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Novena A Santa Lucia


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2014  •  3.515 Palabras (15 Páginas)  •  250 Visitas

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SANTA LUCÍA

Mártir. 283-304

2. NOVENA

MODO DE HACER ESTA NOVENA

Se empezará el día 5 de diciembre y se concluirá en el 13, día especialmente dedicado por la Iglesia para celebrar las glorias de la Santa. Puede hacerse también en cualquier otro tiempo del año, en que se pretenda alcanzar del Señor alguna especial gracia, por medio de la intercesión de la Santa Lucía: en cuya inteligencia, puestos de rodillas delante de algún altar o imagen suya, persignándose y hecho un acto de contrición se dirá las dos oraciones preparatorias a Dios y a la Santa, que servirán para dar principio a la Novena, diciendo al fin de ella tres Padrenuestros y tres Avemarías; se continuará con las dos oraciones propias del día. Y hecha la súplica después, se concluirá con la oración especial de nuestro Señor Jesucristo. Los que hicieren esta novena se confesarán y comulgarán el primer día de ella, o al menos en alguno de los nueve.

ORACIÓN AL ETERNO PADRE PARA TODOS LOS DÍAS

Dios mío y amorosísimo Padre mío, que por sola vuestra bondad infinita, criasteis en el principio del mundo los cielos y la tierra, haciéndolo todo de la nada; Vos, Señor, que con suma sabiduría lo gobernáis todo, y con admirable providencia lo ordenáis del modo más conducente a vuestra honra y gloria: suplicas, Señor, penetréis mi corazón con un rayo de vocación verdadera para hacer esta novena, y que me enseñéis, corno sapientísimo Maestro, a pedir aquello que más me convenga para la salud espiritual de mi alma, disponiéndolo todo a mayor servicio vuestro, que así lo espero alcanzar de vuestra bondad y misericordia infinita. Amén.

ORACIÓN A SANTA LUCÍA PARA TODOS LOS DÍAS

Gloriosa Virgen y Mártir Santa Lucía, a quien previno el Señor desde la tierna infancia con las bendiciones de su gracia, eligiéndoos el Eterno Padre por digna hija suya, el Hijo soberano por esposa amada, y el Espíritu divino por su agradable habitación, suplícoos Santa mía me alcancéis de la beatísima Trinidad un fervor devoto, para celebrar esta novena en honor vuestro, y que así como vuestra dichosa alma empezó a servir a Dios, inflamada de los ardores de su amor, no desistiendo de tan noble empeño, hasta llegar a poseerle laureada de las dos coronas de virgen y mártir, así consiga yo, mediante vuestra intercesión poderosa, un verdadero amor suyo para que amándole y sirviéndole en esta vida, logre después verle y gozarle en la eterna bienaventuranza. Amén.

Ahora para alcanzar la gracia que se pide, se dicen tres Padrenuestros y tres Avemarías y se continúa con las oraciones correspondientes al día de la novena. Después se concluye con la oración final a Nuestro Señor Jesucristo.

DÍAS

ORACIÓN FINAL A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO PARA TODOS LOS DÍAS.

Señor mío Jesucristo, verdadero Dios y hombre, que por solo vuestro infinito amor descendisteis del cielo a la tierra, y os vestisteis el saco de la naturaleza humana en el purísimo vientre de María Santísima, Madre y Señora nuestra, y compadecido de que el enemigo común, como lobo carnicero, hubiese hecho presa en mi pobre alma, padecisteis cruelísimos tormentos, hasta morir afrentosamente clavado en un madero, resucitando glorioso al tercer día triunfando de la muerte y del demonio. No permitáis, Señor que por mi fragilidad vuelva yo a ser esclavo de tan fiero enemigo, antes bien dadme auxilios de vuestra gracia para formar un acto de verdadera contrición, con que me pese de haberos ofendido, sólo por ser Vos quien sois, con propósito firme de no volver más a ofenderos: y concededme la petición que hago en esta novena, y el perseverar en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida, para que mi alma logre después veros y gozaros por eternidades en la gloria, donde vives y reinas en unidad del Padre y del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

DÍA PRIMERO

Se empezará diciendo el Acto de contrición y las dos oraciones preparatorias, con los tres Padrenuestros y tres Avemarías, y luego se dirán las siguientes deprecaciones de este día:

ORACIÓN DEPRECATORIA AL SEÑOR

Misericordiosisimo Padre Eterno, fuente perenne de donde bajan infinitos arroyos de piedades, con que se riega la tierra estéril de los humanos corazones, y de cuya liberal mano desciende a este valle de lágrimas todo lo bueno, acordaos, Señor, de que por el grande amor que nos tenéis, permitís que os invoquemos con el dulce nombre de Padre; y que así, mirándonos como hijos, olvidado de nuestras ingratitudes, se mueve vuestra piedad a socorrernos; y pasando adelante vuestro amor, nos mandáis, por boca de vuestro preciosísimo Hijo y Señor nuestro Jesucristo, que llamemos a las puertas de la misericordia, empeñando al mismo tiempo vuestra divina palabra de abrirlas, y concedernos cuanto os pidamos dignamente. Así os suplico, Dios mío, me otorguéis la gracia que pido en esta novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.

ORACIÓN DEPRECATORIA A LA SANTA

Oh piadosa Virgen y Mártir Santa Lucía, cuya vida inocentísima fue toda una vida hostia, ofrecida en holocausto al verdadero Dios, padeciendo por su amor divino los más crueles tormentos que inventó la rabia de los tiranos, hasta dar el último aliento a los filos de una espada; alcanzadme, Santa mía que imitando vuestra piedad, sepa ofrecer al Señor en recompensa de mis culpas cualquier trabajo, contratiempo y persecución que padezca. Asimismo espero conseguir me alcanzaréis la gracia que pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, honra vuestra y bien espiritual de mi alma. Amén.

Ahora levantando el corazón a Jesús se le pide con humildad y confianza, mediante los méritos de la Santa, la gracia que se desea alcanzar.

Se concluye con la súplica y con la oración final a Nuestro Señor Jesucristo de todos los días.

DÍA SEGUNDO

Se empezará diciendo el Acto de contrición y las dos oraciones preparatorias, con los tres Padrenuestros y tres Avemarías, y luego se dirán las siguientes deprecaciones de este día:

ORACIÓN DEPRECATORIA AL SEÑOR

Eterno Dios, que para dar a los hombres un espejo de humildad, enviasteis al mundo a vuestro unigénito Hijo, vestido con el ropaje de esclavo, siendo Rey de los reyes y Señor de los señores, concededme, Dios mío, me vea con los ojos de la meditación en el terso cristal de sus virtudes, donde en cada una hallaré muchos ejemplos de humildad que imitar, y a cuya vista conoceré mi pequeñez. Polvo soy, Señor, de polvo es mi principio y en polvo me he de volver; no permitáis que este vil polvo se levante, movido del viento de la vanidad y amor propio para cegarme los ojos del entendimiento, persuadiéndome que soy algo, cuando nada soy en la realidad. Concededme:

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