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Testificando Del Señor


Enviado por   •  3 de Octubre de 2012  •  849 Palabras (4 Páginas)  •  260 Visitas

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Testificando del Señor

Nada sustituye el testimonio que brota de cristianos seguros de su identidad y contentos de ser quienes son. El concepto de nosotros mismos como determinante fundamental.

En el curso de nuestra formación cristiana, nos han repetido que debemos testificar del Evangelio. Para quienes no tenemos una idea clara de que somos hijos de Dios, amados, valiosos y competentes, el reto de testificar solo sirve para aumentar el sentimiento de culpa en el transcurso de los años, ya que no hemos visto que nadie se convierta gracias a nosotros. Es más, podemos tener un retrato subjetivo todavía más desvirtuado, porque sospechamos que, debido a nuestra falta de fruto como sus testigos, quizás Dios debe amarnos menos.

Muchos cristianos están convencidos de que sus vidas no son lo suficientemente buenas para poder dar testimonio verbal. “Necesito poner mi vida en orden antes de testificar a otros sobre Cristo”, dicen. El asunto es que nunca podrán poner su vida completamente en orden. Por ende, estas personas van por la vida intentando ser “suficientemente buenas”, pero nunca lo logran y, como consecuencia, se sienten culpables, frustradas y desesperanzadas.

Otras personas temen las reacciones negativas que pueden recibir si testifican de Cristo; no desean ofender a nadie, ni que nadie se enoje, y optan por no decir nada. Otras están convencidas de que estropearán todo cuando hablen de su fe, y que dejarán a sus oyentes más confundidos.

Estos temores y excusas son evidencia clara primeramente de la mala relación que tienen con nuestro Dios, ya que se olvidan completamente de las promesas de Dios para sus vidas; y es también evidencia de que muchos consideran el testimonio, principalmente, como algo que hacemos, y no el resultado natural de lo que somos.

Este hincapié en el hacer revela un pobre sentido de identidad en Cristo, porque el cristianismo está más relacionado con ser que con hacer.

Si sientes que no eres “suficientemente bueno” para testificar de Cristo, tienes un sentido limitado del amor de Dios. Cuando adaptes el concepto que tienes de ti al de Dios: aceptado sin condiciones, perdonado y creado a su imagen, tus imperfecciones dejarán de ser un impedimento.

Debes darte cuenta de que Dios te ama y quiere utilizarle, incluso cuando “estás en proceso” de maduración como cristiano. Si Dios tuviera que esperar a que alcanzáramos la plena madurez antes de encomendamos hablar del Evangelio con los demás, ¡tendría que esperar a que llegáramos al cielo!

Además, si todos fuéramos perfectos, las personas a quienes testificamos se sentirían descorazonadas, creerían que sería imposible ser como nosotros. Las personas que, a pesar de sus imperfecciones, se consideran amadas y aceptadas, testifican y transmiten con más naturalidad el amor de Dios.

Si

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