ACERCA DE LA METACOGNICIÓN Marco de sentido general
Enviado por gisell escalante • 24 de Abril de 2017 • Trabajo • 964 Palabras (4 Páginas) • 117 Visitas
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ACERCA DE LA METACOGNICIÓN
Marco de sentido general
- El ser humano tiene la habilidad especial de poder “pensar sobre lo que piensa”, esto es reflexionar sobre los propios procesos de pensamiento y evaluarlos. Llamamos en términos amplios metacognición a esta posibilidad de nuestra mente (etimológicamente es una palabra compuesta que podemos traducir como “más allá del conocimiento”). Algunos autores usan como sinónimo el concepto de “monitoreo mental”.
- Es útil tener presente una primera distinción entre dos tipos de actividades mentales:
- ”las cognitivas” que implican avanzar o progresar hacia el conocimiento de una meta (un objeto, una idea, un concepto, un procedimiento, etc.) Son éstas las más frecuentadas en nuestras aulas.
- “las metacognitivas” son aquellas que dan cuenta de ese progreso hacia la meta, del movimiento mental que hacemos para construir ese conocimiento. Este segundo orden de actividades es menos común en nuestras clases.
- Cuando hablamos de metacognición nos referimos tanto al conocimiento sobre la propia actividad cognitiva, como al control o regulación que ejercemos sobre dicha actividad. En este sentido se vincula con el concepto de aprendizaje auto-regulado, ya que en ambos casos se concibe al alumno (el aprendiz) como sujeto activo, intencionado y protagonista del proceso de aprender (conocer).
- La metacognición genera saberes de tres órdenes:
- sobre la propia persona como aprendiz (lo que me gusta, lo que me resulta fácil, lo que me atrae, lo que me cuesta).
- sobre la tarea (sus objetivos, lo que se pretende alcanzar, sus características y condiciones, donde están las dificultades, etc.).
- sobre las propias estrategias de aprendizaje (los cursos de acción posibles, las estrategias alternativas, etc.).
- Varios autores remarcan además el valor de las actividades metacognitivas, más allá de su aporte obvio al desarrollo intelectual; ya que las mismas también estimulan aspectos afectivo-emocionales del sujeto que son – o deben serlo- también objeto de preocupación educativa (su autoestima, el saber sobre sí, la conciencia de su poder, la motivación por cumplir ciertas expectativas propias, etc.).
Sobre la enseñanza de las actividades metacognitivas
- Las actividades metacognitivas deben seguir una progresión gradual en términos de darle cada vez una mayor autonomía y responsabilidad al alumno sobre las mismas: en principio toda la iniciativa es del docente (propuestas explícitas), luego se avanza a la práctica guiada (responsabilidad compartida con el grupo), la práctica cooperativa (responsabilidad del grupo) y finalmente práctica independiente. Es esencial resaltar que la acción docente es central al principio para “instalar” este tipo de prácticas no habituales en nuestras escuelas.
- Las actividades metacognitivas deben vincularse siempre a algún “desafío del pensamiento”, entendiendo por tal una actividad de pensamiento compleja, no rutinaria (estudiar para una prueba, analizar un texto, hacer un experimento, una investigación, tomar una decisión, etc.). Dichas actividades pueden hacerse antes, durante o después y en cada caso permiten evitar algunos riesgos comunes del proceso de pensamiento, muy frecuentes en todos y en especial en los estudiantes:
- El riesgo antes del pensamiento (apurarse, no focalizar, zambullirse sin visualizar bien de qué se trata lo que nos desafía, cual es la meta).
- El riesgo durante el pensamiento (no establecer objetivos y criterios, no prestar atención a ver si respetamos esos caminos, “avanzar con orejeras”, no considerar alternativas o contingencias, pensamiento unilateral).
- El riesgo después del pensamiento (no reflexionar sobre lo que se hizo, lo que se logró o no, los apuros de los tiempos escolares no dan oportunidad para esto, lo que no permite evaluar los caminos elegidos y capitalizar las experiencias).
- Reconocemos el valor de la metacognición, porque fomenta el pensamiento complejo, autónomo, flexible y estratégico, queremos hacer de ella un objeto de enseñanza potente, es fundamental entonces dar los tiempos para que la misma suceda, teniendo en cuenta que no es una práctica habitual en nuestra cultura escolar, nuestros alumnos no están acostumbrados a “pensar sobre su propio pensamiento”.
- ¿Cuál es la mejor manera de fomentar los procesos metacognitivos? Podemos considerar cuatro principios básicos para la enseñanza. No siempre están todos presentes en cada actividad, pero sirven para orientar su selección:
- Modelar (mostrar, contarle a nuestros alumnos nuestros propios mecanismos metacognitivos, como nos autoguiamos para lograr rendimientos más eficaces).
- Explicar conceptos y prácticas esenciales (enunciar abiertamente los propósitos y explicar las distintas estrategias).
- Organizar oportunidades para que haya interacciones alumno/alumno y alumno/profesor en la que tengan la posibilidad de hablar sobre sus experiencias metacognitivas.
- Retroalimentar (escuchar lo que los alumnos dicen sobre sus experiencias, criticar y opinar sobre sus estrategias, hacerles ver que es un “tema” importante, valorado).
- Es probable que al principio sus alumnos no respondan o lo hagan pobremente a las actividades metacognitivas planteadas. Es lógico que así suceda (por lo novedoso del enfoque, cierta inhibición a mostrase, etc.) Una forma de ayudarlos es desde luego modelar: cuénteles acerca de su propio “monitoreo mental”. Todos los alumnos (de cualquier edad y condición) pueden reflexionar sobre su propio pensamiento y pueden comunicarlo, si reciben los apoyos indicados.
- Además del “modelado” al principio son también muy útiles las preguntas bien específicas y bien direccionadas, que los ayuden a “focalizarse” en sus propios procesos mentales. Para que las mismas sean bien aprovechadas el otro elemento valioso es generar un clima de reflexión apropiado (silencio, indicar un “parate” de las actividades para pensar, y demandarlo explícitamente) dedicando a la reflexión no los habituales 2 o 3 segundos que damos después de formular una pregunta sino al menos 1 o 2 minutos.
- Tengamos presentes que las actividades metacognitivas son parte fundamental de la propuesta de enseñanza, en términos de desarrollo de capacidades, no implican una pérdida de tiempo (“atrasarnos” en el desarrollo de los contenidos o del programa) sino un componente central del despliegue cognitivo de nuestros alumnos.
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