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Arguedas


Enviado por   •  22 de Agosto de 2013  •  Informe  •  3.758 Palabras (16 Páginas)  •  213 Visitas

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asEn el epígrafe de la primera edición de la novela, Arguedas afirma que decidió escribirla en 1939, no bien salió de la cárcel, pero que solo empezó a poner en práctica esta idea recién a partir de 1957.

General Óscar R. Benavides, presidente del Perú entre 1933 y 1939.

El escritor tenía 26 años cuando vivió dicha experiencia carcelaria. Ocurrió durante la dictadura del general Oscar R. Benavides (aludido en la novela como El General), bajo la cual se hallaban fuera de la ley los partidos aprista y comunista. En realidad, Arguedas nunca fue un activo militante partidario, pero sus simpatías estaban del lado del comunismo y en contra del fascismo, pues se había formado intelectualmente con las lecturas del amauta José Carlos Mariátegui. Fue por eso que cuando en 1937 se anunció la visita del general italiano Camarotta (representante del dictador Benito Mussolini) a la sede de la Universidad de San Marcos, un grupo de estudiantes sanmarquinos se puso de acuerdo para organizar una protesta; entre ellos se encontraba Arguedas. Todos ellos eran partidarios acérrimos de la Segunda República Española y como tales, opositores declarados de la dictadura italiana, que por entonces apoyaba al bloque fascista en plena guerra civil española. En el fragor del acto, los estudiantes rodearon al general Camarotta e intentaron arrojarlo a la pila del patio de Derecho, hecho que fue impedido por un grupo de profesores. La embajada italiana protestó enérgicamente ante el gobierno peruano, y el general Benavides, a fin de dar un escarmiento ejemplar, ordenó la prisión de todos los estudiantes involucrados. Fue así como Arguedas fue a dar en El Sexto (prisión llamada así por estar en la sexta zona policial de Lima), donde pasó once meses, de noviembre de 1937 a octubre de 1938.1

Contexto ideológico[editar · editar fuente]

El mundo de los presos políticos en el Sexto refleja la realidad peruana de la década de 1930: comparativamente, los apristas son mayoría y los comunistas solo una minoría.2 Estos partidos, de carácter revolucionario, habían surgido en los años 1920 con la pretensión de transformar radicalmente al país; pero fue el APRA, fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre, que al comenzar la década de 1930 irrumpió como un partido de masas, apoyado por obreros, campesinos, estudiantes y la clase media. Participaron en las elecciones generales de 1931, que perdieron frente al teniente coronel Luis Sánchez Cerro; no reconocieron el resultado y pasaron a la más desaforada oposición, cuya cima alcanzó con la llamada revolución de Trujillo de 1932, ferozmente reprimida por el gobierno. Apristas y comunistas fueron perseguidos y puestos fuera de la ley bajo una norma de la Constitución de 1933 que proscribía a los partidos de carácter internacional; de esa época data la acuñación del término apro-comunismo. Las cárceles se llenaron de presos políticos, situación que no varió tras el ascenso al poder de Óscar R. Benavides luego del asesinato de Sánchez Cerro en 1933 a manos de un militante aprista. La novela es un eco de la lucha de los apristas y comunistas contra el régimen dictatorial de Benavides, pero a la vez refleja el enfrentamiento de ambos grupos en el plano doctrinario. Los apristas acusan a los comunistas de estar al servicio de la Rusia y de ser antipatriotas; a la vez los comunistas consideran a los apristas como intrigantes al servicio de los intereses de los explotadores para frenar así la auténtica revolución. Frente a esta disputa, el joven Gabriel se muestra como un individualista acérrimo: no comparte ninguno de esos fanatismos extremos, aunque se siente más cercano a los comunistas. Se podría definirlo como un independiente.

Escenario[editar · editar fuente]

Los hechos narrados transcurren en el interior de El Sexto, una prisión situada en el centro de Lima, en la Av. Bolivia con Alfonso Ugarte. Al inicio del relato, el joven Gabriel cuenta su llegada luego de abandonar la Intendencia; tras cruzar un patio inmenso fue conducido hacia el tercer piso o pabellón de los presos políticos. En el primer piso se hallan los presos comunes más peligrosos (asesinos, ladrones prontuariados) y en el segundo los no avezados (violadores, estafadores, ladrones primerizos).

El nombre de la prisión se debía a que el edificio servía también de cuartel a la sexta zona policial de la República.3

Personajes[editar · editar fuente]

Principales[editar · editar fuente]

Gabriel, el narrador-protagonista, es un joven estudiante, serrano, artista, idealista, apolítico. Es natural del pueblo de Larcay, cerca de Chalhuanca. No se alínea ni con los apristas ni con los comunistas, pues siente aversión por las doctrinas y disciplinas políticas que, según él, limitan su libertad. Prefiere juzgar a los individuos no por sus diferencias políticas, sino por su personalidad, y es así como se hace amigo por igual del comunista Cámac y el aprista «Mok’ontullo». Es muy sensible y le atormentan las terribles escenas que ve en la cárcel. En los momentos de mayor angustia recuerda las bellas y apacibles imágenes de su tierra natal, a manera de paliativo.

Alejandro Cámac, hombre maduro, alto, flaco, serrano, campesino de origen, carpintero de minas, sindicalista y comunista. En Morococha (región minera en la sierra central del Perú) había sufrido encierro y torturas, antes de ser trasladado a Lima. Compañero de celda de Gabriel, quien llega a admirarle por su sentido de justicia, que estaba por encima de su militancia partidaria. Muere en prisión y sus camaradas lo homenajean, sumándose incluso los apristas al acto, pues todos le reconocen como un gran luchador social. Pedro, el líder de los comunistas, pronuncia un discurso en su honor.

Juan, apodado «Mok’ontullo», joven, alto, blanco, arequipeño y aprista. Es la esperanza de su partido, aunque él se define solo como el músculo del mismo, siendo otros los cerebros. Empero, no es fanático y hace amistad con Gabriel.

Francisco Estremadoyro, apodado «Pacasmayo», por ser natural del puerto de ese nombre, situado en el departamento de La Libertad, donde tenía un negocio de lanchas. Estaba como acusado de aprista, pero en realidad era apolítico y según su versión su encierro era obra de un diputado liberteño a raíz de una disputa por el amor de una mujer. Es muy jovial, conversador y lleno de energía, pero de pronto es aquejado de una extraña enfermedad que le hace enrojecer el rostro. Ello, sumado al deprimente espectáculo de la prostitución de un muchacho apodado Clavel en plena cárcel, hace que enloquezca y se suicide arrojándose contra los barrotes de la celda del muchacho.

El piurano Policarpo Herrera, natural de Chulucanas. Es un hombre alto y fornido, pequeño propietario,

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