Arquitectura e identidad

Arquitectura e identidad

                                                               RUBIO CRUZ ALMA R.

De manera personal encuentro que la arquitectura es una herramienta eficaz de autoconocimiento de quien habita sus espacios, porque, esta disciplina significa también el legado de generaciones anteriores, es decir tiene un gran peso histórico porque a lo largo de la historia la arquitectura ha estado presente desde el surgimiento de las civilizaciones para responder a sus necesidades, pero al parecer aún no hemos definido con precisión qué la hace tan importante para nosotros, sus usuarios, e irónicamente puede no estar del todo claro para muchos de nosotros que estamos interesados en ella.

Podríamos partir de la idea de que la arquitectura es valiosa por su carácter universal porque puede llegar a muchos, ofrecer una imagen y ser interpretada de manera diferente partiendo de la misma idea, esta imagen puede darse mediante elementos que han guardado significado y representan un valor o principio que define a la comunidad, por ejemplo como un ícono.1  

Desde el punto de vista histórico la arquitectura responde a valores simbólicos que corresponden a una temporalidad determinada y resulta necesario tomar en cuenta;

“cómo afectan los cambios sociales y tecnológicos al significado arquitectónico” [2] de esta manera se genera una configuración simbólica del espacio que transmitirá un mensaje sobre la comunidad de ese tiempo a las generaciones posteriores, como lo mencionará F. Wright; “la arquitectura como un sistema mediante el cual la cultura se conserva y se extiende”.

La arquitectura dentro de sus vertientes es también arte; busca sugerir una sensación sin importar si se desea prestar o no atención, el observador de alguna manera interactuará con el entorno arquitectónico, aquí se abre la sugerencia  de aprender a observar para descifrar que nos dicen nuestros espacios o qué impresión nos dejan. De ésta manera resulta un buen ejercicio para averiguar un poco de nosotros mismos como sociedad. Bajo esta idea de identidad, los espacios se adecúan dependiendo de las actividades que establezca el usuario, intervienen también otros factores de la zona.

Como disciplina, la arquitectura implica que se desarrolle como un todo, es decir que debe existir un equilibrio entre los componentes artísticos y técnicos que involucra el proyectar, si se persigue únicamente lo bello o se atiende exclusivamente el aspecto funcional, no se estaría haciendo arquitectura. Se hace presente en la búsqueda de espacios una opción agradable habiendo contemplado lo factible en su construcción pero sin quedarse en lo superficial.

Ésta disciplina se encuentra determinada por factores externos, lejos de ser un asunto frívolo como generalmente se cree, debemos  recordar que se trata de una materia para servir, no para que le sirvan, con esto quiero decir que reconozco la arquitectura como el afán de brindar soluciones en la adecuación de espacios para el óptimo desarrollo de la vida.  

Por lo anterior, encuentro que la idea de seguir buscando soluciones para el futuro basados en la sabiduría descubierta por todo este largo proceso histórico es inspiradora, es una invitación a seguir buscando, descubriendo, solucionando, y construyendo de manera adecuada.

La formación del arquitecto

                     En diferentes etapas de su desarrollo el arquitecto descubre las influencias que intervienen en él. En mi caso la influencia filosófica podría ser una de ellas, porque considero que la arquitectura en general es un asunto de percepción, pues existen diferentes elementos plásticos comunicando algo al usuario, así pues se puede hablar de una base fenomenológica, entendiéndolo como un análisis que parte de; “la fidelidad a lo dado, a lo que realmente se ofrece a la experiencia” [3] esta interpretación inmediata permite identificar similitudes o diferencias en el curso de la experiencia. Debido a esta cuestión de la experiencia, se puede intuir el significado de un edificio con esta manera de interpretar lo inmediato y de la;” capacidad de recibir representaciones gracias a la manera como somos afectados por ellas (sensibilidad)”. [4]

                   La manera en que se desarrolle el objeto arquitectónico depende en gran medida de los principios que en los que se base el proyectista, algunos de nosotros buscamos cumplir con los  valores arquitectónicos de Vitrubio pero al final terminamos optando por aquellos que resultan viables y que consideramos esenciales. En la mayoría de las ocasiones el factor que encuentro primordial es que el elemento sea funcional; que siempre responda a las actividades para las que fue demandado, que sea sustentable; porque considero que un buen proyecto no tiene por qué impactar de manera negativa en el medio natural, y si dicho proyecto está bien relacionado con su entorno, entonces no demanda un acondicionamiento demasiado diferente  a este (hablando de temperatura, iluminación, etc.). También me parece crucial que el objeto arquitectónico sea estético, pues como se ha mencionado, los espacios arquitectónicos dejan huella a través de las sensaciones que producen en sus habitantes. Contrario a lo que generalmente se piensa, la estética en los edificios no es un asunto banal, pues si solo se desarrolla un espacio estructuralmente funcional no se cumple con las necesidades emocionales (que son tan importantes como las fisiológicas), se atienden situaciones particulares, la arquitectura también es personal y debe adecuar los espacios a quien los habite. Finalmente, la impresión que tenga el usuario finalmente es el resultado del conjunto de sus elementos.

...