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El Arte, atraves de un medio de expresión tan categórico, presente e imponente como la escultura, ha sido y ha representado, a lo largo de toda nuestra historia, un medio sensibilizador de expresión y de comunicación, tanto material, como conceptual; se ha constituido en si mismo, como un vinculo, que a pesar de las adversidades, criticas y enormes contradicciones, ha propugnado en gran forma, el derecho a las libertades de expresión, verdades reveladas tan únicas, subsistentes e invaluables en si mismas, como bien podrían serlo sin agravio, el derecho a un nombre, y a una identidad; puesto que si bien es cierto, El Arte como tal, ha nacido y ha encontrado una excelsa multiplicidad de espacios a través del advenimiento paulatino y constante de las diversas culturas y civilizaciones que desempeñaron con ahínco un papel relevante y protagónico en nuestros antepasados, también podría constituirse , como un hecho a prioridad e irrefutable, la conservación, defensa y posterior preservación de sus significados, su filosofía y su devenir semiológico, que prevalecen aun en la modernidad, gracias a una organización muy cuidadosa y rigurosamente sistemática de estructuras firmes y constructivitas, que poco a poco, han logrado darle un nombre, un rol, y una irrefutable trascendencia al verdadero sentido que enmarca su lenguaje, y el inmenso valor visual que fácilmente se conjuga en la materialización contundente y practica de todas sus formas y sus espacios.

De dichas connotaciones, se deriva entonces un simbiosis portentosa de impulsos, sensaciones, discrepancias y momentos, que causaron un revuelo en la voracidad del pensamiento artístico, y se vieron posteriormente reflejadas sin reserva, en el ardor propio de la cotidianidad, lugar siniestro e impredecible del tiempo, en donde las emociones se entrelazan y chocan asiduamente con la realidad, hasta verse plasmada con sus propias vidas, llenas por encima de todo; de profundas vivencias y experiencias, que finalmente se transforman, en magistrales Obras de Arte.

Personalmente, considero oportuno establecer una directa y muy clara analogía, entre arte y energía, ambos términos, tienen la especialidad, y a su vez la cualidad, de producirse, crearse y transformarse, pero nunca se destruyen .m Afortunadamente, y para beneficio propio de la humanidad, esta teoría ha podido corroborarse y ha sabido mantenerse con el tiempo hasta convertirse en un legado subsistente y memorial de las hazañas alcanzadas por innumerables artistas, alrededor de las distintas épocas e insuperables culturas.

Un vasto recorrido por la Historia del Arte, y mas aun; desde sus propios comienzos, permite dilucidar con gran acierto, un vespertino afán por el hallazgo de las formas y las conquistas de los espacios, en donde el arte aprende a descubrirse a si mismo, y a recrearse al interior de una dimensión inquieta y literalmente desconocida , pero a su vez, fascinante ante el asombro de estilos propios y muy particulares de representación, siempre fieles a la fuerza del instinto y poco convencionales a la luz de la realidad, pero ante todo vivaces, impactantes y enérgicos en cuanto a la intencionalidad que guardan sus expresiones.

Las mentes han marcado caminos

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