Ambiente Laboral
Enviado por 13139907 • 19 de Septiembre de 2014 • 1.500 Palabras (6 Páginas) • 157 Visitas
Las razones de la conveniencia de la articulación pasan por las potencialidades y limitaciones que cada una de estas realidades organizacionales tiene para el proceso formativo de una persona: la institución educativa y la organización productiva. La escuela y, en general, toda institución organizada para desarrollar un programa formativo a lo largo de un período prolongado, tiende a una permanencia organizativa que toma formas pseudoburocráticas; su división del trabajo toma características especiales alrededor de la relación pedagógica educador-alumno; su estructura curricular tiene una fuerte impronta académico-disciplinaria; el encadenamiento vertical, en la educación formal, hace que los niveles superiores influyan en los objetivos de los intermedios, aunque para muchos estudiantes el nivel que cursan sea el terminal. Este fenómeno favorece el vaciamiento de contenidos significativos en la educación media en países en los que ésta tiene una fuerte orientación a los estudios universitarios.y, por tanto, del aprendizaje en el trabajo, se adapta con dificultad a un rol educativo más amplio, y esto sobre todo por dos razones. La primera es que únicamente le conviene dar una formación que sea específica, o sea, que sea útil sólo en esa empresa concreta, como, por ejemplo, la utilización de máquinas exclusivas o el aprendizaje del desempeño en esa organización particular. Si la empresa invierte tiempo de su personal y costos en dar una formación más general, utilizable por empresas de la competencia, ese capital humano que incorpora el trabajador puede ser expropiado por otra empresa, perdiendo así la empresa original sus costos. Esto es llamado por los anglosajones «poaching», y es una costumbre muy utilizada por las empresas grandes que tienen posibilidades de pagar mejores salarios para contratar los trabajadores formados en las pequeñas y medianas empresas. Por eso, algunos autores llegan a decir que la formación general debe ser pagada por el propio trabajador mediante un descuento de su salario. Los subsidios a las empresas para programas de formación están basados en el reconocimiento de este problema y en los efectos más amplios de la capacitación de la fuerza de trabajo en la productividad. Sin embargo, es claro que la formación profesional en la empresa tiende a ser más estrecha que lo necesario para responder a la demanda de nuevas competencias. La otra razón es que la adquisición de calificaciones laborales tiene dos elementos esenciales y muy difícilmente aplicables en los centros de trabajo: por un lado, la fundamentación teórica para las competencias intelectuales y técnicas necesarias para la organización postfordista del trabajo, y, por otro, mecanismos de ensayo-error en la adquisición de habilidades que perturban el proceso productivo y exigen una organización ad hoc. Por todo ello, para poner en marcha un proceso de enseñanza-aprendizaje en una empresa, además de la buena voluntad y el convencimiento de aquellos que tienen capacidad de decisión, se exige que existan ambientes complementarios que faciliten la adquisición de las competencias más amplias, necesarias hoy más que nunca debido a las demandas de polivalencia y a la flexibilidad del mercado de trabajo. Estos ambientes complementarios son normalmente centros educativos.
Sin embargo, para que esta relación sea posible, debe partir de una búsqueda mutua y del respeto a las diferencias, pues hoy existe un miedo mutuo a la invasión de espacios propios, una diferencia en los tiempos -más lentos en lo escolar- y un desconocimiento mutuo. Es fácil ver, entonces, por qué esta relación entre instituciones educativas y organizaciones productivas es tan difícil y, paradójicamente, tan necesaria4. Se pueden también apreciar algunas condiciones para que la colaboración sea real, y no sólo una enunciación de buenos propósitos.
Del lado de las instituciones educativas se exige una cierta humildad en reconocer que no pueden hacer todo, ya que las carreras ocupacionales no dependen mecánicamente de los currículos educativos, sino que se entrelazan en trayectorias en las que los cambios tecnológicos y socioeconómicos son claves. También se exige reconocer que el campo insustituible de lo escolar es el de la educación general, como transmisión y adquisición de paradigmas intelectuales que permitan aprehender una realidad cambiante, cotidiana y externa al aula.
Finalmente, es necesario percibir la necesidad de activar la relación con el mundo externo y, en particular, con el mundo del trabajo como lugar del saber hacer y del saber ser, e introducir en la educación escolar el aporte vivencial de la experiencia de aquéllos que no son ni estudiantes ni docentes. Del lado de las empresas, conviene reflexionar sobre la experiencia de los países en los que se ha reconocido un rol protagónico a la formación en su proceso de desarrollo, desde Singapur hasta Alemania. En todos las empresas han invertido en ella más de
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