Criminalidad España
Enviado por manzana54 • 8 de Noviembre de 2013 • 3.351 Palabras (14 Páginas) • 237 Visitas
TASAS DE CRIMINALIDAD
La tasa de criminalidad en España lleva descendiendo desde los años 90, y ello hemos de añadir el aumento de la población en nuestro país, ocasionado en parte por el incremento de la inmigración, junto con el momento de “aumento de prosperidad” que tuvo España durante la década de los 90 y primeros años del 2000. Aunque lo curioso es que aproximadamente el 90% de la población cree que la delincuencia ha ido en aumento, y ello, en parte, es ocasionado por los medios de comunicación, debido al efecto que producen los medios en nuestro país, y más teniendo en cuenta que cuando se trata de delitos “graves” (no significa que tengan aparejado una sanción tipificada como grave, sino que la ciudadanía los trata como tal por el eco que producen y ocasionan en el seno de la sociedad, tales como delitos contra la vida, integridad sexual...)lo cierto es que:
Nuestro país cuenta con una de las mayores tasas de reclusión de toda la Unión Europea, siendo esto inconcebible si tenemos en cuenta que en cuanto a criminalidad, España es uno de los países con la tasa más baja. Nuestro sistema penal, a veces, demasiado expuesto a las demandas ciudadanas que originan el endurecimiento de las penas o la introducción de nuevos delitos, ha sufrido demasiados cambios, y ello ha originado, bien directamente o indirectamente, un aumento de la población reclusa. Si analizamos los datos que nos facilita la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, para el año 2010, observamos que del total de población reclusa, que han sido penados, la mayoría de la población (cerca del 70%) está cumpliendo condenas por delitos tales como: robo, hurto, salud pública (tráfico de drogas), y alrededor del 15% está cumpliendo condena por delitos graves (violentos), tales como homicidios, agresiones sexuales, terrorismo... Con ello podemos constatar que nuestro sistema penal, es excesivamente duro, refiriéndome a las penas establecidas para delitos que no están calificados como violentos, no podemos seguir incrementando el número de reclusos en nuestros centros penitenciarios, ni tampoco podemos imponer la pena de prisión como medida “estándar” para los delitos menos graves, ya que no todas las conductas antisociales deben implicar condenas de prisión. Tenemos un gran número de medidas que podrían aplicarse ya establecidas en nuestro ordenamiento jurídico, siendo éstas igualmente de eficaces que la pena de prisión, siendo más económicas (que a día de hoy también hemos de tener en cuenta, ya que a mayor número de reclusos mayor gasto es ocasionado para la Administración General del Estado), y además hemos de tener en cuenta que la pena de prisión conlleva la mayor pena punitiva que se puede imponer a una persona, la privación de libertad, suponiendo ello el mayor castigo posible para la condición humana.
Para finalizar, me gustaría señalar que con la última modificación de la norma penal (mediante la Ley Orgánica 5/2010 de 22 de junio, de reforma del código penal), se han introducido ciertas medidas como la rebaja de determinadas penas asociadas a delitos menos graves, que colaborarán a amortiguar el ascenso del número de población reclusa que ha sufrido nuestro país.
Por lo tanto, y concluyendo: la cuestión de criminalidad baja con tasa de población penitenciaria alta se debe a:
Las últimas reformas de nuestro ordenamiento jurídico en materia penal, ha establecido diversas causas que pueden dar lugar a lo antes expuestos, tales como con la entrada en vigor del Código Penal del año 95, donde la redención de pena por trabajo fue eliminada, con lo que ello conlleva un mayor número de reclusos en los centros.
Se han ido recogiendo cierto tipo de acciones u omisiones que el legislador ha querido tipificar como delitos o faltas penales, aumentando de forma considerable el número de supuestos de hecho que llevan aparejada una consecuencia jurídica, y con mayor endurecimiento de diversas conductas penales, que aún no siendo delitos calificados como graves, nuestro sistema le otorga penas privativas de libertad, pongamos como ejemplo, los delitos contra la seguridad vial; ello también conlleva de forma directa un aumento de penados, con el consecuente aumento de la población reclusa.
Debido a los cambios normativos antes citados, también ha ocasionado un aumento de los requisitos para la obtención de permisos, establecidos en la normativa penitenciaria, e inclusive para la obtención del régimen abierto, ocasionando también ello un aumento del número de recluso, ya que se traduce en la población reclusa permanece mayor tiempo en los centros, lo cual a mi parecer podría quedar en entredicho (lo cual veremos más adelante).
Por lo tanto podríamos preguntarnos entonces:¿España es un país seguro?
Y la respuesta es clara:
Sin duda. Los datos reflejan que somos uno de los países más seguros de nuestro entorno. Nuestras tasas de delincuencia están muy por debajo de las que presentan Reino Unido, Alemania o Francia.
Estamos 20 puntos por debajo de la media de la UE, y a la cola de Europa en cuanto a la criminalidad". Antonio Camacho, secretario de Estado de Seguridad, no vacila en su respuesta.
Sociólogos, policías, abogados y políticos coinciden en el diagnóstico del número dos del ministerio del Interior. Y las estadísticas oficiales lo ratifican. En 2006, la tasa de criminalidad en España se situó en 50,7 delitos por cada mil habitantes.
Son casi 70 puntos menos, por ejemplo, que los niveles que presenta Suecia, un país que es todo un ejemplo a seguir para muchos por su civismo, perfección y orden.
La sociedad, por contra, no es tan optimista, y los ciudadanos perciben que hay inseguridad en las calles. ¿A qué se debe esta distorsión tan radical?
Los expertos apuntan, entre otras causas, a la "desmedida atención" que otorgan los medios de comunicación a la crónica negra y los sucesos. Y también a los "discursos políticos", muchas veces "con réditos electorales", que ayudan a retroalimentar la teoría.
HABLEMOS DE FINLANDIA
Hoy en día Finlandia es un país con un gran desarrollo tecnológico. Todos ello ha venido acompañados de importantes cambios en la política criminal. Buen ejemplo de ello es el hecho de que Finlandia haya pasado de ser el país con la mayor tasa de encarcelamiento de la Europa occidental a tener actualmente el nivel más bajo de población penitenciaria.. En términos internacionales, este país es capaz de mantener bajas tasas de encarcelamiento utilizando tanto penas alternativas a la prisión tradicionales como novedosas. Todo ello ha tenido lugar en un periodo de tiempo en el que el resto de los países europeos
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