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VIDA DE SANTA LUCIA


Enviado por   •  13 de Febrero de 2012  •  1.223 Palabras (5 Páginas)  •  732 Visitas

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VIDA DE SANTA LUCÍA

Lucía nace entorno al año 280 d.C, en Siracusa (Italia), espléndida ciudad sobre el mar, de nobles padres. El Padre de Lucía que se llamaba Lucio, muere cuando ella era todavía pequeña, así que fue educada por su madre Eutiquia, de la cual toma la verdad del cristianismo y el mensaje del amor de Jesús. Fue así que Lucía conoció el cristianismo, la historia de los primeros cristianos, sus martirios por el amor de Jesús y se dejó capturar por el corazón de Jesús. Por ello, en su corazón decidió consagrarse, uniéndose a Él como una esposa con su esposo, con votos perpetuos de virginidad.

Lucía, preocupada por una grave enfermedad que afectó a su madre, una hemorragia incurable, le sugirió peregrinar al sepulcro de la mártir Santa Ágata de Catania. Víctima en el 251 de la persecución de todos los cristianos ordenados por el emperador Decio, muchas personas se acercaban a su sepulcro para obtener gracias porque la fama de la gloriosa Santa era esparcida por todos los lugares a causa de los milagros que obraba. Lucía en su corazón tenía la certeza de que Santa Águata ayudaría también a su querida madre.

Eutiquia aceptó llena de esperanza la idea de Lucía y así decidieron partir en peregrinación a Catania, donde llegaron justo el día de la fiesta de Santa Ágata, era el 5 de febrero del 301. Durante la celebración escucharon atentamente el pasaje del Evangelio de Mateo, la narración de la mujer que sufría de hemorragias y fue curada por haber tocado el manto de Jesús.

Lucía, iluminada, le propuso a su madre tocar el Sepulcro de Santa Ágata, convencida de la poderosa intercesión de la Santa.

Mientras Eutichia tocaba el Sepulcro, Lucía tuvo una visión de Santa Ágata, que le dijo: Lucía, mi hermana, ¿por qué me pides a mí esto si tú misma puedes obtenerlo para tu madre? Tu madre ya está curada por tu fe. Y así como por medio mío es beatificada la ciudad de Catania, por medio tuyo será salvada la cuidad de Siracusa.

Lucía le dijo a su madre, que por la intersección de Santa Ágata, Jesús ya la había curado, e inmediatamente Eutiquia sientió que le volvían las fuerzas y comprendió que había sido curada.

Entonces, Lucía comprendió que aquel era el momento justo para revelar a su madre la intención de consagrarse a Jesús, y de donar su rica dote nupcial a los pobres. Eutiquia que tenía el corazón lleno de gratitud por la gracia recibida, lo aceptó.

Un joven de la ciudad, enamorado de Lucía, desilusionado por la ausencia de matrimonio, después de que Lucía le había explicado que ella se había consagrado a Jesús, se vengó con rabia, denunciándola al prefecto romano Pascasio como secuaz de Cristo. El Emperador Diocleziano había emitido un edicto que preveía una feroz represión en contra de los cristianos.

Lucía fue arrestada y condenada ante el prefecto Pascasio, que le ordenó hacer sacrificios paganos para que abandonase a su propia fe cristiana. Lucía se opuso refutándolo. Pascasio se dio cuenta de que no había obtenido nada y, entonces, ordenó que la joven fuese llevada a los peores barrios marginales de la ciudad, para que fuera tratada con violencia.

Los soldados la tomaron para llevársela, pero por más que se esforzaban no podían con ella, probaron también atarla con cuerdas, en las manos y en los pies, pero por más que se esforzaban no podían. Inexplicablemente la muchacha permanecía rígida como una gran piedra. Dios no permitía que nadie se la llevara.

Pascasio furiosamente la condenó a ser decapitada, muerte reservada a los condenados de la noble estirpe. Santa Lucía, antes de la ejecución, preanunció la muerte

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