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Enviado por   •  20 de Enero de 2013  •  5.741 Palabras (23 Páginas)  •  341 Visitas

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Pautas para profesores con alumnos con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

El buen rendimiento en el proceso de aprendizaje es tradicionalmente medido por el resultado final de una nota. Los alumnos que presentan trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) son estudiantes con capacidad para adquirir nuevos conocimientos, a pesar de que su dificultad radica en el proceso para lograr ese aprendizaje.

Quizás, una de las mayores frustraciones a las que se enfrentan el profesor y los padres es la de saber que el niño tiene la capacidad para aprender pero que esto no queda reflejado en su rendimiento final. Estas circunstancias llevan, en muchos casos, a tener una actitud de presión hacia él, en busca de un cambio en su comportamiento. Como resultado de lo anterior, en ocasiones, el niño se desmotiva, toma una actitud negativa y estos factores obstaculizan aún más el proceso de aprendizaje.

Conocer al niño y las causas de su conducta permite canalizar sus diferencias, desarrollar un ambiente favorable para el aprendizaje y adecuar el currículo a sus necesidades. Todo ello, permite que los resultados realmente reflejen la capacidad que posee.

El profesor

El profesor, para ayudar a los niños con TDAH, puede aplicar pautas de intervención educacionales. Es decir, puede tomar una actitud positiva, con fuerza de ánimo y capaz de solucionar los problemas de una manera altamente organizada.

Los conocimientos sobre TDAH deben ser a la vez compartidos por los padres y los profesionales de la educación, así como por los profesionales que participan en el tratamiento del niño. Se trata de conciliar un trabajo en equipo con todos los profesores de la institución docente, con especial atención al profesor de apoyo.

Como profesor, se debe tener en cuenta la importancia de ser un buen modelo que permita a sus alumnos aprender estrategias de afrontamiento y resolución de problemas.

Saber practicar técnicas de modificación de conducta resulta clave en este tipo de alumnos, así como elogiar y recompensar sus progresos, establecer límites y aplicar consecuencias.

Para su correcta educación, se deben valorar las diferencias de estos alumnos, la diversidad de estilos de aprendizaje y darles la oportunidad de sacar a la luz lo que saben hacer bien.

Asimismo, es muy importante la socialización de los niños con TDAH; para ello, se les debe enseñar y entrenar en habilidades sociales con sus compañeros, aprovechando las circunstancias naturales de la interacción cotidiana entre ellos. Es esencial proporcionar a los alumnos un ambiente estructurado y predecible. El profesor debe informar de las reglas y las normas de la clase, procurando que estén siempre a la vista, manteniendo también a la vista los horarios y las tareas diarias. Posiblemente, puede servir de ayuda apuntarlo en una pizarra. Si se dieran cambios de horario o cualquier variación de la rutina, éstos se deben explicar con antelación.

Un factor clave para combatir el TDAH es establecer horas específicas para tareas específicas. El lugar de trabajo debe ser un sitio tranquilo y usado de acuerdo a cada necesidad y a la tarea encomendada.

Puede servir de apoyo colocar al alumno junto a compañeros que sirvan de modelos positivos; estos alumnos de apoyo reciben el nombre de coterapeutas.

Las actividades que implican movimiento son las más agradecidas por los alumnos que presentan TDAH; así pues, realizar estiramientos, cruzar las piernas, borrar la pizarra, repartir cuadernos... serán acciones gratificantes para ellos. No obstante, entre actividades, será necesario proporcionar descansos frecuentes y regulares para no saturarles

Adaptaciones curriculares esenciales

Generalmente, no es necesario para este tipo de alumnos alterar o prescindir de los contenidos y objetivos del curso o etapa, es decir, las modificaciones no tienen porqué ser significativas, pero sí conviene adaptar la temporización de los objetivos, las agrupaciones y el sistema de evaluación a sus características.

En muchos casos, los alumnos con TDAH pueden beneficiarse del proceso, por ejemplo, si el alumno demuestra eficiencia en la resolución de diez problemas matemáticos y luego empieza a distraerse y a no mantener la atención, no es necesario cumplimentar los veinte que hemos mandado al resto de compañeros.

Otra modificación del plan de estudios necesaria es establecer una mezcla de actividades de alto y bajo interés; en cualquier caso, es conveniente empezar por las menos atractivas, dejando las más gratas para después.

Las clases se pueden volver más amenas con la inclusión de materiales informáticos de aprendizaje, el uso de novedades y juegos que capten el interés. Por ejemplo, la simplificación y aumento de presentaciones visuales puede ser una ayuda de cara el desarrollo de las clases.

El trabajo en casa también puede resultar un obstáculo para los alumnos con TDAH, por este motivo, será imprescindible la enseñanza de destrezas, para la organización o estudio, aplicadas a tareas concretas. Es aconsejable disminuir la cantidad de deberes y comprobar siempre en clase que los alumnos pueden realizarlos sin problemas. Bajo ningún concepto se tiene que mandar para casa lo que ha quedado incompleto en el aula.

El uso de estrategias mnemotécnicas ayudará a los niños a utilizar la asociación mental con el fin de recordar los conceptos impartidos en clase. Asimismo, el uso de referencias visuales para la instrucción auditiva será un procedimiento muy útil.

Al igual que con los alumnos sin TDAH, el trabajo en equipo y el aprendizaje cooperativo serán tareas que estimularan la socialización del niño.

Adaptaciones en el aula y en el hogar

El ambiente protagoniza un elemento de influencia hacia los alumnos; así pues, resultará imprescindible controlar el lugar dónde se sentarán, la espaciosidad del aula, la cantidad de luz, los distintos agrupamientos, la cercanía con el profesor, el permanente contacto con éste… El docente deberá controlar también los posibles elementos de distracción, ya que este tipo de alumnos pierde la concentración con un simple detalle.

Se aconseja que las explicaciones sean breves y, para ellas, se utilice un lenguaje simple y concreto. Escribir las instrucciones en la pizarra puede ser de mucha ayuda, evitando siempre impartir más de dos o tres instrucciones a la vez. La información se tiene que organizar de lo más concreto a lo más abstracto, de lo particular a lo general.

Una vez explicado un concepto, el profesor se debe asegurar de que todo lo que ha dicho ha sido entendido; para conseguirlo, un buen método será alentar a los alumnos a presentar sus dudas.

Un profesor que tenga

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