A RECUPERAR LOS VALORES PERDIDOS

Actualmente el mundo esta atravesando por grandes transformaciones que han cambiado significativamente nuestras relaciones sociales, políticas y económicas, con fuertes efectos sobre la cultura de nuestros pueblos. A veces parece que estos cambios que estamos viviendo son, además, muy desiguales, los procesos económicos y tecnológicos van mucho más rápidos que los políticos y culturales. Lo cual nos lleva a que reflexionemos sobre si es bueno contar con la mejor tecnología, equipos sofisticados, lo in, cuando nuestra vida espiritual y humana empeora o qué habremos alcanzado con una gran cantidad de sabios, de doctos y de técnicos, si la ética profesional, en todos los campos del trabajo, no fundamenta la actuación personal. Igualmente muchas veces hemos escuchado a nuestros padres y abuelos decir que el tiempo pasado fue mejor y una de las razones que conlleva a esta afirmación es que no obstante la sed de conocimiento que existe en todo el mundo, hay muchos que están olvidando los valores humanos que tanto se necesitan en los momentos actuales.

Nuestra sociedad actual tolera muchas cosas que anteriormente se hubieran considerado hechos graves, existe una nueva moralidad que no establece ni señala normas. La mediocridad se halla en boga y las pautas de conducta van desapareciendo de los libros y de la educación formal, la nueva moralidad ampara un rosario de profanidades y muchos de los valores humanos se han vuelto obsoletos y pasados de moda; hoy en día existen muchas personas que están llenas de conocimientos, dinero, fama, pero su alma se encuentra totalmente vacía, sus propias vidas se hallan en desconcierto, sus hogares se encuentran desmoralizados y su trabajo lo realizan por interés al dinero.

Hemos venido creando la cultura del facilismo y el éxito inmediato, el conseguir dinero rápido sin cuestionar su procedencia. Nosotros cada vez más, somos permeados por el consumismo y las apariencias. La búsqueda de un bienestar económico ha llevado a algunas personas a la corrupción, a la facilidad para obtener resultados aunque sea a costa de los derechos de los demás, a un «silencio ramplón» que se ha venido imponiendo en las diferentes esferas de nuestra sociedad, sin pensar que la prosperidad económica nos es más que un paso, necesario pero insuficiente, para lograr una mayor plenitud humana

Y todo esto generado por la perdida de una serie de elementos culturales, y uno de esos elementos tradicionales que hemos perdido son los valores, aquellos parámetros de referencia a seguir, factores de orientación y nobles virtudes que dignifican a cada persona y le dan trascendencia espiritual a nuestra vivencia con los demás, aquello que hace a una persona digna de aprecio; los valores son una cualidad exclusiva de las personas y se encuentran presentes seamos concientes o no, en todas nuestras acciones, sentimientos, intereses, prioridades y nos condiciona tanto a nivel personal como en nuestra relación con los demás, como por ejemplo: la responsabilidad, la sinceridad, la lealtad, la sencillez, la solidaridad, la justicia, la generosidad, la caridad, la honradez, entre otros.

La perdida de valores se ha dado por diferentes causas, el debilitamiento de las instituciones formativas, la influencia desorientadora de los medios de comunicación, especialmente la televisión, la incertidumbre frente al rumbo de las acciones o el sentido de la vida y la crisis de la familia. Pero creo que la principal causa son los cambios que se han dado en los últimos años al interior familiar, porque es en la familia donde se reciben las primeras orientaciones de valor, las primeras nociones sobre lo que se puede y no se puede o lo que se debe y no se debe. La familia instituye, “oficializa” en su radio de acción, convierte en normas, ciertos valores que son los que operan a su nivel, regulan las relaciones intra-familiares y proyectan una determinada actitud hacia el mundo extra-familiar, pero la institucionalización de valores es un proceso que se da no sólo al nivel familiar,

...