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La Oratoria


Enviado por   •  3 de Octubre de 2013  •  1.569 Palabras (7 Páginas)  •  286 Visitas

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¿Qué es la oratoria?

Nuestra definición de oratoria es el arte de informar, impactar, conmover y entretener por medio de la palabra. La oratoria es una forma particular del fenómeno social de la comunicación, es la ciencia de la persuasión oral, dicho de otra manera es el arte de comunicar y persuadir a los demás por medio de la palabra. La oratoria no es sólo el arte del bien decir, sino también el arte de la demostración en donde el orador domina las voluntades y abre luz al criterio.

Cualidades generales del orador:

Las cualidades oratorias se estudian como ideal a alcanzar, pero sin significar que para ser orador, se haya de poseer todas en igual grado, que es lo excepcional. Ha habido célebres oradores, que carecían de algunas de las cualidades indicadas y a pesar de ello alcanzaron fama, por poseer otras de modo relevante. Estas cualidades varían según los tratadistas.

Integridad: El romano Quintiliano insistía en que un buen orador debe ser ante todo, un hombre bueno, luego aclara que los oyentes no separan aquello que se dice de la persona que lo dice y la impresión causada por el orador influye en ellos tanto como la exhortación que éste puede dirigirles.

Sinceridad: La virtud propia del orador consiste en el acuerdo perfecto entre el pensamiento y la palabra y dentro de lo posible, entre la palabra y los actos. No diga nunca nada que no crea; no adelante nada de lo que no esté seguro; no afecte una actitud exterior que no esté de acuerdo con lo interior. Que la elocuencia tome fuerza de la energía de tu convicción. Aunque hable con torpeza, un orador sincero despierta la emoción de aquellos que lo escuchan, ya que la sinceridad profunda es casi tangible.

Conocimiento: El conocimiento profundo del tema, es decir, el dominio del tema, confiere a la palabra una fuerza expresiva que a veces se vuelve contagiosa, que procura una buena conciencia al que habla y ayuda a aumentar el aplomo.

Seguridad en si mismo: Esta seguridad debe de ser tanto intelectual como psicológica, ya que guardan una estrecha relación entre sí. Mientras esta confianza no se logra, existe el temor de hablar, temor que se agudiza sobre todo en los instantes mismos de comenzar a hablar. La confianza en si mismo es la principal acción de sostén para hablar en público.

Voluntad firme y decidida: Para dominar la oratoria como cualquier otra disciplina, hay que aplicar sin desmayo la voluntad con toda su intensidad; voluntad y perseverancia durante el periodo de estudio y preparación. Aunque parezca que el estudio es lento, que no progresamos, no hay que darse por vencidos; el estudio de la oratoria no es cosa de un instante sino de toda la vida.

Destrezas: El orador experto se caracteriza por la facilidad de palabras, equilibrio y control de la voz y la coordinación de los movimientos corporales. Dicho de otra manera consiste en la habilidad para encontrar palabras apropiadas, organizarlas en frases correctas y disponerlas, enlazándolas unas con otras, en un cierto modo o estilo personal, con el fin de comunicar ideas y sentimientos.

Estas cualidades junto con la integridad, conocimiento y confianza en si mismo, realza la eficacia del orador y le permite comunicar sus ideas en forma clara y atractiva. Esta facilidad de expresión se adquiere leyendo y haciendo ejercicios, como si se pronunciara un discurso, aun estando solo.

Claridad de ideas: Las ideas deben de ser fácilmente entendible por los oyentes. Por lo tanto se deben de articular las ideas de una manera lógica y coherente. Los que hablan de manera oscura, incomprensible y esotérica es simplemente porque no tienen ideas claras.

Memoria: Una excelente memoria ayuda a la oratoria, pues asegura en cualquier momento un manantial de ideas, a las que se puede recurrir en un discurso. Cicerón llama a la memoria “tesoro de todas las cosas,” pues la consideraba como una de las facultades que más favorece al orador puesto que la buena memoria permite evocar en cualquier instante todos los pormenores del asunto. La memoria lenta y perezosa, que exige grandes esfuerzos de concentración y que busca con frecuencia el auxilio de los apuntes, distrae y enfría la atención y la emoción del auditorio.

Sensibilidad: Un orador razonador y frío que pronuncia un discurso puramente intelectual es seco y deshumanizado y deja indiferentes a los oyentes. La sensibilidad es la capacidad de conmover ante el espectáculo de la vida y de los hombres, de experimentar emociones y pasiones en relación con las cosas, de comunicarnos mediante el corazón. Todo orador ha de saber que los hombres se relacionan más por el corazón que por el cerebro. Un discurso sin emoción no conmueve.

Condiciones de desarrollo:

Las personas que deciden aprender oratoria y utilizarla, obtienen grandes beneficios, sin importar dónde o para que lo usan; pueden usarlo en el trabajo, siendo grandes

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