Actividad Comprensión de lectura Nº 1
Enviado por LILYARAYA • 23 de Octubre de 2015 • Apuntes • 11.662 Palabras (47 Páginas) • 124 Visitas
Actividad Comprensión de lectura Nº 1
Nadie tiene todavía una explicación para el fenómeno, ni siquiera los más avanzados especialistas en el cerebro. Pero es un hecho conocido, desde hace mucho tiempo, que los casos más asombrosos de niños prodigios se producen en torno a la música, especialmente en el campo de la interpretación, donde no es raro ver a menores de diez años ejecutando obras complejas con la desenvoltura de un adulto experimentado. Quizás sólo en el terreno de las matemáticas se dé algo parecido, pues, con relativa frecuencia, se sabe de pequeños que calculan casi por intuición y que, debido a ello, convierten su niñez en un producto de magia a los ojos de los demás.
Si bien el lugar del cerebro donde se asienta la música (o la facultad de entenderla y usarla como leguaje) ya está aparentemente determinado por los fisiólogos, aún no hay ninguna pista que nos lleve a comprender por qué precisamente esa zona, y no otras equivalentes, tiende a desarrollarse de manera tan precoz, y con consecuencias prácticas tan increíbles, en algunos niños.
El caso de Mozart es el ejemplo clásico. Aunque ya es bastante conocido, no deja de maravillar cada vez que uno lo analiza con atención. En Mozart se manifiesta el tipo de prodigio musical precoz más completo, el que reúne en una sola personalidad, la capacidad de interpretar y crear música.
El pequeño Wolfang Amadeus tenía tres o cuatro años cuando comenzó a familiarizarse con el clavecín y el violín, y unos cinco cuando sintió los primeros impulsos hacia la composición. Se podría decir que logró descifrar los signos musicales y llevarlos al papel antes de aprender a leer y escribir en su idioma materno. Su padre, un músico muy preparado, lo orientó cuanto pudo en su formación académica, pero el genio de Mozart parecía tener todo resuelto desde el nacimiento, como si, por constitución, hubiera quedado determinado a realizar determinadas acciones a la perfección. No de otro modo se explica que, ya a los siete años, pudiera tocar sus dos instrumentos predilectos con esa pasmosa habilidad que refieren muchos cronistas, improvisar sobre cualquier tema, leer una partitura a primera vista y aprenderla de memoria en poco tiempo.
Hacia los siete u ocho años, durante la prologada gira de exhibición que realizó con su familia por Europa, Mozart se entretuvo escribiendo seis Sonatas para clavecín, con acompañamiento optativo de violín o flauta, en las que derrochó una soltura y seguridad de oficio propias de un compositor avezado. Estas Sonatas – que ya constituían su opus III, según la edición londinense de 1765 se hallan clasificadas en la actualidad bajo los números 10 al 15 del catálogo elaborado por Kochel, y, pese a ser creaciones incipientes dentro de su producción total, no es raro encontrar hoy buenas grabaciones de ellas o escucharlas en alguna sala de conciertos.
Es característico que los genios precoces sientan una abrumadora confianza en sí mismos al enfrentarse con el mundo de los adultos Mozart no fue, por cierto, una excepción. Aunque no sea más que anecdótico el referirlo esas Sonatas para clavecín las estrenó – posiblemente con su padre en la parte de violín ante una deslumbrada reina Carlota de Gran Bretaña a quien habían sido dedicadas. Nadie logró perturbar su impecable interpretación en aquella oportunidad, ni los cortesanos que veían en esa actuación algo así como un número de circo, ni la presencia cercana del rey Jorge III, que quiso sumarse al acontecimiento tocando en su violoncello la voz baja de la armonía.
No es necesario exagerar la importancia de las composiciones de un niño prodigio para realzar el asombroso fenómeno que ellas representan. Con todo lo admirable que resulta su producción musical temprana, Mozart demoró años en conseguir la plena madurez de su estilo, y debió esperar hasta la última etapa de su existencia para entregar sus obras más sublimes. Era lo lógico. No obstante, es interesante tener en cuenta un aspecto muy singular de la creación musical infantil.
El niño cuando aprende a componer, lo hace casi siempre como un adulto. Su música podrá ser más sencilla de proposiciones, más académica en su redacción, menos ambiciosa en sus objetivos artísticos finales que la de un compositor mayor, pero en ningún caso será música ingenua o “infantil”. En este sentido, la música escrita por un niño no es comparable a las expresiones plásticas espontáneas y automáticas que puede brindar un pequeño cuando está en condiciones de manipular los lápices de colores o las témperas. Para escribir
música, un niño debe aprender primero una serie de signos y convenciones. Si su cerebro tiene bien desarrollada es misteriosa zona en la que se asienta la música, tales enseñanzas serán fácilmente asimiladas. El niño entenderá la música como un lenguaje. Y si tiene, además, una elevada capacidad creadora, podrá componer con la misma naturalidad y corrección que un adulto. En matemáticas ocurre algo similar: los niños prodigios, una vez que dominan los signos y las convenciones, no calculan como niños; simplemente calculan.
Tal vez la música y las matemáticas ocupan en los genios precoces un lugar donde no hay demasiado espacio para la niñez, o donde la vida adulta comienza muchísimo antes. Pero, con todo lo que ello pueda significarles en su desarrollo, para llegar tan lejos como un Mozart se precisa también de tiempo y de experiencia, dos factores que la naturaleza definitivamente no regala ni anticipa.
1. Una relación señalada por el autor del texto entre la música y las matemáticas es que:
- Ambas, según han determinado los fisiólogos, se asientan en el mismo lugar del cerebro.
- Son las dos áreas del saber en torno a las cuales se producen más casos de niños prodigio.
- Es común ver a niños menores de diez años que dominan ambos campos con la desenvoltura de un adulto experimentado.
- Tanto en la una como en la otra los niños desarrollan una intuición que los convierte en un producto de magia a los ojos de los demás.
- Los más avanzados especialistas no han logrado explicar por qué ambas resultan tan fáciles para los niños.
2. Según lo dicho en el tercer y cuarto párrafo, podemos afirmar que Mozart:
- Constituye el más elevado ejemplo de la genialidad musical precoz, pues era capaz tanto de interpretar como de crear música.
- Logró descifrar los signos musicales y llevarles al papel antes de aprender a leer y escribir en su idioma materno.
- No necesitaba que lo orientaran, pues estaba destinado a realizar determinadas acciones a la perfección.
- Poseía a los siete años una habilidad creadora que hasta el día de hoy resulta inexplicable para los expertos.
- Presenta un caso ejemplar de genialidad musical precoz que maravilla y sorprende cada vez que se escuchan sus obras.
3. Respecto de las composiciones que Mozart creó durante su infancia, el autor del texto opina que:
- Si bien son admirables, fueron ampliamente superadas por las obras creadas por el músico en la última etapa de su vida, cuando alcanzó la plena madurez de su estilo.
- Están constituidas por seis Sonatas para clavecín con acompañamiento optativo de violín o flauta, y en ellas se demuestra una soltura y seguridad de oficio propias de un compositor avezado.
- Se han conservado buenas grabaciones de ellas y es común escucharlas en salas de concierto.
- Fueron dedicadas a la reina Carlota de Gran Bretaña.
- Su importancia suele ser exagerada con la intención de realzar el asombro fenómeno que representan.
4. Una característica de los músicos precoces señalada por el autor en el octavo párrafo, es que:
- Sus creaciones no son comparables a las expresiones plásticas precoces, ya que en estas últimas es necesario que el niño haya aprendido una serie de signos y convenciones.
- Suelen sentir una abrumadora confianza en sí mismos al enfrentarse al mundo de los adultos.
- Sus obras serán menos ambiciosas en sus objetivos artísticos que las de un compositor mayor.
- Sus composiciones, aunque sean más sencillas, están realizadas con la misma seriedad de un adulto y constituyen simples aciertos lúdicos.
- Aunque escriben con la madurez de un adulto, no perderán jamás su carácter ingenuo e infantil.
5. Los niños prodigios músicos y matemáticos se parecen porque ambos:
- Pueden asimilar los conocimientos si tienen bien desarrolladas las respectivas zonas de su cerebro.
- Desarrollan una elevada capacidad creadora que les permite componer con la misma naturalidad y corrección que un adulto.
- Manejan el lenguaje de su ciencia con genialidad.
- Ocupan un lugar donde no hay demasiado espacio para la niñez, o donde la vida adulta comienza muchísimo antes.
- Deben dominar primero una serie de signos y convenciones que les permite manejar seriamente el lenguaje de su respectivo quehacer.
6. Hacia el final del texto, el autor concluye que:
- La música y las matemáticas son las dos áreas del saber que producen más niños prodigios.
- Para los niños prodigios la vida adulta comienza mucho antes que para los demás.
- Para llegar a ser un genio no basta con ser un niño prodigio, sino que también son necesarios el tiempo y la experiencia.
- La música y las matemáticas, inversamente a las artes plásticas, no dejan a los niños vivir plenamente su infancia.
- El tiempo y la experiencia son dos factores que la naturaleza no regala ni anticipa.
7. El autor del texto relata importantes aspectos de la vida de Wolfang Amadeus Mozart para:
- Narrar la historia de uno de los genios musicales más grandes de la historia de la humanidad.
- Demostrar que es el niño prodigio más destacado en el campo de las artes.
- Ejemplificar las características propias de los niños músicos prodigios y reflexionar en torno a dicho tema.
- Contrastar su desarrollo como músico precoz con el proceso de aprendizaje de los niños genios en general.
- Dar a conocer sus primeras incursiones en la música y destacar la constancia y perseverancia que le permitieron superar los prematuros logros de su infancia.
8. ¿Cuál de los siguientes es el título más apropiado para el texto leído?
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