Un buen Discurso Reunión Sacramental

Buenos días hermanas y hermanos

En 1842 el profeta José Smith escribe “los artículos de fe”. En el primero de ellos nos enseña que debemos creer en la Santa Trinidad, dice “Nosotros creemos en Dios el eterno Padre, su hijo Jesucristo y el espíritu Santo”.

Estos tres personajes son tres seres diferentes pero iguales en propósito. Trabajan para poder llevar a cabo lo que se nos enseña en Moisés 1:39 “Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre”.

El espíritu Santo cumple importantes funciones en el plan de salvación: Da testimonio del Padre, revela la verdad de todas las cosas, santifica a los que se arrepienten y es el Santo espíritu de la promesa.

Nuestro Padre celestial, es a quien se le hace referencia con el título de Dios y se le llama Padre porque es el Padre de nuestros espíritus. Es el gobernante supremo del universo y es omnipotente, omnisciente y omnipresente. Nos ama y nos espera de regreso en los cielos.

Jesucristo, nuestro Señor, actúa bajo la dirección del Padre y está en completa armonía con Él. Es el mayor de los hijos espirituales de Él.

El creer en estos tres personajes radica la base de nuestra religión. El depositar nuestra confianza en Cristo nos traerá como consecuencia ser un discípulo verdadero, un mejor esposo, una mejor madre y mejores hijos. El decidir desde pequeños seguirle y aceptar sus enseñanzas como método de vida, nos traerá esperanza, consuelo y un galardón infinito.

Creer en las enseñanzas de nuestro Padre significa tener fe y aceptar y entender la expiación de su hijo Jesucristo.

El Elder Jeffrey R Holland en la conferencia de Abril de 2013 dijo: “La cantidad de fe que tengan o el grado de conocimiento que posean no es lo que importa; es la integridad que demuestren hacia la fe que ya tienen y hacia la verdad que ya conocen”.

Creer en Cristo es actuar, es ayudar a nuestro prójimo, es servir, es esforzarse en ser mejores cada día, es dar un buen ejemplo, implica actuar y llevar nuestra fe a obras.

No necesitamos ver ángeles ni manifestaciones celestiales para creer, no necesitamos nada de eso. Recordemos lo que nos enseñó el Salvador en Juan 20:28 “bienaventurados los que no vieron, y creyeron”

Sé que mi Padre Celestial vive, sé que Jesucristo es mi Salvador y que el espíritu es mi mejor amigo, luchemos y esforcémonos en portarnos bien siempre para que éste espíritu sea nuestro fiel compañero de por vida.

En el nombre de Jesucristo, Amen.

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