ANTOLOGIA
paletia2 de Junio de 2014
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La enseñanza de estrategias de comprensión lectora
Isabel Solé
Aunque me referiré a la enseñanza cuando aborde las distintas estrategias que vamos a ir tratando, es útil
exponer aquí el enfoque general que desde mi punto de vista debe tenerse en cuenta en su instrucción. Desde la
concepción constructivista del aprendizaje escolar y de la enseñanza (Coll, 1990), en la que me ubico, ésta es
entendida como una ayuda que se le proporciona al alumno para que pueda construir sus aprendizajes. Es una
ayuda, porque nadie puede suplantarle en esa tarea; pero es insustituible, pues sin ella es muy dudoso que las
niñas y los niños puedan dominar los contenidos de la enseñanza y lograr los objetivos que la presiden.
Tres ideas, asociadas a la concepción constructivista, me parecen particularmente adecuadas cuando se trata de
explicar el caso de la lectura, y de las estrategias que la hacen posible. La primera considera la situación
educativa como un proceso en construcción conjunta (Edwards y Mercer, 1988) a través del cual el maestro y
sus alumnos pueden compartir progresivamente universos de significados más amplios y complejos, y dominar
procedimientos con mayor precisión y rigor, de modo que unos y otros sean también progresivamente más
adecuados para entender e incidir en la realidad, por ejemplo, para comprender e interpretar los textos que en
ella se encuentran presentes o si se trata de un <<proceso de construcción>>, es obvio que no se puede pedir
que todo se resuelva adecuadamente y de una sola vez; si además es una «construcción conjunta», parece claro
que aun cuando el alumno sea el protagonista principal, el profesor tendrá también un papel destacado en el
reparto.
Justamente, la segunda idea que me parece muy interesante es la consideración de que en ese proceso el
profesor ejerce una función de guía (Coll, 1990), en la medida en que debe asegurar el engarce entre la
construcción que el alumno pretende realizar y las construcciones que han sido socialmente establecidas, y que
se traducen en los objetivos y contenidos que prescriben los currículos en vigor en un momento dado. Así,
estamos ante un proceso de construcción conjunta que se caracteriza por constituirse en lo que Rogoff (1984)
denomina participación guiada. Si aclaramos lo que significa un proceso de enseñanza/aprendizaje en que esa
participación se haga presente, tendremos elementos para profundizar después en la tarea del profesor.
Explicar los propios procesos internos puede ser difícil, porque muchas veces no nos damos ni cuenta de que los
realizamos, y además porque no estamos muy acostumbrados a hablar sobre ellos. Pero el aprendizaje de un
procedimiento requiere como condición necesaria ‐que no suficiente‐ su demostración. De ahí que la dificultad
no deba amedrentamos y que podamos hacer con la lectura lo mismo que hacemos cuando explicamos la suma:
exponer a los niños cómo procedemos para resolverla.
A la fase de modelado, y en la medida en que se da o se requiere, sigue la fase de participación del alumno. En
ella se pretende, que primero, de una forma más dirigida por el profesor ‐por ejemplo, planteando preguntas
que sugieran una hipótesis bastante determinada sobre el contenido del texto‐ y progresivamente dando mayor
libertad ‐sugiriendo preguntas abiertas, o simplemente solicitando las opiniones de los niños y niñas‐, el alumno
participe en el uso de estrategias que van a facilitarle la comprensión de los textos.
Esta es una fase delicada, porque en ella se debe asegurar el traspaso progresivo de la responsabilidad y el
control del profesor al alumno. No
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