Espíritu Santo vino sobre ellos de una manera maravillosa. Tan vivida fue la manifestación que vieron descender lenguas como de fuego que se asentaron sobre cada uno.

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