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Conflictividad Social


Enviado por   •  7 de Diciembre de 2012  •  1.471 Palabras (6 Páginas)  •  604 Visitas

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CONFLICTIVIDAD SOCIAL

La sociedad actual nos ofrece un ambiente altamente nocivo para cultivar valores humanos. Los casos de corrupción suscitados mayormente en el entorno político brindan un pésimo ejemplo acerca de lo que es el verdadero servicio público, pues lo único que hacen es "servirse del público".

Pero hay cosas que no deberían cambiar; aquellas cosas que están establecidas como principios básicos en nuestra sociedad, en este caso hablamos de esas normas que debemos seguir para lograr una armonía tanto en nuestras relaciones interpersonales como en nuestra relación intrapersonal. Nos referimos a los valores, los cuales lamentablemente, al parecer a muchos se les “olvida” practicar y otros tristemente se han dado por vencidos y piensan que ya eso es cosa del pasado.

¿Por qué cuando precisamente nuestra sociedad necesita con urgencia cimentar valores en sus vidas, paradójicamente se promueve corrientes de materialismo y hedonismo? ¿Crisis de valores?

A dónde van a parar los valores?. La crisis de valores no consiste en una ausencia de éstos sino en una falta de orientación frente a cuál rumbo seguir en nuestra vida y qué valores usar para lograrlo.

La crisis por la que atravesamos no es una crisis de valores en sí, sino del sentido de éstos y de nuestra aptitud para gobernarnos y orientarnos. Por lo tanto la pregunta a plantearse no es ¿Crisis de valores? Ni mucho menos ¿a dónde van a parar los valores?. Sino ¿Crisis de nuestra capacidad para cultivar valores? y ¿A dónde van a parar nuestros valores?

Frente a este tema sale a relucir dos aspectos esenciales para nuestro desarrollo: la educación y la familia. ¿Hasta qué punto nuestros gobernantes ponen todos los medios necesarios para impulsar calidad en el aprendizaje académico y humano tanto en la escuela como en la familia? ¿Cómo se promueve la participación de la familia en la educación de sus hijos?

Lamentablemente los políticos sólo se acuerdan de la familia y de la educación para satisfacer sus intereses. Si no fuera por instituciones de la sociedad civil y del sector privado, nuestra sociedad no tuviera siquiera la esperanza de ser mejorada. Sin embargo, todavía se puede recuperar el camino desandado. Para ello necesitamos que cada ciudadano desde la función que ejerce en la sociedad, tome conciencia de los efectos que deja sus actitudes en la construcción de un país más justo donde se respete la dignidad del ser humano.

¿Hasta cuándo entenderán que el ser humano no fue hecho para ser prisionero del trabajo, de la moda, de la comodidad, de la superficialidad?

Sino más bien todas estas cosas fueron hechas para que el hombre las usara de forma ordenada de acuerdo a su fin. ¿Cuál es el fin del hombre en este mundo? ¿Acumular bienes y riquezas o trascender en el servicio a los demás? ¿Tenemos que esperar más años para que la familia y la educación reciban el lugar que deben tener en el desarrollo moral de nuestra sociedad?

Por querer alcanzar el éxito no perdamos la excelencia en nuestro ser, es momento de cambiar esta crisis de valores por una actitud positiva frente al sentido de nuestras vidas.

Estamos ante una sociedad totalmente permisiva, vacía, intolerante, con prisa por conseguirlo todo ya y ahora, sin freno moral, sin respeto por los demás, disfrutando con el dolor ajeno, sin valores humanos, sin ética, sin disciplina, con unos padres que lo permiten todo con tal de que sus hijos no se frustren. Pero no nos engañemos, el mundo no es de color de rosa, y es mejor enseñar a los jóvenes que las cosas no se consiguen sin esfuerzo, que hay que renunciar a mucho para conseguir muy poco.

Estamos ante un mundo materializado, vacío, sin moral ni religión, y quizá en esto radique parte del problema. El hombre necesita reglas para reforzar su voluntad, necesitamos disciplina, pues Isaac Riera dice que “carecer de disciplina es un obstáculo radical para el ideal de superación”. Todo lo que nos entra por los ojos es consumo, libertad, la ley del mínimo esfuerzo. Pero en la vida se necesita disciplina. Hemos pasado del freno moral que la religión ejercía sobre nuestra generación, al ateísmo más radical; no hay nada, sólo el vacío, y hay que llenarlo con lo que sea, alcohol, drogas, sexo, todo con tal de no pensar. Tienen que dejarse llevar por la vorágine, hacer lo que hacen todos para no ser diferentes y no salirse de las normas que marcan los líderes del grupo. ¿Hemos de ser los padres tolerantes con todo? ¿Por qué ese miedo a poner disciplina y

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