Aspectos de educación para el desarrollo
Enviado por ruangie • 22 de Agosto de 2015 • Ensayo • 1.749 Palabras (7 Páginas) • 158 Visitas
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Actividad 6: Elaborar ensayo a partir de la siguiente pregunta orientadora: ¿cuáles son los aspectos del enfoque de educación para el desarrollo a nuestras prácticas pedagógicas?
Curso
Educación para el desarrollo
Presenta:
Rubiela Ángela Gil Echeverry
Asesora tutora:
Mg. Andrea Neira Cruz
Asesor titular:
Mg. Margarita Rosa Pérez
Bello, Antioquia 14 de junio de 2015[pic 2]
Una mirada a las prácticas pedagógicas cotidianas a luz de los aportes de la educación para el desarrollo
La práctica pedagógica del docente del siglo XXI debe estar centrada en buscar una educación liberadora, que le brinde al discente un horizonte claro o que por lo menos se logre crear en él la incertidumbre. Creo que nuestro sistema educativo no está diseñado para que enseñemos a pensar, mucho se habla de eso en los documentos del ministerio y en los medios de comunicación, pero realmente en la práctica se evidencia que la intencionalidad es continuar formando estudiantes memorísticos, poco analíticos y por ende más manipulables. Si se busca la educación para la libertad el cumplimiento de un currículo estricto no sería tan trascendental en nuestras aulas, puesto que ese currículo en muchas ocasiones se aleja de los intereses y realidades de los estudiantes.
Freire (1983) dice que la educación será humanista cuando integre al individuo en su realidad nacional. Para ello el docente debe contar con ciertas libertades a la hora de compartir con sus estudiantes, lejos de esto están las políticas educativas cuando insertan en los planes de estudio un montón de cátedras obligatorias que por falta de tiempo terminan siendo unos rellenos que al fin y al cabo solo deben mostrar la evidencia de que se están desarrollando. Al respecto Giroux (1997) menciona la falta de autonomía que tienen los docentes para desarrollar y planificar el currículo, aspecto que limita el quehacer docente puesto que en cada contexto hay particularidades que escapan a esos currículos generales.
Reformular la idea de la educación como practica en la que el estudiante es sometido a unos contenidos rígidos a veces sin sentido y volvernos hacia una educación que enseñe a pensar, sería realmente educar. En la educación como práctica de libertad Freire menciona que una educación transformadora es aquella que facilita al estudiante la posibilidad de analizar críticamente las causas y las consecuencias y establecer comparaciones con otras situaciones y posibilidades, esto desde su reconocimiento como sujeto perteneciente a una sociedad. Solo así saldremos de la sumisión y de la ignorancia en la cual nos tienen sometidas las grandes elites que nos gobiernan y tienen el poder.
Para llegar a esto es necesario zanjar la educación como práctica tradicionalista en la que en palabras del mismo Freire la educación es bancaria, donde el estudiante escucha y el docente habla, el docente sabe el estudiante no. Es en una clase donde el estudiante toma la palabra donde realmente se encuentra el aprendizaje, no más sinsentidos de llenar cuadernos transcribiendo libros, ¿dónde está el aprendizaje allí?, no más estandarización de los estudiantes, todos aprenden de forma diferente, cada estudiante es un mundo, por lo cual a cada uno de esos mundos hay que darles miradas diferentes y aprovechar el encuentro de ellos tan diversos para enriquecer y construir el conocimiento. Con estas prácticas obsoletas el estudiante sigue siendo visto como un objeto sobre el cual hay que vaciar un montón de contenidos y no como un sujeto pensante.
Pero entonces surge un interrogante, ¿cómo hacer para que un docente que ha sido formado de manera tradicionalista y conductista enseñe de otra manera, cuando los libros de texto y los cuadernos llenos son más importantes que el dialogo y la palabra en las aulas de clase, cuando aún sigue vigente en muchos contextos escolares la relación de poder entre el educador y el educando? Hay aquí una imperiosa necesidad de que el estudiante sea el centro y protagonista de las clases y el docente un facilitador. El cómo obtener conocimiento e información ya no es un problema, la información circula de manera fácil, ya la escuela en la era de la información no es solo la portadora de conocimiento sino quien debe forjar en los discentes la idea de cambio y de transformación en pro del bienestar de la sociedad.
Las aulas de clase deben ser espacios para la reflexión, obviamente desde unos contenidos que no se pueden abandonar, pero hay que reconocer al estudiante como lo dice Freire (2004) como un ser creado para comunicarse con los otros hombres, pues el aprendizaje se da realmente en la esfera social donde el individuo en interacción con el otro enriquece sus saberes y ofrece los suyos para el enriquecimiento de los demás, es así donde el dialogo es imprescindible en las prácticas educativas, se necesita de manera urgente docentes formados para enseñar a pensar, los cuales reconozcan la importancia de la palabra en los procesos de formación.
Es así que el docente no debe concebirse como un sujeto acabado que ya todo lo sabe, hay momentos en que aprender también requiere desaprender ciertos paradigmas que han guiado nuestra practica pedagógica y que estos de pronto con los cambios constantes ya no dan los resultados positivos que daban antes, es por esto que el docente siempre debe estar dispuesto al cambio y este no se logra creyendo que siempre todo tiempo pasado fue mejor, simplemente las cosas cambian y se debe estar preparado para esto y aprender del cambio, así se podrá formar estudiantes que sean capaces de desenvolverse en un mundo en el que todo varía a pasos agigantados.
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