¿Se podría dar una resurrección en un cuerpo diferente?

¿Se podría dar una resurrección en un cuerpo diferente?

La resurrección de la vida humana, entendida como la permanencia del alma y mentalidad en diferentes cuerpos, ha sido una idea muy discutida en la antigüedad dentro del ámbito de las religiones occidentales y orientales. ¿Pero si en vez de una reencarnación, se produjera una reconstrucción de una persona en base a lo que ha manifestado (ya sea de forma escrita o visual) en un cuerpo, podríamos considerar que esta persona ha vuelto a la vida? El capítulo Vuelvo enseguida de la serie Black Mirror expone una situación que pone en juego dos problemas filosóficos relacionados con la antropología y metafísica. Entender con detalle el contexto de la situación nos ayudará a concretar qué tipo de ideas se transmiten y así a comprender cuáles son estos problemas y por qué son relevantes. 

La historia es compuesta inicialmente por una joven pareja: Martha y Ash. Al mudarse a una casa lejana, era necesario hacer largos trayectos; en uno de estos el hombre muerte, afectando emocionalmente a su pareja. Los hechos se sitúan en una realidad futurista, así que Martha puede establecer contacto textual con un software que imita el comportamiento de su pareja; esto demuestra la dependencia emocional que todavía sentía por él. A medida que avanza la historia, este contacto pasa a ser físico, mediante un androide. El software se ha hecho en base a la manifestación del difunto en todos los medios digitales: redes sociales, correos electrónicos, vídeos, entre otros. El problema es que este software no acaba de satisfacer las necesidades de Martha: aunque da la sensación que se puede reproducir las expresiones y pensamiento de Ash, una gran parte del comportamiento del androide es muy artificial y carente de sentimientos. Las decisiones de él se basan en lo que ella desea, sin interesarse por sí mismo. Esto lleva a la desmotivación de la mujer, que decide alejarse lo más posible de esa situación. ¿Partiendo de aquí, nos planteamos qué consideración ontológica se debería tener del androide? ¿Es una copia sin raciocinio propio o una máquina consciente? ¿Qué diferencia al Ash en forma de androide al Ash en forma humana? ¿Deberíamos antropomorfizar objetos resultado del avance tecnológico? Una vez conozcamos qué ideas se pueden relacionar a este ser (comparado con el ser humano al que está vinculado la reencarnación), nos podemos plantear: ¿Qué solución debería ser la moralmente correcta? ¿Se puede actuar inmoralmente frente a los androides? Y por otro lado, ¿Qué sociedad refleja una que esté conformada por personas que piensen como Martha?

Teniendo en cuenta las cuestiones relacionadas con la ontología del antroide, identificamos dos cuestiones: qué consideramos la esencia de lo humano y cómo se conserva la identidad personal. Antes de responder a la primera parte, introducimos un movimiento que comparte similitudes con la idea de androide presentada, y nos será útil en el desarrollo de los problemas, el transhumanismo:  un movimiento cultural e intelectual que se enfoca en la mejora humana. Este movimiento busca una utopía contemporánea (por ejemplo, se propone el aumento de capacidades intelectuales). Esto se conseguiría mediante tecnologías como la ingeniería genética. Una vez hechas estas mejoras, el objetivo es llegar al estado posthumano: superando las limitaciones humanas con un cuerpo inorgánico y así abandonando el azar de la evolución de nuestra especie.

A medida que ha pasado el tiempo se han postulado diversas características de nuestra esencia humana. En la filosofía antigua, Platón concebía al ser humano compuesto por dos realidades: el dualismo del cuerpo y el alma. El cuerpo sería nuestra parte material del mundo sensible; limita el alma, ya que con sus necesidades y pasiones no la deja expresarse como lo hace en el mundo inteligible. El alma, que en este caso tambíen sería el yo, se divide también en tres partes: racional (razonar), irascible (tener valor) y concupiscible /tener prudencia). Descartes seguirá esta filosofía racionalista, pero distinguiendo entre sustancia espiritual (res cogitans) y sustancia extensa (res extensa). La res extensa se ve sometida por las leyes naturales y mecánicas; por esta razón no nos proporciona conocimiento válido. Se le da importancia a la mente, al conocimiento que se tiene a priori, mientras que las experiencias no son del todo válidas: el rasgo más importante del humano es su capacidad de razonar. ¿Pero podemos afirmar que el androide razona?

Analizando objetivamente al androide, se puede afirmar que el androide dispone de capacidad asociativa, ya que sabe analizar cómo reaccionar a los diferentes estímulos que recibe, sabiendo relacionar conceptos. Aun así, no está claro que disponga de los rasgos que caracterizan nuestra naturaleza humana como es la deducción, la intuición y los sentimientos. Por una parte, en todo momento se ve que todo lo que expresa se basa en la información que tiene de Ash, que sería lo más cercano a razonar. Intuir significa comprender o percibir sin la intervención de la razón, consecuentemente él no puede intuir. Por otra parte, se ve en diferentes momentos que no expresa sus sentimientos, sino que usa su la asociación para saber qué manifestación de los sentimientos humanos encaja con cada situación. Entonces, pensando en la acción de ser humano de manera cartesiana, el Ash androide no cumpliría estos requisitos.

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