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Crónica del maestro que quiero ser


Enviado por   •  17 de Julio de 2021  •  Ensayo  •  1.470 Palabras (6 Páginas)  •  210 Visitas

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CRONICA DEL DOCENTE QUE QUEREMOS SER.

“Jamás acepté que la práctica educativa debería limitarse solo a la lectura de la  palabra, a la lectura texto, sino que debería incluir la lectura del contexto, la lectura del mundo”.

Paulo Freire.

NOMBRE DEL DOCENTE: DIEGO ARMANDO RODRÍGUEZ PÉREZ.

Síntesis

“La docencia es un proceso que se desgasta en la dinámica de la enseñanza y el aprendizaje: al no variarla se vuelve rutinaria, en la cual ésta logra convertir el sentido del encuentro académico en un sin sentido”.

Tomado del libro: ¡Qué profesor !

Samuel González-Arizmendi

Desarrollo

En esta actividad se le propone al animador pedagógico, realizar una crónica, en donde desarrolle una descripción detallada y vivencial acerca “del maestro que quiere ser”.


CRONICA DEL DOCENTE QUE QUEREMOS SER.

INTRODUCCIÓN

El maestro del siglo XXI es un formador de ciudadanos, capaz de leer los contextos locales y globales que le rodean y de responder a los retos de su tiempo. Es un facilitador que domina su disciplina y que, a través de metodologías activas, ofrece las herramientas necesarias para que los estudiantes comprendan el mundo desde diversos lenguajes, aprendan a vivir con los demás y sean productivos.

Como casi todo el mundo la docencia a iniciado en la enseñanza con altas dosis de ansiedad; camino de pensar y sentir, dificultades al igual que disciplina quizás porque, nadie nos enseña a ser profesores y tenemos que aprenderlo nosotros mismos por ensayo y error.

Aún me acuerdo de mi primer día de clase como docente toda mi seguridad se fue abajo al oír una voz de un alumno detrás mí. Qué decía esta cara de sonrisa la cambiaremos en poco tiempo. Aún me acuerdo de mi miedo en pensar que las cosas que transcurriera en esa clase no las pudiera manejar. Aún me acuerdo de la tensión diaria para aparentar ser un serio docente, para aparentar que todo estaba bajo control, para aparentar una sabiduría que estaba lejos de poseer... Luego, con el paso del tiempo, corrigiendo errores y apuntalando lo positivo, pude abandonar las apariencias y me gané la libertad de ser profesor: la libertad de estar en clase con seguridad en mí mismo, con un buen conocimiento de lo que se puede y lo que no se puede hacer en clase; la libertad de decir lo que pienso, de ensayar nuevas técnicas para poder alcanzar el éxito.

Fernando Corbalán, tras hablarnos de que en clase tenemos que divertirnos, buscar el ansia de saber y propiciar una atmósfera de investigación, concluye: «Y no se piense que sólo se abre la mente a los alumnos. También la del profesor se expande y se llena de nuevos matices y perspectivas más amplias, y funciona la relación enriquecedora con los dos sentidos lo que es pensar y sentir.

Mi experiencia, al menos, me dice que algunos de los juegos y problemas con los que he disfrutado, y que sigo utilizando, han tenido su origen en la dinámica de la clase... Y cuando se crea esa atmósfera mágica en clase, con los fluidos intelectuales en movimiento, hay más placer. Hace tiempo, descubrí que el objetivo es ser maestro, es ayudarles a comprenderse a sí mismos y a entender el mundo que les rodea. Para ello, no hay más camino que rescatar, en cada una de nuestras lecciones, el valor humano del conocimiento. Todas las ciencias tienen en su origen a un hombre o una mujer preocupados por desentrañar la estructura de la realidad. Alguien, alguna vez, elaboró los conocimientos del tema que explicas, como respuesta a una preocupación vital.

He hablado de mis inicios en la enseñanza, y de mi visión actual tras varios años de recorrido profesional; pero, de igual forma tengo que hablarles del proceso intermedio e, inevitablemente, de las dificultades que hay que sortear.

El primer problema consiste en elaborar tu propia identidad profesional. Esto implica cambiar tu mentalidad, desde la posición del alumno que siempre has sido hasta descubrir en qué consiste ser profesor. Las dificultades de los profesores de Primaria suelen ser distintas a las de los profesores de Secundaria. Entre los de Primaria el peor problema es la idealización: la formación inicial que han recibido suele repetir con insistencia lo que el buen profesor debe hacer, lo que debe pensar y lo que debe evitar; pero nadie les ha explicado, desde el punto de vista práctico, cómo actuar, cómo enfocar los problemas de forma positiva y cómo eludir las dificultades más comunes. Han aprendido contenidos de enseñanza, pero no saben cómo organizar una clase, ni cómo ganarse el derecho a hacerse oír, pero tiene claro lo que debería hacer en clase, pero no sabe cómo hacerlo. El choque con la realidad dura cierto tiempo; en ellos el profesor novato tiene que solucionar los problemas prácticos que implica entrar en una clase, cerrar la puerta y quedarse a solas con un grupo de alumnos. En este aprendizaje por ensayo y error, uno de los peores caminos es el de querer responder al retrato robot del «profesor ideal»; quienes lo intentan descubren la ansiedad de comparar, cada día, las limitaciones de una persona de carne y hueso con el fantasma etéreo de un estereotipo ideal.

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