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SER MAESTRO


Enviado por   •  11 de Marzo de 2013  •  1.894 Palabras (8 Páginas)  •  306 Visitas

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SER MAESTRO

Pablo Romero Ibáñez[1]

Les invito hacer una reflexión que propongo sobre dos componentes claves que todo maestro, profesional de la educación, necesita poseer, y con más razón, si desea generar procesos de aprendizaje significativos en sus estudiantes; me estoy refiriendo a estos dos conceptos: 1.El amor y 2. La preparación. Sin amor no se puede concebir un maestro significativo y sin preparación, sería altamente peligroso en su interacción académica.

En esta sección abordaré el AMOR. (Véase en la otra ventana: Preparación).

En una ocasión, me invitaron a intervenir un proceso de evaluación realizado por estudiantes acerca del desempeño de los docentes de un colegio de Bogotá D.C. Allí, leí afirmaciones de estudiantes de grado 5º como estas: la profesora Claudia es muy linda, nos trata con cariño, juega mucho con nosotros, lástima que no domina la asignatura que nos dicta. En otro caso, leí esto: el profesor Luís es exigente, sabe mucho, pero no le entendemos nada, no tiene paciencia y es de mal genio, nos regaña por todo, ojala y se vaya.

Obsérvese que el primer caso de valoración, reconoce el amor que la docente le da a sus estudiantes, pero, a pesar de ese reconocimiento que sus estudiantes le hacen, le exigen además, un dominio mínimo, básico de la asignatura de su responsabilidad, y en la segunda valoración, es todo lo contrario. Al docente evaluado, se le reconoce su dominio del área, campo de estudio o asignatura que maneja, pero también se le reclama que de más cariño, que interactúe con buen trato, que tenga paciencia; mejor dicho, se le pide que eduque con amor.

Veamos entonces, cómo es que se experimenta el amor y la preparación en la praxis pedagógica de un maestro significativo.

1. Amor

Tradicionalmente la escuela ha descuidado y minusvalorado el componente afectivo frente al cognitivo, olvidando que el ser humano aprende con mayor facilidad cuando la afectividad, la salud mental y emocional están aseguradas.

Existen miles de autores, científicos, artistas e investigadores entre los que se encuentran psicólogos, psiquiatras, sociólogos, filósofos, antropólogos, pedagogos, teólogos, politólogos, expertos en ética y bioética que están de acuerdo en la necesidad de construir una sociedad con un sólido imaginario colectivo centrado en el buen trato, en el amor; por ejemplo, consúltese la obra Inteligencia emocional de Goleman (1997) y su obra Inteligencia social (2006), los aportes y aplicaciones educativas de Vallés y Vallés (2000), las reflexiones de Gil María del Carmen (2008), los estudios psiquiátricos de Lammoglia (2002) y entre miles de aportes más, sugiero consultar la obra Pedagogía de la humanización en la educación inicial de Romero P. (2008).

Recuérdese, a mayor autoestima, mayor facilidad para aprender, y entre más exista la presencia explícita del amor y de un ambiente agradable de trabajo, mayor posibilidad existirá de acceder al aprendizaje significativo.

Según el diccionario de la lengua española, real academia española, el concepto amor –siguiendo su raíz latina- significa: “sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro en unión con otro ser”. También posee esta significación: “sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o a algo”.

Siguiendo el concepto: inclinación, entrega a alguien o a algo, es el uso que propongo para la comprensión del sentido y significado de ser maestro.

Un maestro humanizador, es aquel que se entrega a su profesión, a sus estudiantes; por tanto, ama la profesión, ama lo que hace, ama a sus estudiantes, está enamorado de las exigencias de esta profesión y está comprometido con la formación de seres humanos con madurez mental, en un ambiente agradable de trabajo y fundamentalmente con buen trato.

Lo anterior no exime al maestro de vivir momentos de crisis, de soledad, sufrimiento, maltrato, angustias, falta de inspiración y preocupaciones múltiples que le pueden hacer dudar del sentido de ser maestro.

La motivación como expresión pedagógica del amor

A diario leo artículos y ensayos sobre educación, y por lo menos dos veces a la semana, tengo la costumbre de leer los artículos empresariales que aparecen en las revistas de gestión empresarial, en la prensa y de las diferentes aerolíneas en las que viajo, y ¿Qué encuentro siempre? Artículos que invitan e intentan convencer sobre la necesidad de generar verdaderos procesos de motivación en el entorno laboral, social o educativo en el que nos movemos, y esto, más vale que lo hagamos si en verdad, queremos experimentar resultados alentadores.

Y es que sin duda, sobre el asunto de la motivación, existen miles de teorías que siguen defendiendo la idea que: en la ausencia de procesos de motivación no debería existir un proceso de interacción social y de enseñanza-aprendizaje.

El problema de lograr una verdadera experiencia de motivación, pasa por resolver y comprender múltiples preguntas que normalmente un docente cotidianamente no se hace y que un maestro significativo si se plantea como: ¿Por qué este estudiante es tan dedicado y este otro no? ¿Por qué aquel estudiante no trae tareas y por qué aquel sí? ¿Qué lleva a qué este estudiante participe tanto en clase y aquel no? ¿Por qué aquel estudiante aprende con mayor facilidad que los demás? ¿Qué motiva a un estudiante a colaborar permanentemente y en forma activa y desinteresada? ¿Qué actividades, estrategias o metodologías puedo implementar para mejora la actitud de este o aquel estudiante?

En este sentido, Reeve, Johnmarshall (1999:2), sostiene que el intento de explicar qué es lo que causa el comportamiento nos lleva a formular preguntas más específicas, del tipo: “¿Qué es lo que inicia el comportamiento?”, “¿Cómo se mantiene el comportamiento?”, “¿Por qué se dirige hacia algunos fines y no otros?”, y “¿Cómo se detiene?” (Por ejemplo, Hunt,

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