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Enviado por   •  24 de Marzo de 2013  •  2.295 Palabras (10 Páginas)  •  277 Visitas

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Introducción

La película que presentamos, Gerónima (Raúl Tosso; 1986), pone en juego una multiplicidad de problemas del pasado y el presente patagónico, pero también latinoamericano. A la vez, la historia de Gerónima demuestra cómo las formas que adquiere la opresión, si bien son expresadas con distintas categorías que permiten interpretarlas —clase, género y etnia—, son fatalmente sufridas por los sujetos a un mismo tiempo.

Reflexionar sobre Gerónima implica también aceptar los desafíos de abordar un film que utiliza, integra y mezcla variados materiales del quehacer cinematográfico (ausencia de límites entre el cine etnográfico, cine documental y de ficción) como de la labor histórica (interrelación de oralidad, escritura e imagen; tipo de material utilizado, conexión entre métodos historiográficos y antropológicos, etc.).

La historia de Gerónima

El film narra la última parte de la vida Gerónima Sande en Río Negro en 1976, quien vive con sus cuatro hijos en una precaria vivienda en la meseta patagónica. Gerónima sobrevive con la venta de cueros de animales al “bolichero” de la zona, y de una escasa pensión estatal. Ocasionalmente convive con Morales, padre de sus hijos, alcohólico que la maltrata. Un auxiliar sanitario pasa por su vivienda y decide que es necesario mejorar sus condiciones de vida. Para ello resuelve internarlos en el Hospital de General Roca, y a consecuencia de su internación y la separación temporal de sus hijos, la angustiada Gerónima se torna cada vez más extraña hasta que los médicos, desconcertados, se echan atrás y deciden devolverla a ella y a sus hijos a su lugar de origen. Sin embargo, a los pocos días, los hijos tienen que ser internados nuevamente por haber contraído tos convulsa durante su primera hospitalización. Dos de ellos mueren y su desesperada madre los sigue tras graves accesos psicóticos.

Medios y géneros: las formas de la memoria

Al iniciarse la película conocemos la documentación que fue utilizada para la realización de la misma, a través de la siguiente leyenda: “Las imágenes de este film han sido reconstruidas a partir de las grabaciones sonoras que en el año 1976, en el Hospital Dr. Francisco López Lima, General Roca Provincia de Río Negro, realizara el Dr. Jorge Pellegrini”.

La memoria cinematográfica de Gerónima, que sobresale por su mezcla de documental y ficción se debe, al menos, a la intervención de tres instancias principales: uno, Jorge Pellegrini, quien se propuso documentar las entrevistas con Gerónima; dos, al trabajo mediático del guionista y director de la película Raúl Tosso que encuentra este material y lo utiliza; y, finalmente tres, a los medios de comunicación que posibilitan las grabaciones que documentan las respuestas de Gerónima ante las preguntas del psiquiatra.

Lo que resulta original aquí es que el film se refiere a la reconstrucción de imágenes a partir de una grabación sonora una vez comenzado el mismo (a través del texto citado anteriormente). La autorreferencialidad de la película es subrayada a partir de un segundo texto donde se lee: “Las voces en ‘off’ corresponden a ese registro y pertenecen al mencionado médico y a la auténtica Gerónima Sande. Las escenas fueron filmadas en los lugares donde acontecieron los hechos. Patagonia – Argentina. 1976”.

La aclaración pone de manifiesto que los cuerpos y las voces aparecen distorsionados y separados unos de otros: las voces de Gerónima y el médico se mantienen fuera de las imágenes filmadas. Lo que se reconstruye fílmicamente es lo que no se puede oír en la grabación sonora. Y lo que se ve es, al mismo tiempo, algo que no se oye: el perfil de la actriz Luisa Calcumil (que interpreta a Gerónima) con los labios cerrados, y una voz que no le corresponde. La aparente contradicción entre sonido e imagen, no hace más que subrayar la voluntad de interrogarnos a los espectadores respecto de la validez de categorías como auténtico/falso construidas para mirar y clasificar el mundo que nos rodea. Sostener la posibilidad de una memoria de los ausentes, de los oprimidos y explotados a lo largo de la historia nos confronta siempre con la cuestión de las (otras) formas que deben adquirir esas memorias para revelar lo que ha desaparecido y explicar las razones de esas pérdidas.

“…Es una cuestión de humanidad…”

Según la psicóloga Ana Quiroga (1995) la identificación madura supone reconocer en el otro un doble carácter: el de ser otro, con sus particularidades, pero a la vez un semejante. Al mismo tiempo esta madurez, individual y social, está relacionada con un posicionamiento ético. Ahora bien, ¿es posible esa identificación positiva, madura, con el otro en este contexto de cada vez mayores desigualdades sociales? La dimensión ética del encuentro con el otro ¿es una dimensión que va más allá de las relaciones sociales en que los sujetos conviven?

La figura del otro implica control y jerarquía, es decir ha existido en la historia como condición de garantía de su dependencia no sólo simbólica, sino sobre todo material. O mejor dicho, la dependencia simbólica, la construcción misma de la alteridad a partir de las diferencias, fue la legitimación de la subyugación material de unos sujetos sobre otros. En este sentido Sartre señala que las verdaderas divisiones persisten pero intentan fundirlas todas en una social, resumidas en la distinción uno mismo/otro.

Así, alteridad no es más un proyecto homogeneizador, que logra establecer de manera coercitiva los parámetros de una supuesta universalidad en la que se difunden como intereses generales los que son, en realidad, particulares de una parte de la sociedad. Bajo este discurso se clasifican como locos o anormales, todos aquellos que no cumplen con los parámetros establecidos.

En Gerónima, la protagonista y su entorno se encuentran vulnerados, consecuencia de un proceso histórico que los condenó a vivir desde un principio y hasta nuestros días en la marginalidad y la extrema pobreza. Pero precisamente por su estilo de vida y por su pésima condición social es llevada a un ámbito no elegido y desconocido para “curarla” de su “barbarie”.

Gerónima junto a sus hijos es ingresada al hospital urbano sin ninguna patología o síntoma psiquiátrico. Pero, precisamente, son el encierro, el desarraigo de sus tierras y de sus costumbres y la separación de sus hijos las condiciones que la llevan a hacer un cuadro psicótico que se manifiesta en su negación a alimentarse y a comunicarse y finalmente en el ataque a sus hijos.

En síntesis, “la Gerónima del campo” ya se encuentra atravesada por los valores, costumbres y normas que han sido asimilados producto de un proceso de transculturación desde

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