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Caapitulo 8 Economistas Neoliberales


Enviado por   •  16 de Septiembre de 2013  •  2.019 Palabras (9 Páginas)  •  421 Visitas

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Por Renán Vega Cantor-Luz Marina López Espinosa

Viernes 21 de junio de 2013

Refiere en su introducción el autor de este texto, el destacado y en plena juventud ya laureado Renán Vega Cantor, que hace algunos años escribió un artículo de prensa con el mismo título. Dada la naturaleza del escrito, no consideró del caso que sus terminantes afirmaciones sobre la criminalidad ingénita al neoliberalismo debían estar soportada en pies de páginas y bibliografía. Algunos lectores del texto le indicaron al autor que tan drásticos señalamientos sin sustento bibliográfico tenían más el carácter de un juicio de valor, una opinión, que la exposición de una verdad acreditada por la evidencia empírica. Esta glosa era además una expresión de desacuerdo con la aspereza de la calificación de los economistas neoliberales como criminales reales -no metafóricos- de la peor laya y del mayor nivel: genocidas y de lesa humanidad.

¿Quién dijo miedo? Esa objeción sobre la supuesta gratuidad del juicio emitido acicateó la identidad e integridad política del autor al tiempo que su rigor científico, condiciones ambas que subjetivamente lo habían conducido sin ambages al juicio que hacía. Ello dio como resultado que se nos vino Renán con un nuevo artículo de prensa, sólo que esta vez hubo de ser recogido en un libro porque el tal tenía seiscientas apretadas cuartillas, diez densos capítulos, y estaba soportado con gran cantidad de pies de página y una bibliografía de ciento diez textos especializados amén de numerosas páginas web consultadas.

Ajuste de cuentas hemos dicho. Y es que este libro indispensable para quien quiera tener claridad del mundo en que vivimos, es tal vez el más riguroso, exhaustivo y documentado estudio que se haya hecho sobre ese fenómeno que para muchos no pasa de ser una palabra que designa algo como un nuevo sistema económico, una que más o menos se sabe qué es y parece consistir según dicen todos, en algo relacionado con un nuevo orden inevitable del mundo que conduce inexorablemente a desmejoras para los pobres y beneficios para los ricos. Y pare de contar. No mucho más sabe el común de las gentes. Para esos neófitos, para los conocedores del tema y aún para los especialistas, este libro les esclarece, detalla o profundiza, cómo y por qué el neoliberalismo es además de una creación artificial de los centros imperialistas del mundo para someterlo al dominio del gran capital internacional, el responsable del genocidio más devastador al que haya sido sometida la humanidad y todo lo que le es caro y preciso para su pervivencia: la naturaleza, la cultura y un espíritu labrado en la morosa adquisición de su conciencia individual, moral y social que le llevó miles de años.

Pero, ¿y por qué el encarnizamiento específico con los economistas? Porque son ellos los que prestan su contingente para que el mundo que ha de ser destruido –y lo está siendo hoy en efecto como demuestra el autor con cientos de citas académicas serias-, contemple primero el tósigo que lo ha de intoxicar, lo desee después, y al final lo paladee como cosa buena los unos, necesaria o inevitable los otros. “La globalización puede que no sea lo mejor, pero es imposible oponerse a ella porque el mundo cambió y ya somos uno solo”; o “El TLC. nos va a acabar, pero es inevitable y en todo caso crea otras oportunidades”: o “No podemos vivir sin el comercio con los Estados Unidos”, se oye decir aún a los industriales y empresarios que van a ser devorados por una de las muchas fauces del monstruo.

Y ese daño lo hacen los economistas partidarios o simplemente reclutados al servicio de esa causa. Ellos colonizan la mente de las gentes ignaras o cultivadas, incluidas aquellos que van a ser víctimas injustas y evitables de ese estadio del capitalismo, lo mismo que la de naciones enteras, y lo hacen por la vía de pregonar a través de los aparatos ideológicos de dominación a su servicio, la verdad mentirosa de lo ineluctable del neoliberalismo. Pero no como un mal al que hay que resignarse, sino todo lo contrario: como el bien inestimable con el que el sistema capitalista en su permanente escalar en favor de la humanidad, le dispensó.

Y viene entonces porque no es sólo una consigna vacua-, el “sustento teórico”, el discurso, los silogismos perfectos que enmascaran sofismas abismales: que la mano invisible señala el valor justo de las cosas y del trabajo, que la competencia premia a los mejores, que el libre mercado abarata los precios y cualifica los productos, que la economía abierta disminuye el costo de vida y da oportunidades a los pobres, que la apertura económica aumenta las exportaciones y con ello el empleo, que la globalización permite aprovechar las ventajas comparativas y los recursos de cada país lo cual deriva en riqueza, que la inversión extranjera axiomáticamente trae prosperidad al país receptor, que la baja en los salarios es socialmente justa porque genera trabajo al desempleado, que la rebaja en las pensiones subvenciona a los más pobres que no las tienen, que lo público es corrupto y lo privado es probo, mejor dicho, como afirma tan serio autor, que patatín, que patatán, hasta llegar a que los talentosos y tenaces siempre triunfan en el modelo, mientras que los ineptos e impedidos es mejor que se…. que se…. ejem….ejem…

Eso es lo que hacen los economistas neoliberales. Y el resultado está a la vista, absolutamente incontrovertible: “el genocidio económico y social del capitalismo contemporáneo” como subtitula su libro el profesor Renán.

La degradación de la naturaleza a límites que se teme devenga catástrofe irreversible, el agua, aire, especies animales y vegetales, semillas tradicionales, tierras fértiles, selva, casquetes polares, capa de ozono y mil formas de biodiversidad, son preocupación del autor que expone cómo la codicia del capitalismo exacerbada en su faceta neoliberal, arrasará con aquello que si de alguna manera se lo puede definir, es con el vocablo Vida. Y entonces nos recuerda las palabras visionarias del riguroso científico y profeta Carlos Marx, “El capitalismo destruye los dos manantiales de toda riqueza: la tierra y el trabajador.” Y cita las de Francois Houtart que ciento cincuenta años después evidencia su rigurosa ocurrencia en el

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