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Alucinacion


Enviado por   •  18 de Julio de 2016  •  Ensayo  •  800 Palabras (4 Páginas)  •  94 Visitas

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Alucinación. Ya estaba harta de ésta situación, de la monotonía, del desánimo, de tener que levantarme todos los días a la misma hora para ir a ese lugar que particularmente aborrezco; es tan insignificante, tan detestable asistir a ese sitio que me irrita inimaginablemente hablar sobre él. Todo por el deseo de mi madre de verme graduándome de ingeniera, dejando de lado mis gustos e intereses. Al fin y al cabo, ¿a quién le importa? Una ingeniera más o una ingeniera menos en éste país no hará mucha diferencia. Es curioso pensar que siempre hago cosas por los demás complaciendo a cualquiera menos a mi misma. Pero no tenía escapatoria, se estaba haciendo bastante tarde y preferí levantarme por mi cuenta que escuchar los gritos desesperados de mi madre. Hice mi rutina de costumbre: tomé una ducha, me vestí con el uniforme del Instituto, intenté arreglar un poco mi aspecto pero fue inútil, así que decidí abortar la misión. Tomé las llaves de la casa, le dije adiós a mi madre y salí al encuentro voluntario con mi holocausto personal, mi tortura diaria. La manera de llegar al Instituto ya era agónica por sí sola; la gente por las mañanas es bastante imprudente a la hora de ir a sus respectivos lugares de trabajo, además es insufrible caminar entre la muchedumbre en condiciones de apuro y ajetreo, se crea una atmósfera llena de desesperación, ¿y cómo evitar el estrés en dichas circunstancias? Todo mejora un poco cuando finalmente consigues el autobús que te lleva hasta tu destino. Tomo asiento. Acostumbro escuchar música de camino al Instituto para subir un poco el ánimo, pero realmente dudo lograrlo. El viaje es largo, interminable. A pesar de vivir bastante cerca del Instituto, la llegada en transporte público se hace eterna. Veo a la gente que camina por las calles, puedo escuchar vagamente el montón de carros que tocan cornetas en un intento ilógico de hacer que una señora mayor camine más rápido de lo que su cuerpo le permite. Pobre abuela. También veo venir la parada que queda a una cuadra del Instituto, así que decido levantarme del asiento del autobús para bajarme cuando llegue al sitio que corresponde. Me sigue sorprendiendo la manera tan espontánea de venir a éste sitio con tanta tranquilidad, aparentemente. Le doy el pago correspondiente al conductor y me dirijo hacia el final de la cuadra. Camino despacio, como siempre. Me pierdo en la guitarra de la canción que descargué anoche; pienso que no hay otra canción mejor que esa en todo el mundo… Repentinamente levanto la cabeza para verificar por dónde voy y me doy cuenta que no hay instituto. No había nada, nada de nada, era un simple terreno baldío. Entré en crisis, estaba segura que había tomado el camino correcto, pero sólo había un terreno árido y desolado. En un intento de saber qué había pasado con el Instituto, empecé a caminar por el terreno. Conseguí una piedra grande y comencé a patearla hasta que se convirtió en una especie de juego: pateaba la piedra, caminaba hasta alcanzarla y repetía lo mismo. Inesperadamente sentí que alguien estaba a mis espaldas, y mis nervios se dispararon. Olvidé la piedra y comencé a caminar más y más rápido, evité voltearme pues no quería saber cómo era el rostro de lo que sea o quien sea que estuviese persiguiéndome. Gritaba en mi mente que alguien me socorriera… y caí. En un abrir y cerrar de ojos me encontraba en un agujero de un metro y medio de profundidad, aproximadamente. Intenté salir de él, pero fue imposible, hasta que sentí nuevamente la presencia a mis espaldas. Me horroricé. No tuve tiempo de reaccionar cuando me tomó por el hombro y me volteó bruscamente. Observó con detalle mi aspecto de pies a cabeza: mi cabello castaño claro, largo y ondulado hasta la cadera. Mis ojos verdes cuales nuevos retoños primaverales, mi piel blanca y mi cara ligeramente invadida por pecas. Quedé aterrorizada ante su inquietante aspecto. Era imposible reconocerlo, vestía completamente de negro dejando al descubierto sus ojos vacíos sin pupilas, frívolos, sin alma. También pude notar parte de una cicatriz que marcaba dramáticamente su ojo izquierdo. Tomé aire para gritar a todo pulmón, pero con un movimiento veloz tapó mi boca. Quise escapar pero me agarró fuertemente por el cuello, casi ahorcándome. Mientras luchaba por respirar, contempló mi mirada llena de miedo por un instante, luego se acercó lentamente a mi oído y dijo con voz ronca y serena: -Nos veremos pronto. Se alejó de mí y sentí en ese momento como sus manos se aferraban con una fuerza brutal. Me alzó mientras me dejaba sin aliento y justo cuando pensé que moriría asfixiada, me soltó y caí nuevamente al suelo. Y entonces desperté. Insólitamente todo fue un sueño.

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