COMUNICACIÓN EDUCATIVA

INTRODUCCIÓN

El Aprendizaje es la base de todo tipo de relación humana que se genera en la sociedad, y si cuenta con un proceso oportuno, asertivo y directo la relación entre los actores se consolida, las expectativas de las partes se logran y se evita una disociación entre lo que se pretende alcanzar y la realidad.

La identificación de una persona o conjunto de personas con el proceso de Enseñanza y Aprendizaje nos muestra evidencia de estándares de calidad; en los docentes al adoptar habitos de capacitación continua en campos pedagógicos y en los alumnos desde un ámbito personal al tomar hábitos donde el aprendizaje sea rector de sus esfuerzos y logros académicos, es decir que aprendan para la vida.

Anteriormente, se consideraba inteligente a la persona que tenía desarrolladas sus habilidades lingüística y lógica matemática; sin embargo, en la actualidad, diversas investigaciones han contribuido a transformar el concepto de inteligencia.

La propuesta de Kolb, sobre los estilos de aprendizaje y la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner, han establecido que existen diferentes maneras de percibir el mundo, de conocer, procesar, representar y comunicar información, lo que trae como consecuencia, un replanteamiento de la metodología de la enseñanza, ya que ésta, necesita ser innovadora, creativa y variada de acuerdo a la manera en que aprenden los alumnos, para favorecer el aprendizaje de todos.

“Según la teoría de las inteligencias múltiples, una inteligencia puede servir tanto de contenido de la enseñanza como de medio empleado para comunicar este contenido”. (Gardner, 2012)

Gardner menciona ocho categorías de inteligencia, la verbal o lingüística, lógico-matemática, espacial, corporal-kinestésica, musical, interpersonal, intrapersonal, naturalista y actualmente se encuentra desarrollando la inteligencia trascendental o existencial en su Proyecto Zero, que tiene como finalidad definir un sistema de enseñanza flexible, creativo, abierto, y sobre todo individualizado.

Gardner define a la inteligencia como una capacidad que se puede desarrollar y reconoce que las personas poseen diferentes potenciales cognitivos, de ahí la importancia de considerar múltiples maneras de enseñar para diferentes formas de aprender.

Pero otras líneas de investigación, como es el caso de Goleman y su Inteligencia emocional, hacen reflexionar, sobre el hecho de que alumnos que son inteligentes en su rendimiento académico, no siempre terminan siendo profesionistas exitosos, por lo que plantea, que al desarrollar la inteligencia emocional, se contribuye a tomar conciencia tanto de las emociones propias como la de los demás, a ser tolerantes ante las presiones y frustraciones que se presentan en el trabajo, a incrementar la capacidad de empatía y las habilidades sociales, aumentando las posibilidades de desarrollo social.

La inteligencia emocional, va ligada al paradigma humanista en la educación, donde se pretende lograr una educación integral, resaltando lo que otras propuestas han marginado: el desarrollo de la autorrealización y la educación de los procesos efectivos y emocionales. (Hernández Rojas, 1997)

Tomando como fundamentación la información anterior, se puede colegir que el equipo cuatro, está integrado por mujeres autónomas, quienes realizan el trabajo a buen ritmo y sin presiones, de forma responsable y siendo conscientes de sus habilidades cognitivas y emocionales, entre las que predominan, la inteligencia corporal-kinestésica, la lingüística, lógica-matemática, musical, interpersonal y especial, que se han complementado para obtener resultados satisfactorios en la realización de las tareas colaborativas, siendo capaces de resolver problemas a través de la empatía, el control de las emociones y la comunicación asertiva, posibilitándolas a extrapolar este aprendizaje a contextos comunitarios o culturales, contribuyendo a la transformación de una escuela rígida, en una que promueva las inteligencias múltiples y los diferentes estilos de aprendizaje.

Al ser conscientes de lo anterior, es más fácil, poder aplicar las técnicas de valoración antes mencionadas, en el proceso de enseñanza-aprendizaje, ya que en el enfoque de competencias que vive actualmente la educación, se debe planear la secuencia didáctica, desarrollando estrategias que tomen en cuenta las diversas formas de adquisición del conocimiento que tiene cada individuo. Si un alumno no comprende a través de la inteligencia que se elige para informarlo, se debe considerar que existen varios caminos para lograrlo.

Es importante también enriquecer los entornos del aula, promoviendo amplitud y posibilidades de interactuar de distintas formas con compañeros y objetos, a elección del alumno.

Asimismo, se debe desarrollar un nuevo concepto y sistema de evaluación, entendiéndose éste, como un proceso que refleja los saberes que debe adquirir el alumno antes, durante y después del proceso de enseñanza-aprendizaje, centrándose directamente en su desempeño, como dice (Macías, 1995), lo que se pretende con dicha evaluación, es recopilar evidencia acerca de cómo los estudiantes procesan y completan tareas reales de un tema en particular.

Con ello se puede decir que diferenciado el tradicionalismo educativo con este nuevo enfoque, surge la necesidad de observar directamente el crecimiento y la adquisición del conocimiento en un tiempo determinado, enfatizando en los estudiantes sus fortalezas en lugar de sus debilidades, considerando los diversos estilos de aprendizajes, las capacidades lingüísticas, las experiencias culturales,

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