Centro Acuicola
Enviado por arquy_barrios • 8 de Octubre de 2012 • 354 Palabras (2 Páginas) • 326 Visitas
Ciertamente, no se trata de conservar los pueblos tal como estaban años atrás, como si el tiempo no hubiese pasado para ellos, y mucho menos en función de posibles rodajes para el cine, pero sí de exigir
(o de lamentar cuando eso ya no es posible) que el desarrollo de aquellos no implique su destrucción paisajística, como ha venido ocurriendo en estos últimos años.
Un viaje por la provincia de León - por no decir por España entera - bastará para darse cuenta de hasta qué punto esa destrucción ha roto y desfigurado la mayoría de nuestros pueblos: núcleos enteros desvirtuados por edificios que nada tienen que ver con ellos, casas antiguas rehabilitadas siguiendo modas ajenas, corrales convertidos en jardines o en piscinas, huertos dados a la especulación...
Casas tradicionales en Villar del Monte. Foto Raquel Alvarez. guiarte. Copyright
El desarrollo, que no el progreso (¿quién se atrevería hoy a definir su significado?), implica, sin duda alguna, la desaparición de muchos recuerdos, y, junto a ellos, de algún paisaje, pero no necesariamente ha de ser incompatible con el respeto a la cultura y a la historia que heredamos de nuestros antepasados. En el caso de la arquitectura, el desarrollo de un pueblo no debe comportar (al contrario, debería respetarla) la destrucción de su identidad. Pero, desgraciadamente, eso es lo que está ocurriendo.
Con el concurso de constructores, arquitectos y particulares, la fisonomía de nuestros pueblos ha ido desfigurándose hasta el punto de que, hoy, es prácticamente imposible encontrar en muchos de ellos la raíz de la que proceden.
Porque, si el pueblo era de barro, el nuevo constructor procurará hacer su casa de piedra, para así destacarse de sus vecinos, que es de lo que al fin se trata, y, si aquél era de teja, la hará de losa o pizarra. Y, de la misma manera, si el conjunto guardaba una armonía, ya sea por su alineación o por su adecuación e integración en el paisaje, el emigrante procurará romperla de cuajo para así dejar en el pueblo la firma de su presencia. Porque de lo que se trata no es de integrar, sino de marcar distancias; distancias sociales, claro.
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