CIUDAD DE MÉXICO
Enviado por hola6669 • 16 de Junio de 2015 • Tesis • 3.907 Palabras (16 Páginas) • 156 Visitas
EDIPO REY
AUTOR: SOFOCLES
OBRA: EDIPO REY
EDITORIAL: PORRUA
FECHA DE EDICIÓN: FEBRERO DEL AÑO 2000
CIUDAD DONDE SE EDITÓ: CIUDAD DE MÉXICO
NUMERO DE PÁGINAS DE LA OBRA: 222
RESUMEN EXPOSITIVO DE LA OBRA:
Edipo era un niño que había nacido de Yocasta y de Layo rey de Tebas. Cuando el niño nació se le advirtió a Layo por medio de un oráculo que seria acecinado por su propio hijo; Layo al saber tal cosa sintió mucho miedo que decidió mandar acecinar a su propio hijo para que lo que decía el oráculo no se cumpliera.
Un día llamo a uno de sus criados y le ordeno que matara a Edipo en un lugar lejano del reino, pero el criado no lo hizo por lastima así que lo dejo ahí en la montaña; un campesino que acostumbraba a llevar sus ovejas a pastorear a ese lugar encontró al niño abandonado y con buen corazón lo recogió y lo acepto como su hijo, habitaron en Corinto que era el lugar donde vivía el que ahora era padre de Edipo.
Edipo creció y más tarde se entero de la profecía del oráculo y decidió abandonar Tebas por temor de que sucediera aquel hecho tan desagradable.
Partió sin ningún rumbo mas sin embargo en el camino encontró a Layo con sus acompañantes que lo querían sacar del camino con violencia lo cual enfureció o Edipo y termino por matar a su padre que era Layo y a sus acompañantes excepto uno que logro sobrevivir.
Llega a Tebas y se enamora de Yocasta su madre se casa con ella convirtiendo se en un rey, el oráculo se estaba cumpliendo; una peste cubre al reino y Edipo manda consultar a los dioses para saber qué es lo que pasaba porque tal desgracia sucedía en su reino; Creón trae la respuesta de los dioses donde le dice que habían ordenado sacar de aquella ciudad al acecino de Layo, Edipo no sabiendo quien era decidió ser el vengador de la muerte del rey.
Apareció Tiresias diciendo lo que el oráculo había advertido desde mucho tiempo atrás; al saberlo Edipo le respondió con mucho enojo diciendo que era imposible lo que decía porque el era hijo de un campesino de Corinto así que todo lo que decía era una mentira.
Tiresias dijo que había alguien que podía probar lo que estaba diciendo y era aquel hombre que acompañaba a Layo en su travesía por el camino de Tebas; Edipo lo mando buscar y comprobó que todo lo que había dicho Tiresias era cierto, comprobó que todo lo que el oráculo predijo se cumplió.
Edipo enloqueció del dolor de haber matado a su padre y de haberse casado con su propia madre, al igual que Yocasta no soporto al enterarse de todo esto y decidió quitarse la vida ahorcándose, al ver Edipo a su madre sin vida ya no quiso saber más del mundo ya no quería ver más dolor y decidió sacarse los ojos con un prendedor que traía su madre.
LUCES DE BOHEMIA
Luces de Bohemia es un esperpento publicado por Valle-Inclán en 1924. Se trata de un esperpento trágico sobre la vida literaria en la sociedad española.
El protagonista, Max Estrella, sale por la mañana de su casa con Don Latino, para reclamar que le paguen más por la novela que ha vendido Don Latino. No logran mejorar el precio y terminan en una taberna emborrachándose. Horas más tarde, la policía lo encuentra por la calle metiendo escándalo con un grupo de jóvenes modernistas por lo que es conducido a la cárcel, donde tiene que pasar la noche. Consigue salir de la cárcel gracias a la intervención de un redactor en jefe del periódico “El Popular”. Al salir va a ver al Ministro de Gobernación, antiguo compañero de estudios, con el fin de pedirle satisfacción por lo que le ha ocurrido. El ministro promete darle un dinero cada mes, pero no le da satisfacción. De ahí marcha a un café, donde invita a cenar a Don Latino y a Rubén Darío. Ya camino a su casa tiene una visión de la muerte y a la mañana siguiente lo encuentran muerto unas vecinas. El esperpento concluye con el entierro de Max y cómo Don Latino se emborracha en una taberna.
Todo el esperpento tiene por fin destacar la decadencia y la imposibilidad de la vida literaria en la sociedad española. Valle-Inclán ironiza, satiriza y estiliza grotescamente la realidad.
La trama de Muertos sin sepultura (pieza escrita por Sartre en 1946) describe un caso de la Resistencia francesa que tuvo lugar dos años antes. Cinco guerrilleros capturados están encerrados en un desván lleno de trastes y basura de una escuela pueblerina. Abajo, en una de las aulas, les torturan a cada uno por separado para conseguir la información sobre el paradero del jefe de su destacamento. A diferencia de sus compañeros asesinados poco antes, a ellos se les dejaron algunas horas para pensar sobre las próximas torturas e inminente ejecución, para reflexionar sobre sí mismos a la luz de una muerte inevitable. Recluidos en cuatro paredes, ya no pueden ser útiles a aquellos con quienes antes pelearon codo a codo. Ellos nada tienen que esconder, ya que en realidad no saben el paradero de su jefe, y es eso lo que los verdugos quieren saber a través de las torturas. Al ser prisioneros, salieron de la vida y se desvanecieron; se esfumaron sus preocupaciones que aún ayer les parecieron tan importantes: cada cual se encuentra con sus propios pensamientos sobre el fin inevitable.
ES USTED MUY HOMBRE
Rafael F. Muñoz
No HABÍA otra calamidad tan completa en toda la escuela: holgazán, vicioso, insolente, malhablado. Se enorgullecía de que en los dos años que llevaba en la preparatoria no se había parado nunca en la clase de gramática, a pesar de que todos los días le llamaba el profesor en la lista . . . Alba, Roberto de . . . Fumaba y bebía como ningún otro en la escuela, jugaba al billar como el mejor carambolista de La gran sociedad, y en la baraia sabía componer los paquetes para los albures, conocía las reglas del baccarat como si fuera un viejo croupier; cínico ante las reprimendas de los maestros, poseedor del vocabulario más completo en majaderías e impertinencias tanto para los hombres como para las mujeres . . . fullero, debía cantidades fabulosas, para el estudiante que era, en el café de los chinos, y cuando le cobraban tiraba la vajilla, rompía el botellón, insultaba al “chale” y amenazaba con traer a la policía, alegando que ahí se fumaba opio.
A todo esto, y a otras cosas que completaban su modo de ser, Roberto de Alba llamaba “ser muy hombre”. Quien no le diera el golpe al cigarro, dejara la merienda sin pagar, hablara sin decir groserías y no conociera por su nombre y antecedentes a las mujeres pintadas, ése no era hombre todavía, como él que a los trece años ya era un perdido, como tenía el gusto de pregonarlo a sus colegas del segundo año de preparatoria.
Caminaba con el sombrero de anchas alas levantado del lado izquierdo,
...