Antologia
Enviado por Pauliiix • 13 de Agosto de 2014 • 1.714 Palabras (7 Páginas) • 181 Visitas
ANTOLOGIA DE POESIAS Y CUENTOS.
Los colores.
Blanco, amarillo, verde,
rojo, violeta y azul.
Los colores de este mundo
que siempre viste brillar,
si tú no sabes su nombre,
canta y lo aprenderás.
Blanca es la espuma del mar,
las nubes que vuelan,
es la nieve y el azahar.
Amarillo el Sol da su luz,
los campos dorados
que duermen en su quietud.
Blanco, amarillo verde,
rojo, violeta y azul.
Los colores de este mundo
que siempre viste brillar,
si tú no sabes su nombre,
canta y lo aprenderás.
Verde es la vegetación,
es la hierba que da al campo
su color y resplandor.
Roja es la fresa silvestre,
son las amapolas
y el color del corazón.
Blanco, amarillo, verde,
rojo, violeta y azul.
Los colores de este mundo
que siempre viste brillar,
si tú no sabes su nombre,
canta y lo aprenderás.
Violeta, nombre de una flor,
nombre de perfume,
dulce nombre de color.
Azul es el color del mar,
de lagos y ríos
y del espacio estelar.
Carmen Martín Anguita, Poemas de lunas y colores. México, SEP-Pearson, 2003.
Pedro y el árbol de dinero
Pedro pensó en hacer una maldad. De madrugada se fue a un
camino, buscó un árbol pequeño y le pegó monedas en las ramitas.
Cuando acabó, se sentó cómodamente debajo de él y esperó a
que pasara alguien. Ya tenía un buen rato cuando aparecieron
unos arrieros, a quienes les ofreció venderles el árbol de dinero.
–¿Cuánto vale? –preguntó uno de ellos.
–Lo doy en cien pesos –contestó Pedro, que siempre pedía esa
cantidad.
–Está muy caro. Te damos cincuenta.
–No, si no estoy loco. Este árbol produce dinero. Si lo compran, se
hacen ricos. Se los dejo en cien pesos. Eso sí, con la condición de
que yo le dé la primera sacudida.
–Está bien, sacúdelo. Si produce dinero, ya nos dará más.
De esta manera, Pedro vendió el árbol y se quedó con todo el
dinero.
“Pedro y el árbol del dinero” en Isabel Galaor (comp.), Así cuentan y juegan en los Altos de Jalisco, Abel
El desierto
Cuando Benjamín era pequeño, una de las veces que supapá Armando lo llevó al cine, vieron una película que sedesarrollaba en el desierto. Benjamín, de inmediato, asoció el desierto con las dunasdonde jugaba cuando él y su familia iban a la playa, pues se dio cuenta que el desiertotambién estaba formado por grandes promontorios de arena y escasa vegetación.Así mismo, Benjamín se percató que el desierto que aparecía en la película era enorme yque las dunas de arena donde jugaba no tenían comparación con aquellas inmensidad. Vioque los hombres se vestían con largas túnicas y se cubrían la cabeza con unos extrañosenredos, similares a la toalla que su mamá se ponía cuando terminada de bañarse.Le llamó la atención ver que los hombres del desierto montaban caballos, camellos ydromedarios. Los caballos le eran más cercanos, pues hasta los había montado en elrancho de su tío Miguel; mientras que a camellos y dromedarios sólo los había visto delejos en el circo y en el zoológico de Chapultepec.
Francisco Morosini Cordero,
El desierto
. México, SEP-Instituto Literario de Veracruz, 2007.
. Adivinanzas nahuas
A que no la puedes decir: soy un rollo que de noche desenrrollo para que puedas dormir
El petate (Petlatl)
Adivina adivinandor, todos los días con la casa va cargando
El caracol (Wilaka)
A la comida invitada,aunque sea de platoy cuchara.
La tortilla (Tlazkalli)
Hay que adivinar,no lo puedes ver,aunque sin esfuerzolo sientas correr.
El viento (Yeyekatl)
José Antonio Flores Farfán,
Adivinanzas nahuas de hoy y siempre
México, SEP-Corunda, CIESAS, 2002.
La liebre y el elefante
Hace mucho tiempo vivía una liebre muy inteligente. Desde muy pequeña iba siempre a jugar a la orilla del lago.El agua de aquel lago era limpia y transparente y todos los animales del bosque iban abeber allí.No lejos del lago había un árbol grueso. Los hombres habían cortado aquel árbol yhabía brotado una capa de resina. La liebre vio aquel ancho y cómodo tronco y al saltarpara sentarse, se quedó pegada a la resina.¡Pobre liebre! No podía moverse del lugar de donde estaba; ni siquiera podía cambiarde posición.Estaba muy asustada pensando que iba a morir allí. Pensaba en cosas muy tristescuando vio llegar al elefante que iba al lago a tomar agua.
–
Este elefante me salvará la vida
–
pensó la liebre. Y le gritó:
–
Oye, elefante
–
no bebas agua de ahí. El dueño del lago me dijo que me quedara aquí a vigilar para que no bebiera nadie.El elefante no hizo caso y la liebre, entonces, le gritó con más fuerza:
–
¿Eres sordo? ¿No oyes? ¡Si te atreves a beber de mi agua, te arrancaré la cabeza!
–
Tú sabes bien que estás diciendo tonterías
–
respondió el elefante. El agua no es tuyasino del lago.Si bebes de esa agua
–
amenazó la liebre
–
Te romperé la trompa con una patada!
¡Qué liebre tan tonta! Cree que me puede desbaratar. ¡La aplastaré y haré unamermelada con ella!El elefante se acercó a la liebre, la agarrócon la trompa, tiró y la arrancó de la resina.El pelo de la liebre estaba tan apegado ala resina que un poquito se quedó pegado enel tronco. Después le volvió a salir, perodesde entonces, el pelo de la parte trasera delas liebres es blanco.
El día y la noche.
El día y
...