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Arte Contemporáneo En México


Enviado por   •  17 de Noviembre de 2013  •  1.604 Palabras (7 Páginas)  •  355 Visitas

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Ensayo sobre arte contemporáneo de México

El arte contemporáneo ha logrado conservar el halo de misterio del que siempre quiere desprenderse. Por medio de la proliferación constante de discursos, su heterogeneidad aumenta como un virus mutante y así al principio del siglo XXI, nos seguimos preguntando: ¿qué es el arte?

La incomodidad con toda esta heterogeneidad es comparable a lo que le pasa a Augé con lo que él llama “la experiencia de no-lugar”[1]. Y es que la percepción de la aceleración de la historia que se explica con el exceso de avances tecnológicos; y la experiencia del achicamiento del planeta que no es otra cosa que el exceso de transporte e información; son asuntos que en los países desarrollados se han vuelto abrumadores. A este extrañamiento es a lo que Augé apunta y es por medio de nombrar esta experiencia del que ha vivido un cambio radical en la experiencia de habitar, de vivir en el mundo, es que quiere “recuperar el suelo” de su experiencia pasada.

En otra escala, es similar a lo que experimentan turistas o migrantes que habiendo vivido gran parte de su vida en una cultura homogénea en cuanto a idioma, colores de piel, comidas y costumbres sociales, se trasladan a otro donde todo eso es distinto y entonces concluyen que lo nuevo es una experiencia mala e incluso maligna, solamente porque les es extraña.

El mundo del arte sigue cambiando, se repuebla de formas y actividades extrañas, es un tránsito imparable y abrumador[2], y se perpetúa igual que lo hacía cuando sólo constaba de artefactos que causaban maravilla y asombro, solo que esta vez no lo hace en calidad de objeto sino en calidad de fenómeno, de acontecimiento institucionalizado incorporado al sistema.

A pesar de los intentos de EXPANDIRSE[3] (el campo expandido se genera problematizando la serie de oposiciones entre las que se encuentra la categoría modernista de escultura), DESACRALIZARSE[4] (a partir de la matanza de Tlatelolco la rabia y desconfianza se dirige hacia la desacralización del objeto artístico y del artista y hacia los sistemas de distribución y comercialización, es decir, las galerías, concursos, apoyos oficiales); POLARIZARSE y hasta DESMATERIALIZARSE[5] (por un lado está la recuperación del objeto tradicional: arte povera, procesual, ecológico o land art, y por otro la desmaterialización del objeto por medio del arte conceptual); en un mundo regido por leyes financieras, el arte no tiene problemas en volverse utilitario y MERCANTILIZARSE[6] como nunca en su historia, y así seguir existiendo.

El que nos sigamos preguntando ¿qué es el arte?, es un aliciente para concluir que sigue siendo un espacio abierto, con caminos desconocidos por explorar, un lugar de descubrimiento para el ser humano, de la misma manera que lo sigue siendo la literatura y la ciencia. Y hay de dos sopas para los artistas: pueden replegarse o, unirse al fenómeno. ¿Qué implicaría esta unión? Esto dice Anthony Julius respecto de las consecuencias del fenómeno posmoderno: “El mundo artístico de hoy circula una pluralidad de estética, una multiplicidad de prácticas artísticas. Aunque algunas son más fértiles y crean más obras nuevas que otras, ninguna tiene prioridad reconocida sobre las demás. No existen principios acordados con los que se puedan crear y juzgar obras de arte; no existe una estética aglutinante en la que puedan refugiarse las obras y su público. Esto es una consecuencia, en parte, de la propia estética transgresora. Es, en cierto sentido, tanto una estética como una antiestética.”[7] Unirse al fenómeno, entonces, implica entrar en un campo expandido de la belleza que también puede verse como el campo relativizado de la belleza.

A partir de los preceptos del arte contemporáneo que voy a resumir en pocas palabras como el deseo de comentar o ironizar, en un objeto liberado de disciplina y más parecido a un gesto que teje un vínculo entre arte y vida cotidiana, es que propongo el Proyecto Rotoplas, del que anexo dos proyectos de obras como comienzo de un trabajo escultórico donde la escultura está pensada como recipiente, retomando a Gabriel Orozco, donde el tinaco de agua de las azoteas de la ciudad es lienzo que establece un diálogo con los que ven estos objetos a diario desde sus hogares. Así queda “trastocada” esta imposición visual que son los recipientes de agua en la ciudad, que son también analogía con la pintura tradicional que se impone y quiere “convencer de algo”. El objeto no se sitúa en una galería, ni bienal ni espacio cultural, sino que se inscribe en el espacio urbano. Este proyecto sería mercantilizable y por tanto legitimizable como arte, según Peraza Josu Iturbe. Esto se podría llevar a cabo por una vía de conjunción entre programas municipales de fomento al arte y participación empresarial.

En la línea de Betsabée Romero quien en su trabajo se refiere a la cultura mexicana y a los roles que las mujeres juegan en la creación de objetos “folklóricos”, es que se sitúa el proyecto “Tinacos bordados” (ver

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