Caso Ucraniano
Enviado por Nadia_hy • 16 de Mayo de 2014 • 948 Palabras (4 Páginas) • 306 Visitas
Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea tras el caso ucraniano
No hay sólo dos opciones -Putin o los imperialismos occidentales- sino tres porque es posible organizar una respuesta mundial de los trabajadores a los fabricantes de guerras.
Desde el derrumbe de la ex Unión Soviética los gobiernos de Estados Unidos buscan redimensionar el poderío ruso y acorralar a Moscú con una red de bases agresivas en sus fronteras y extendiendo la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) cada vez más hacia Oriente. Rusia, se recordará, ya reaccionó cuando Estados Unidos y la OTAN intentaron instalarse en Georgia, en el Cáucaso, en la bisagra con las ricas repúblicas petroleras y gasíferas que giran en la órbita de Moscú, y ahora volvió a reaccionar cuando, mediante el intento de ingreso de Ucrania a la Unión Europea, Estados Unidos trató de correr el radio de acción de la OTAN hacia el Este y de cerrarle el acceso al Mediterráneo a la flota rusa del Mar Negro, basada en Sebastopol, en la península de Crimea.
Esta reacción, totalmente previsible, tiene que haber sido calculada por Washington y ese papel provocador de la diplomacia estadounidense choca con los intentos anteriores de cooptar a Rusia, con su participación en el G8, separándola de China y de las llamadas “potencias emergentes”, como la India. Dicho sea de paso, estos dos últimos países rechazan las medidas anti rusas y llaman a actuar con cautela y a resolver todo por la vía diplomática.
Los capitalistas mafiosos de Moscú sostuvieron al régimen impopular, corrupto y servil del presidente ucraniano Víktor Yanukóvich, depuesto por un golpe parlamentario que se montó sobre grandes manifestaciones populares a las que se sumaron los fascistas y neonazis ucranianos (que no las dirigieron, pero las utilizaron). Esa movilización popular fue alentada efectivamente por la Unión Europea que capitalizó el repudio a la corrupción e incapacidad de la oligarquía ucraniana subordinada a Moscú y el recuerdo de los crímenes de Stalin y sus seguidores en Ucrania (el stalinismo deportó a todos los tártaros de Crimea y pisoteó los derechos nacionales ucranianos) y canalizó esos sentimientos detrás de la ilusión sobre mejores condiciones de vida si Ucrania entraba en la Europa unida del gran capital.
A esas masas democráticas se unieron las minoritarias bandas fascistas, ultranacionalistas y antirusas, de Svoboda y otros grupos de extrema derecha que tratan de llevar agua para su propio molino pero que, contrariamente a lo que afirma Moscú, ni fueron ni son la base de la caída de Yanukóvich y del actual gobierno heterogéneo, fragilísimo, de la oligarquía prooccidental ucraniana.
No estamos pues ante la alternativa fascismo o Putin, éste no es ni anticapitalista, ni antiimperialista ni democrático y medidas como la incorporación de Crimea a Rusia (independientemente de los lazos históricos pluricentenarios entre la península y Moscú) sólo sirven para unir a los demócratas ucranianos contrarios al régimen
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