Aplicación de los derechos de las niñas, niños y adolescentes

Dentro de cualquier contexto encontramos niños, niñas y adolescentes con características peculiares, no en el sentido físico, sino en la manera de pensar, de comportarse, de expresarse, de hablar, etc. Éstas características son resultado de lo que ellos viven a diario en casa, si se tratara de hacer un análisis pero sin generalizar, sucede que, muchos alumnos presentan ciertas actitudes debido a que no comen bien,  hay problemas en casa, dinero escaso, no se sienten queridos, están enfermos, no son tomados en cuenta, etc.

Pensando de manera idealista y suponiendo que todos los niños, niñas y adolescentes, pudieran ejercer sus derechos o al menos los conocieran, la educación en México mejoraría, ¿por qué?, en primer lugar todos podrían asistir a la escuela, situación que lamentablemente no es cierta, el periódico digital El Financiero compartió una publicación en septiembre del año pasado que dice: “Al menos, 4.1 millones de niños y adolescentes no asisten a la escuela en México, mientras que más de 600 mil están en riesgo de abandonarla, destaca el informe: Niñas y niños fuera de la Escuela de la Unicef.” Entonces la ejecución del derecho a la educación no recae directamente en los docentes, sino en el Estado.

Ahora, si nos enfocamos en los que sí asisten a la escuela, cuántos de ellos lo hacen en condiciones favorables para aprender, cuántos de nuestros alumnos desayunan antes de ir a clases, obviamente esta pregunta hace alusión a aquellos que no tiene qué comer en casa, suena increíble pero es verdad, por tal motivo algunas escuelas en zonas rurales han sido beneficiadas por los conocidos desayunadores, que dan oportunidad a los estudiantes de adquirir un desayuno durante su estancia en la escuela, pero sin duda, lo ideal sería que su derecho a vivir en condiciones de bienestar se aplicara en todos y todas, pero no es el caso.

Afortunadamente dentro de todo lo negativo existimos docentes que ayudamos a la aplicación de otros derechos, por ejemplo, trabajar en un ambiente libre de violencia, les enseñas a no agredirse entre ellos, ni tú los ofendes y te esfuerzas por inculcarles valores; escuchas sus opiniones, respetas su intimidad, permites en la escuela que todos formen parte de la misma comunidad sin hacer distinción alguna, los motivas a expresarse de manera pacífica, respetas sus creencias religiosas, sus diferencias, en fin, es de suma importancia brindar estas oportunidades a los jóvenes, deben aprender a ejercer sus derechos con responsabilidad y que mejor lugar para empezar que la escuela.

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