San Francisco
Enviado por MCCA_ • 18 de Marzo de 2013 • 1.946 Palabras (8 Páginas) • 344 Visitas
Francisco nació en septiembre de 1182, en Asís, ciudad de Italia. En Asís también hay una iglesia que contiene el cuerpo incorrupto de santa clara, los padres de San Francisco fueron Madona Pica y Pedro Bernardone. Cuando estaba por nacer Francisco un peregrino recorrió las calles torcidas de Asís diciendo “paz y bien”, y acercándose a la casa de Bernardone, dijo a la criada que el niño tenía q nacer en un establo y así fue.
El niño fue bautizado en la catedral de San Rufino, al ir a bautizar al recién nacido, un peregrino, el mismo que había aconsejado a la criada que Madona Pica se fuera al establo para que ahí naciera el niño y el que habían saludado a las gentes diciéndoles “paz y bien”, se acerco a la pila bautismal y pidió que le prestaran al niño y el lo sostuvo en sus brazos mientras lo bautizaron. Acabada la ceremonia, el peregrino imprimió la señal de la cruz en la parte izquierda de la espalda, la que le quedo marcada, y dijo a los presentes que aquel niño seria uno de los más grandes hombres del mundo.
El padre de francisco muy contento a su regreso se da cuenta de que ya había nacido y se pone m muy contento pero él le quería poner otro nombre: Francés. A su madre no le gusto mucho ese nombre pero el padre dijo que había una calle que se llamaba “vía Francesca “entonces el niño se podría llamar Francisco.
Para Francisco era todo un sueño batirse como un valiente en algún combate para conseguir el título de noble y después ser nombrado caballero de una orden militar.
En 1201 hubo serias dificultades entre los nobles, llamados “los mayores” y los “burgueses” ósea de la clase media o pobre, llamados también “los menores”. Francisco contaba con 19 años de edad y con la ilusión de poder conseguir el título de noble, se alisto en la batalla como voluntario, en compañía de muchos de sus amigos. El éxito favoreció a los aliados de Perusa y muchos guerreros de Asís fueron hechos prisioneros y llevados a la cárcel de Perusa y entre ellos iba Francisco.
En el calabozo, nuestro joven, lejos de estar triste, a pesar de lo mucho que ahí sufrió, cantaba, reía, tocaba su mandolina y divertía y consolaba a sus compañeros. Pasado algún tiempo y a consecuencia del mal trato que ahí recibió en la prisión, Francisco padeció una enfermedad que le puso grave.
Durante su enfermedad y larga convalecencia, Francisco comprendió mejor el valor de las cosas; a las creaturas de la naturaleza nunca las desprecio, antes las amo, pero entonces conoció mejor como todo se acababa y lo poco o nada que vale toda la tierra.
Cuando se volvió a sentir bien de su salud, torno nuevamente a sus pasatiempos antiguos. Pero, a pesar de todo lo que se divertía, ya no encontraba todo el gusto de antes; sentía un vacio muy grande que no llenaba nada de la tierra.
Persistía fuerte en Francisco el ideal de armarse caballero e hizo el propósito de sumarse a la cuarta cruzada para rescatar el sepulcro de nuestro Señor de las manos de los turcos. Oye una voz Francisco y hace que vuelva a Asís porque ahí le dirían que era lo que tenía que hacer.
A poco orando ante el Cristo de san Damián oye que misteriosamente el Cristo le habla diciéndole: “anda Francisco y repara mi casa que se viene al suelo”.
Retornó a la Porciúncula acompañado sólo por León; en su camino hubo muestras de veneración al estigmatizado, aparentemente su acompañante hacía saber a todos acerca del prodigio. Mientras tanto, su salud —que desde mucho tiempo antes nunca fue buena del todo— empeoraba: El sangrado de sus heridas lo hacía sufrir constantemente. En el verano de 1225 pasó un tiempo en San Damián bajo el cuidado de sus allegados.
Probablemente el 14 de septiembre de 1224, oró para recibir dos gracias antes de morir: Sentir la pasión de Jesús, y el amor que lo impulsó al sacrificio. Después de intensas oraciones —según relato de San Buenaventura —el mismo Nazareno se le presentó en el cielo, crucificado, rodeado por seis alas angélicas, y le imprimió las señales de la crucifixión en las manos, los pies y el costado; posteriormente, sus hermanos vieron los estigmas de Francisco, que él conservó por el resto de su vida. Sin embargo, Francisco -al igual que otros santos estigmatizados- hizo todo lo posible para ocultarlos a la vista de los demás por considerarse indigno, no del dolor que sentía, sino de ser portador de las señales de la Pasión de Jesús. Por eso, fue desde entonces con las manos metidas entre las mangas del hábito, y con los pies cubiertos por medias y zapatos.
Deseó volver a la Porciúncula a pasar sus últimos días. Arribó a Asís y fue llevado al palacio del obispo y resguardado por hombres armados, puesto que la localidad estaba en estado de guerra. En su lecho escribió su Testamento. En sus últimos momentos entonó nuevamente su Cántico al Hermano Sol —al que agregó un nuevo verso dedicado a la hermana Muerte— junto a Angelo y León.
De acuerdo con su último deseo, fue encaminado a la Porciúncula, donde se estableció en una cabaña cercana a la capilla. Murió el 3 de octubre de 1226.
Francisco de Asís (en italiano Francesco d’Assisi) (* Asís, 5 de julio de 1182– †3 de octubre de 1226) fue un santo italiano, diácono, fundador de la Orden Franciscana y de una segunda orden conocida como Hermanas Clarisas, ambas surgidas bajo la autoridad de la Iglesia Católica en la Edad Media.
De ser hijo de un rico comerciante de la ciudad en su juventud, pasó a vivir bajo la más estricta pobreza y observancia de los Evangelios. En Egipto, intentó infructuosamente la conversión de musulmanes al cristianismo.
Es el primer caso conocido en la historia de estigmatizaciones visibles y externas. Fue canonizado por la Iglesia Católica
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